à åÌáÄùÑÀðÇú ùÑÀúÌÇéÄí, ìÀîÇìÀëåÌú ðÀáËëÇãÀðÆöÌÇø, çÈìÇí ðÀáËëÇãÀðÆöÌÇø, çÂìÉîåÉú; åÇúÌÄúÀôÌÈòÆí øåÌçåÉ, åÌùÑÀðÈúåÉ ðÄäÀéÀúÈä òÈìÈéå.
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1 Y EN el segundo año del reinado de Nabucodonosor, soñó Nabucodonosor sueños, y perturbóse su espíritu, y su sueño se huyó de él.
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á åÇéÌÉàîÆø äÇîÌÆìÆêÀ ìÄ÷ÀøÉà ìÇçÇøÀèËîÌÄéí åÀìÈàÇùÌÑÈôÄéí, åÀìÇîÀëÇùÌÑÀôÄéí åÀìÇëÌÇùÒÀãÌÄéí, ìÀäÇâÌÄéã ìÇîÌÆìÆêÀ, çÂìÉîÉúÈéå; åÇéÌÈáÉàåÌ, åÇéÌÇòÇîÀãåÌ ìÄôÀðÅé äÇîÌÆìÆêÀ.
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2 Y mandó el rey llamar magos, astrólogos, y encantadores, y Caldeos, para que mostrasen al rey sus sueños. Vinieron pues, y se presentaron delante del rey.
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â åÇéÌÉàîÆø ìÈäÆí äÇîÌÆìÆêÀ, çÂìåÉí çÈìÈîÀúÌÄé; åÇúÌÄôÌÈòÆí øåÌçÄé, ìÈãÇòÇú àÆú-äÇçÂìåÉí.
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3 Y el rey les dijo: He soñado un sueño, y mi espíritu se ha perturbado por saber del sueño.
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ã åÇéÀãÇáÌÀøåÌ äÇëÌÇùÒÀãÌÄéí ìÇîÌÆìÆêÀ, àÂøÈîÄéú: îÇìÀëÌÈà, ìÀòÈìÀîÄéï çÁéÄé--àÁîÇø çÆìÀîÈà ìòáãéê (ìÀòÇáÀãÈêÀ), åÌôÄùÑÀøÈà ðÀçÇåÌÅà.
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4 Entonces hablaron los Caldeos al rey en lengua aramea: Rey, para siempre vive: di el sueño á tus siervos, y mostraremos la declaración.
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ä òÈðÅä îÇìÀëÌÈà åÀàÈîÇø ìëùãéà (ìÀëÇùÒÀãÌÈàÅé), îÄìÌÀúÈä îÄðÌÄé àÇæÀãÌÈà: äÅï ìÈà úÀäåÉãÀòåÌðÌÇðÄé, çÆìÀîÈà åÌôÄùÑÀøÅäÌ, äÇãÌÈîÄéï úÌÄúÀòÇáÀãåÌï, åÌáÈúÌÅéëåÉï ðÀåÈìÄé éÄúÌÀùÒÈîåÌï.
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5 Respondió el rey y dijo á los Caldeos: El negocio se me fué: si no me mostráis el sueño y su declaración, seréis hechos cuartos, y vuestras casas serán puestas por muladares.
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å åÀäÅï çÆìÀîÈà åÌôÄùÑÀøÅäÌ, úÌÀäÇçÂåÉï, îÇúÌÀðÈï åÌðÀáÄæÀáÌÈä åÄé÷Èø ùÒÇâÌÄéà, úÌÀ÷ÇáÌÀìåÌï îÄï-÷ÃãÈîÈé; ìÈäÅï, çÆìÀîÈà åÌôÄùÑÀøÅäÌ äÇçÂåÉðÄé.
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6 Y si mostrareis el sueño y su declaración, recibiréis de mí dones y mercedes y grande honra: por tanto, mostradme el sueño y su declaración.
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æ òÂðåÉ úÄðÀéÈðåÌú, åÀàÈîÀøÄéï: îÇìÀëÌÈà, çÆìÀîÈà éÅàîÇø ìÀòÇáÀãåÉäÄé åÌôÄùÑÀøÈä ðÀäÇçÂåÅä.
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7 Respondieron la segunda vez, y dijeron: Diga el rey el sueño á sus siervos, y mostraremos su declaración.
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ç òÈðÅä îÇìÀëÌÈà, åÀàÈîÇø--îÄï-éÇöÌÄéá éÈãÇò àÂðÈä, ãÌÄé òÄãÌÈðÈà àÇðÀúÌåÌï æÈáÀðÄéï; ëÌÈì-÷ÃáÅì ãÌÄé çÂæÅéúåÉï, ãÌÄé àÇæÀãÌÈà îÄðÌÄé îÄìÌÀúÈà.
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8 El rey respondió, y dijo: Yo conozco ciertamente que vosotros ponéis dilaciones, porque veis que el negocio se me ha ido.
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è ãÌÄé äÅï-çÆìÀîÈà ìÈà úÀäåÉãÀòËðÌÇðÄé çÂãÈä-äÄéà ãÈúÀëåÉï, åÌîÄìÌÈä ëÄãÀáÈä åÌùÑÀçÄéúÈä äæîðúåï (äÄæÀãÌÀîÄðÀúÌåÌï) ìÀîÅàîÇø ÷ÈãÈîÇé, òÇã ãÌÄé òÄãÌÈðÈà, éÄùÑÀúÌÇðÌÅà; ìÈäÅï, çÆìÀîÈà àÁîÇøåÌ ìÄé, åÀàÄðÀãÌÇò, ãÌÄé ôÄùÑÀøÅäÌ úÌÀäÇçÂåËðÌÇðÄé.
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9 Si no me mostráis el sueño, una sola sentencia será de vosotros. Ciertamente preparáis respuesta mentirosa y perversa que decir delante de mí, entre tanto que se muda el tiempo: por tanto, decidme el sueño, para que yo entienda que me podéis mostrar su declaración.
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é òÂðåÉ ëùãéà (ëÇùÒÀãÌÈàÅé) ÷ÃãÈí-îÇìÀëÌÈà, åÀàÈîÀøÄéï--ìÈà-àÄéúÇé àÁðÈùÑ òÇì-éÇáÌÆùÑÀúÌÈà, ãÌÄé îÄìÌÇú îÇìÀëÌÈà éåÌëÇì ìÀäÇçÂåÈéÈä: ëÌÈì-÷ÃáÅì, ãÌÄé ëÌÈì-îÆìÆêÀ øÇá åÀùÑÇìÌÄéè, îÄìÌÈä ëÄãÀðÈä ìÈà ùÑÀàÅì, ìÀëÈì-çÇøÀèÉí åÀàÈùÑÇó åÀëÇùÒÀãÌÈé.
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10 Los Caldeos respondieron delante del rey, y dijeron: No hay hombre sobre la tierra que pueda declarar el negocio del rey: demás de esto, ningún rey, príncipe, ni señor, preguntó cosa semejante á ningún mago, ni astrólogo, ni Caldeo.
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éà åÌîÄìÌÀúÈà ãÄé-îÇìÀëÌÈä ùÑÈàÅì, éÇ÷ÌÄéøÈä, åÀàÈçÃøÈï ìÈà àÄéúÇé, ãÌÄé éÀçÇåÌÄðÌÇäÌ ÷ÃãÈí îÇìÀëÌÈà; ìÈäÅï àÁìÈäÄéï--ãÌÄé îÀãÈøÀäåÉï, òÄí-áÌÄùÒÀøÈà ìÈà àÄéúåÉäÄé.
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11 Finalmente, el negocio que el rey demanda, es singular, ni hay quien lo pueda declarar delante del rey, salvo los dioses cuya morada no es con la carne.
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éá ëÌÈì-÷ÃáÅì ãÌÀðÈä--îÇìÀëÌÈà, áÌÀðÇñ åÌ÷ÀöÇó ùÒÇâÌÄéà; åÇàÂîÇø, ìÀäåÉáÈãÈä, ìÀëÉì, çÇëÌÄéîÅé áÈáÆì.
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12 Por esto el rey con ira y con grande enojo, mandó que matasen á todos los sabios de Babilonia.
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éâ åÀãÈúÈà ðÆôÀ÷Çú, åÀçÇëÌÄéîÇéÌÈà îÄúÀ÷ÇèÌÀìÄéï; åÌáÀòåÉ ãÌÈðÄéÌÅàì åÀçÇáÀøåÉäÄé, ìÀäÄúÀ÷ÀèÈìÈä. {ô}
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13 Y publicóse el mandamiento, y los sabios eran llevados á la muerte; y buscaron á Daniel y á sus compañeros para matarlos.
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éã áÌÅàãÇéÄï ãÌÈðÄéÌÅàì, äÂúÄéá òÅèÈà åÌèÀòÅí, ìÀàÇøÀéåÉêÀ, øÇá-èÇáÌÈçÇéÌÈà ãÌÄé îÇìÀëÌÈà--ãÌÄé ðÀôÇ÷ ìÀ÷ÇèÌÈìÈä, ìÀçÇëÌÄéîÅé áÌÈáÆì.
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14 Entonces Daniel habló avisada y prudentemente á Arioch, capitán de los de la guarda del rey, que había salido para matar los sabios de Babilonia.
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èå òÈðÅä åÀàÈîÇø, ìÀàÇøÀéåÉêÀ ùÑÇìÌÄéèÈà ãÄé-îÇìÀëÌÈà, òÇì-îÈä ãÈúÈà îÀäÇçÀöÀôÈä, îÄï-÷ÃãÈí îÇìÀëÌÈà; àÁãÇéÄï îÄìÌÀúÈà, äåÉãÇò àÇøÀéåÉêÀ ìÀãÈðÄéÌÅàì.
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15 Habló y dijo á Arioch capitán del rey: ¿Qué es la causa que este mandamiento se publica de parte del rey tan apresuradamente? Entonces Arioch declaró el negocio á Daniel.
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èæ åÀãÈðÄéÌÅàì, òÇì åÌáÀòÈä îÄï-îÇìÀëÌÈà: ãÌÄé æÀîÈï éÄðÀúÌÄï-ìÅäÌ, åÌôÄùÑÀøÈà ìÀäÇçÂåÈéÈä ìÀîÇìÀëÌÈà. {ô}
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16 Y Daniel entró, y pidió al rey que le diese tiempo, y que él mostraría al rey la declaración.
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éæ àÁãÇéÄï ãÌÈðÄéÌÅàì, ìÀáÇéÀúÅäÌ àÂæÇì; åÀìÇçÂðÇðÀéÈä îÄéùÑÈàÅì åÇòÂæÇøÀéÈä çÇáÀøåÉäÄé, îÄìÌÀúÈà äåÉãÇò.
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17 Fuése luego Daniel á su casa, y declaró el negocio á Ananías, Misael, y Azarías, sus compañeros,
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éç åÀøÇçÂîÄéï, ìÀîÄáÀòÅà îÄï-÷ÃãÈí àÁìÈäÌ ùÑÀîÇéÌÈà, òÇì-øÈæÈà, ãÌÀðÈä--ãÌÄé ìÈà éÀäåÉáÀãåÌï ãÌÈðÄéÌÅàì åÀçÇáÀøåÉäÄé, òÄí-ùÑÀàÈø çÇëÌÄéîÅé áÈáÆì.
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18 Para demandar misericordias del Dios del cielo sobre este misterio, y que Daniel y sus compañeros no pereciesen con los otros sabios de Babilonia.
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éè àÁãÇéÄï, ìÀãÈðÄéÌÅàì áÌÀçÆæÀåÈà ãÄé-ìÅéìÀéÈà--øÈæÈà âÀìÄé; àÁãÇéÄï, ãÌÈðÄéÌÅàì, áÌÈøÄêÀ, ìÆàÁìÈäÌ ùÑÀîÇéÌÈà.
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19 Entonces el arcano fué revelado á Daniel en visión de noche; por lo cual bendijo Daniel al Dios del cielo.
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ë òÈðÅä ãÈðÄéÌÅàì, åÀàÈîÇø--ìÆäÁåÅà ùÑÀîÅäÌ ãÌÄé-àÁìÈäÈà îÀáÈøÇêÀ, îÄï-òÈìÀîÈà åÀòÇã òÈìÀîÈà: ãÌÄé çÈëÀîÀúÈà åÌâÀáåÌøÀúÈà, ãÌÄé ìÅäÌ-äÄéà.
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20 Y Daniel habló, y dijo: Sea bendito el nombre de Dios de siglo hasta siglo: porque suya es la sabiduría y la fortaleza:
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ëà åÀäåÌà îÀäÇùÑÀðÅà òÄãÌÈðÇéÌÈà, åÀæÄîÀðÇéÌÈà, îÀäÇòÀãÌÅä îÇìÀëÄéï, åÌîÀäÈ÷Åéí îÇìÀëÄéï; éÈäÅá çÈëÀîÀúÈà ìÀçÇëÌÄéîÄéï, åÌîÇðÀãÌÀòÈà ìÀéÈãÀòÅé áÄéðÈä.
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21 Y él es el que muda los tiempos y las oportunidades: quita reyes, y pone reyes: da la sabiduría á los sabios, y la ciencia á los entendidos:
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ëá äåÌà âÌÈìÅà òÇîÌÄé÷ÈúÈà, åÌîÀñÇúÌÀøÈúÈà; éÈãÇò îÈä áÇçÂùÑåÉëÈà, åðäéøà (åÌðÀäåÉøÈà) òÄîÌÅäÌ ùÑÀøÅà.
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22 El revela lo profundo y lo escondido: conoce lo que está en tinieblas, y la luz mora con él.
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ëâ ìÈêÀ àÁìÈäÌ àÂáÈäÈúÄé, îÀäåÉãÅà åÌîÀùÑÇáÌÇç àÂðÈä, ãÌÄé çÈëÀîÀúÈà åÌâÀáåÌøÀúÈà, éÀäÇáÀúÌÀ ìÄé; åÌëÀòÇï äåÉãÇòÀúÌÇðÄé ãÌÄé-áÀòÅéðÈà îÄðÌÈêÀ, ãÌÄé-îÄìÌÇú îÇìÀëÌÈà äåÉãÇòÀúÌÆðÈà.
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23 A ti, oh Dios de mis padres, confieso y te alabo, que me diste sabiduría y fortaleza, y ahora me enseñaste lo que te pedimos; pues nos has enseñado el negocio del rey.
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ëã ëÌÈì-÷ÃáÅì ãÌÀðÈä, ãÌÈðÄéÌÅàì òÇì òÇì-àÇøÀéåÉêÀ, ãÌÄé îÇðÌÄé îÇìÀëÌÈà, ìÀäåÉáÈãÈä ìÀçÇëÌÄéîÅé áÈáÆì; àÂæÇì åÀëÅï àÂîÇø-ìÅäÌ, ìÀçÇëÌÄéîÅé áÈáÆì àÇì-úÌÀäåÉáÅã--äÇòÅìÀðÄé ÷ÃãÈí îÇìÀëÌÈà, åÌôÄùÑÀøÈà ìÀîÇìÀëÌÈà àÂçÇåÌÅà. {ñ}
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24 Después de esto Daniel entró á Arioch, al cual el rey había puesto para matar á los sabios de Babilonia; fué, y díjole así: No mates á los sabios de Babilonia: llévame delante del rey, que yo mostraré al rey la declaración.
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ëä àÁãÇéÄï àÇøÀéåÉêÀ áÌÀäÄúÀáÌÀäÈìÈä, äÇðÀòÅì ìÀãÈðÄéÌÅàì ÷ÃãÈí îÇìÀëÌÈà; åÀëÅï àÂîÇø-ìÅäÌ, ãÌÄé-äÇùÑÀëÌÇçÇú âÌÀáÇø îÄï-áÌÀðÅé âÈìåÌúÈà ãÌÄé éÀäåÌã, ãÌÄé ôÄùÑÀøÈà, ìÀîÇìÀëÌÈà éÀäåÉãÇò.
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25 Entonces Arioch llevó prestamente á Daniel delante del rey, y díjole así: Un varón de los trasportados de Judá he hallado, el cual declarará al rey la interpretación.
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ëå òÈðÅä îÇìÀëÌÈà åÀàÈîÇø ìÀãÈðÄéÌÅàì, ãÌÄé ùÑÀîÅäÌ áÌÅìÀèÀùÑÇàöÌÇø: äàéúéê (äÇàÄéúÈêÀ) ëÌÈäÅì, ìÀäåÉãÈòËúÇðÄé çÆìÀîÈà ãÄé-çÂæÅéú--åÌôÄùÑÀøÅäÌ.
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26 Respondió el rey, y dijo á Daniel, al cual llamaban Beltsasar: ¿Podrás tú hacerme entender el sueño que vi, y su declaración?
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ëæ òÈðÅä ãÈðÄéÌÅàì ÷ÃãÈí îÇìÀëÌÈà, åÀàÈîÇø: øÈæÈà, ãÌÄé-îÇìÀëÌÈà ùÑÈàÅì--ìÈà çÇëÌÄéîÄéï àÈùÑÀôÄéï çÇøÀèËîÌÄéï âÌÈæÀøÄéï, éÈëÀìÄéï ìÀäÇçÂåÈéÈä ìÀîÇìÀëÌÈà.
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27 Daniel respondió delante del rey, y dijo: El misterio que el rey demanda, ni sabios, ni astrólogos, ni magos, ni adivinos lo pueden enseñar al rey.
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ëç áÌÀøÇí àÄéúÇé àÁìÈäÌ áÌÄùÑÀîÇéÌÈà, âÌÈìÅà øÈæÄéï, åÀäåÉãÇò ìÀîÇìÀëÌÈà ðÀáåÌëÇãÀðÆöÌÇø, îÈä ãÌÄé ìÆäÁåÅà áÌÀàÇçÂøÄéú éåÉîÇéÌÈà; çÆìÀîÈêÀ åÀçÆæÀåÅé øÅàùÑÈêÀ òÇì-îÄùÑÀëÌÀáÈêÀ, ãÌÀðÈä äåÌà. {ô}
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28 Mas hay un Dios en los cielos, el cual revela los misterios, y él ha hecho saber al rey Nabucodonosor lo que ha de acontecer á cabo de días. Tu sueño, y las visiones de tu cabeza sobre tu cama, es esto:
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ëè àðúä (àÇðÀúÌÀ) îÇìÀëÌÈà, øÇòÀéåÉðÈêÀ òÇì-îÄùÑÀëÌÀáÈêÀ ñÀìÄ÷åÌ, îÈä ãÌÄé ìÆäÁåÅà, àÇçÂøÅé ãÀðÈä; åÀâÈìÅà øÈæÇéÌÈà äåÉãÀòÈêÀ, îÈä-ãÄé ìÆäÁåÅà.
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29 Tú, oh rey, en tu cama subieron tus pensamientos por saber lo que había de ser en lo por venir; y el que revela los misterios te mostró lo que ha de ser.
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ì åÇàÂðÈä, ìÈà áÀçÈëÀîÈä ãÌÄé-àÄéúÇé áÌÄé îÄï-ëÌÈì-çÇéÌÇéÌÈà, øÈæÈà ãÀðÈä, âÌÁìÄé ìÄé; ìÈäÅï, òÇì-ãÌÄáÀøÇú ãÌÄé ôÄùÑÀøÈà ìÀîÇìÀëÌÈà éÀäåÉãÀòåÌï, åÀøÇòÀéåÉðÅé ìÄáÀáÈêÀ, úÌÄðÀãÌÇò.
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30 Y á mí ha sido revelado este misterio, no por sabiduría que en mí haya, más que en todos los vivientes, sino para que yo notifique al rey la declaración, y que entiendieses los pensamientos de tu corazón.
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ìà àðúä (àÇðÀúÌÀ) îÇìÀëÌÈà, çÈæÅä äÂåÇéÀúÈ åÇàÂìåÌ öÀìÅí çÇã ùÒÇâÌÄéà--öÇìÀîÈà ãÌÄëÌÅï øÇá åÀæÄéåÅäÌ éÇúÌÄéø, ÷ÈàÅí ìÀ÷ÈáÀìÈêÀ; åÀøÅåÅäÌ, ãÌÀçÄéì.
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31 Tú, oh rey, veías, y he aquí una grande imagen. Esta imagen, que era muy grande, y cuya gloria era muy sublime, estaba en pie delante de ti, y su aspecto era terrible.
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ìá äåÌà öÇìÀîÈà, øÅàùÑÅäÌ ãÌÄé-ãÀäÇá èÈá, çÂãåÉäÄé åÌãÀøÈòåÉäÄé, ãÌÄé ëÀñÇó; îÀòåÉäÄé åÀéÇøÀëÈúÅäÌ, ãÌÄé ðÀçÈùÑ.
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32 La cabeza de esta imagen era de fino oro; sus pechos y sus brazos, de plata; su vientre y sus muslos, de metal;
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ìâ ùÑÈ÷åÉäÄé, ãÌÄé ôÇøÀæÆì; øÇâÀìåÉäÄé--îðäåï (îÄðÌÀäÅï) ãÌÄé ôÇøÀæÆì, åîðäåï (åÌîÄðÌÀäÅï) ãÌÄé çÂñÇó.
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33 Sus piernas de hierro; sus pies, en parte de hierro, y en parte de barro cocido.
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ìã çÈæÅä äÂåÇéÀúÈ, òÇã ãÌÄé äÄúÀâÌÀæÆøÆú àÆáÆï ãÌÄé-ìÈà áÄéãÇéÄï, åÌîÀçÈú ìÀöÇìÀîÈà òÇì-øÇâÀìåÉäÄé, ãÌÄé ôÇøÀæÀìÈà åÀçÇñÀôÌÈà; åÀäÇãÌÅ÷Æú, äÄîÌåÉï.
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34 Estabas mirando, hasta que una piedra fué cortada, no con mano, la cual hirió á la imagen en sus pies de hierro y de barro cocido, y los desmenuzó.
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ìä áÌÅàãÇéÄï ãÌÈ÷åÌ ëÇçÂãÈä ôÌÇøÀæÀìÈà çÇñÀôÌÈà ðÀçÈùÑÈà ëÌÇñÀôÌÈà åÀãÇäÂáÈà, åÇäÂååÉ ëÌÀòåÌø îÄï-àÄãÌÀøÅé-÷ÇéÄè, åÌðÀùÒÈà äÄîÌåÉï øåÌçÈà, åÀëÈì-àÂúÇø ìÈà-äÄùÑÀúÌÀëÇç ìÀäåÉï; åÀàÇáÀðÈà ãÌÄé-îÀçÈú ìÀöÇìÀîÈà, äÂåÈú ìÀèåÌø øÇá--åÌîÀìÈàú ëÌÈì-àÇøÀòÈà.
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35 Entonces fué también desmenuzado el hierro, el barro cocido, el metal, la plata y el oro, y se tornaron como tamo de las eras del verano: y levantólos el viento, y nunca más se les halló lugar. Mas la piedra que hirió á la imagen, fué hecha un gran monte, que hinchió toda la tierra.
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ìå ãÌÀðÈä çÆìÀîÈà, åÌôÄùÑÀøÅäÌ ðÅàîÇø ÷ÃãÈí-îÇìÀëÌÈà.
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36 Este es el sueño: la declaración de él diremos también en presencia del rey.
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ìæ àðúä (àÇðÀúÌÀ) îÇìÀëÌÈà, îÆìÆêÀ îÇìÀëÇéÌÈà: ãÌÄé àÁìÈäÌ ùÑÀîÇéÌÈà, îÇìÀëåÌúÈà çÄñÀðÈà åÀúÈ÷ÀôÌÈà åÄé÷ÈøÈà éÀäÇá-ìÈêÀ.
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37
Tú, oh rey, eres rey de reyes; porque el Dios del cielo te ha dado reino, potencia, y fortaleza, y majestad.
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ìç åÌáÀëÈì-ãÌÄé ãàøéï (ãÈéÀøÄéï) áÌÀðÅé-àÂðÈùÑÈà çÅéåÇú áÌÈøÈà åÀòåÉó-ùÑÀîÇéÌÈà, éÀäÇá áÌÄéãÈêÀ, åÀäÇùÑÀìÀèÈêÀ, áÌÀëÈìÌÀäåÉï; àðúä- (àÇðÀúÌÀ-) äåÌà, øÅàùÑÈä ãÌÄé ãÇäÂáÈà.
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38 Y todo lo que habitan hijos de hombres, bestias del campo, y aves del cielo, él ha entregado en tu mano, y te ha hecho enseñorear sobre todo: tú eres aquella cabeza de oro.
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ìè åÌáÈúÀøÈêÀ, úÌÀ÷åÌí îÇìÀëåÌ àÈçÃøÄé--àøòà (àÂøÇò) îÄðÌÈêÀ; åÌîÇìÀëåÌ úìéúéà (úÀìÄéúÈàÈä) àÈçÃøÄé ãÌÄé ðÀçÈùÑÈà, ãÌÄé úÄùÑÀìÇè áÌÀëÈì-àÇøÀòÈà.
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39 Y después de ti se levantará otro reino menor que tú; y otro tercer reino de metal, el cual se enseñoreará de toda la tierra.
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î åÌîÇìÀëåÌ, øáéòéä (øÀáÄéòÈàÈä), úÌÆäÁåÅà úÇ÷ÌÄéôÈä, ëÌÀôÇøÀæÀìÈà; ëÌÈì-÷ÃáÅì, ãÌÄé ôÇøÀæÀìÈà îÀäÇãÌÅ÷ åÀçÈùÑÅì ëÌÉìÌÈà, åÌëÀôÇøÀæÀìÈà ãÌÄé-îÀøÈòÇò ëÌÈì-àÄìÌÅï, úÌÇãÌÄ÷ åÀúÅøÉòÇ.
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40 Y el reino cuarto será fuerte como hierro; y como el hierro desmenuza y doma todas las cosas, y como el hierro que quebranta todas estas cosas, desmenuzará y quebrantará.
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îà åÀãÄé-çÂæÇéÀúÈä øÇâÀìÇéÌÈà åÀàÆöÀáÌÀòÈúÈà, îðäåï (îÄðÌÀäÅï) çÂñÇó ãÌÄé-ôÆçÈø åîðäåï (åÌîÄðÌÀäÅï) ôÌÇøÀæÆì--îÇìÀëåÌ ôÀìÄéâÈä úÌÆäÁåÅä, åÌîÄï-ðÄöÀáÌÀúÈà ãÄé-ôÇøÀæÀìÈà ìÆäÁåÅà-áÇäÌ; ëÌÈì-÷ÃáÅì ãÌÄé çÂæÇéÀúÈä, ôÌÇøÀæÀìÈà îÀòÈøÇá áÌÇçÂñÇó èÄéðÈà.
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41 Y lo que viste de los pies y los dedos, en parte de barro cocido de alfarero, y en parte de hierro, el reino será dividido; mas habrá en él algo de fortaleza de hierro, según que viste el hierro mezclado con el tiesto de barro.
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îá åÀàÆöÀáÌÀòÈú øÇâÀìÇéÌÈà, îðäåï (îÄðÌÀäÅï) ôÌÇøÀæÆì åîðäåï (åÌîÄðÌÀäÅï) çÂñÇó--îÄï-÷ÀöÈú îÇìÀëåÌúÈà úÌÆäÁåÅä úÇ÷ÌÄéôÈä, åÌîÄðÌÇäÌ úÌÆäÁåÅà úÀáÄéøÈä.
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42 Y por ser los dedos de los pies en parte de hierro, y en parte de barro cocido, en parte será el reino fuerte, y en parte será frágil.
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îâ ãé (åÀãÄé) çÂæÇéÀúÈ, ôÌÇøÀæÀìÈà îÀòÈøÇá áÌÇçÂñÇó èÄéðÈà--îÄúÀòÈøÀáÄéï ìÆäÁåÉï áÌÄæÀøÇò àÂðÈùÑÈà, åÀìÈà-ìÆäÁåÉï ãÌÈáÀ÷Äéï ãÌÀðÈä òÄí-ãÌÀðÈä; äÅà-ëÀãÄé ôÇøÀæÀìÈà, ìÈà îÄúÀòÈøÇá òÄí-çÇñÀôÌÈà.
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43 Cuanto á aquello que viste, el hierro mezclado con tiesto de barro, mezclaránse con simiente humana, mas no se pegarán el uno con el otro, como el hierro no se mistura con el tiesto.
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îã åÌáÀéåÉîÅéäåÉï ãÌÄé îÇìÀëÇéÌÈà àÄðÌåÌï, éÀ÷Äéí àÁìÈäÌ ùÑÀîÇéÌÈà îÇìÀëåÌ ãÌÄé ìÀòÈìÀîÄéï ìÈà úÄúÀçÇáÌÇì, åÌîÇìÀëåÌúÈä, ìÀòÇí àÈçÃøÈï ìÈà úÄùÑÀúÌÀáÄ÷; úÌÇãÌÄ÷ åÀúÈñÅéó ëÌÈì-àÄìÌÅéï îÇìÀëÀåÈúÈà, åÀäÄéà úÌÀ÷åÌí ìÀòÈìÀîÇéÌÈà.
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44 Y en los días de estos reyes, levantará el Dios del cielo un reino que nunca jamás se corromperá: y no será dejado á otro pueblo este reino; el cual desmenuzará y consumirá todos estos reinos, y él permanecerá para siempre.
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îä ëÌÈì-÷ÃáÅì ãÌÄé-çÂæÇéÀúÈ ãÌÄé îÄèÌåÌøÈà àÄúÀâÌÀæÆøÆú àÆáÆï ãÌÄé-ìÈà áÄéãÇéÄï, åÀäÇãÌÅ÷Æú ôÌÇøÀæÀìÈà ðÀçÈùÑÈà çÇñÀôÌÈà ëÌÇñÀôÌÈà åÀãÇäÂáÈà--àÁìÈäÌ øÇá äåÉãÇò ìÀîÇìÀëÌÈà, îÈä ãÌÄé ìÆäÁåÅà àÇçÂøÅé ãÀðÈä; åÀéÇöÌÄéá çÆìÀîÈà, åÌîÀäÅéîÇï ôÌÄùÑÀøÅäÌ. {ô}
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45 De la manera que viste que del monte fué cortada una piedra, no con manos, la cual desmenuzó al hierro, al metal, al tiesto, á la plata, y al oro; el gran Dios ha mostrado al rey lo que ha de acontecer en lo por venir: y el sueño es verdadero, y fiel su declaración.
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îå áÌÅàãÇéÄï îÇìÀëÌÈà ðÀáåÌëÇãÀðÆöÌÇø, ðÀôÇì òÇì-àÇðÀôÌåÉäÄé, åÌìÀãÈðÄéÌÅàì, ñÀâÄã; åÌîÄðÀçÈä, åÀðÄéçÉçÄéï, àÂîÇø, ìÀðÇñÌÈëÈä ìÅäÌ.
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46 Entonces el rey Nabucodonosor cayó sobre su rostro, y humillóse á Daniel, y mandó que le sacrificasen presentes y perfumes.
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îæ òÈðÅä îÇìÀëÌÈà ìÀãÈðÄéÌÅàì åÀàÈîÇø, îÄï-÷ÀùÑÉè ãÌÄé àÁìÈäÂëåÉï äåÌà àÁìÈäÌ àÁìÈäÄéï åÌîÈøÅà îÇìÀëÄéï--åÀâÈìÅä øÈæÄéï: ãÌÄé éÀëÅìÀúÌÈ, ìÀîÄâÀìÅà øÈæÈà ãÀðÈä.
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47 El rey habló á Daniel, y dijo: Ciertamente que el Dios vuestro es Dios de dioses, y el Señor de los reyes, y el descubridor de los misterios, pues pudiste revelar este arcano.
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îç àÁãÇéÄï îÇìÀëÌÈà ìÀãÈðÄéÌÅàì øÇáÌÄé, åÌîÇúÌÀðÈï øÇáÀøÀáÈï ùÒÇâÌÄéàÈï éÀäÇá-ìÅäÌ, åÀäÇùÑÀìÀèÅäÌ, òÇì ëÌÈì-îÀãÄéðÇú áÌÈáÆì; åÀøÇá-ñÄâÀðÄéï--òÇì, ëÌÈì-çÇëÌÄéîÅé áÈáÆì.
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48 Entonces el rey engrandeció á Daniel, y le dió muchos y grandes dones, y púsolo por gobernador de toda la provincia de Babilonia, y por príncipe de los gobernadores sobre todos los sabios de Babilonia.
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îè åÀãÈðÄéÌÅàì, áÌÀòÈà îÄï-îÇìÀëÌÈà, åÌîÇðÌÄé òÇì òÂáÄéãÀúÌÈà ãÌÄé îÀãÄéðÇú áÌÈáÆì, ìÀùÑÇãÀøÇêÀ îÅéùÑÇêÀ åÇòÂáÅã ðÀâåÉ; åÀãÈðÄéÌÅàì, áÌÄúÀøÇò îÇìÀëÌÈà. {ô}
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49 Y Daniel solicitó del rey, y él puso sobre los negocios de la provincia de Babilonia á Sadrach, Mesach, y Abed-nego: y Daniel estaba á la puerta del rey.
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