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äÄìÀëÌåÉú úÌÇìÀîåÌã úÌåÉøÈä Las Leyes del Estudio de la Torá

ôÌÅøÆ÷ ä Capítulo Cinco

à ëÌÀùÑÅí ùÑÆàÈãÈí îÀöËåÌÆä áÌÄëÀáåÉã àÈáÄéå, åÌáÀéÄøÀàÈúåÉ--ëÌÈêÀ äåÌà çÇéÌÈá áÌÄëÀáåÉã øÄáÌåÉ, åÀéÄøÀàÈúåÉ; åÀøÄáÌåÉ, éÈúÅø îÅàÈáÄéå: ùÑÆàÈáÄéå, äÅáÄéàåÉ ìÀçÇéÌÅé äÈòåÉìÈí äÇæÌÆä; åÀøÄáÌåÉ ùÑÆìÌÄîÌÀãåÉ çÈëÀîÈä, äÅáÄéàåÉ ìÀçÇéÌÅé äÈòåÉìÈí äÇáÌÈà. 1 Así como se le ha ordenado a uno el honrar y temer a su padre del mismo modo debe hacerlo con su Rav, más aun a éste ya que su padre le ha traido a la vida de este mundo mientras su maestro, quien le ha enseñado sabiduría, le lleva al mundo venidero.
á øÈàÈä àÂáÅãÇú àÈáÄéå åÇàÂáÅãÇú øÄáÌåÉ, ùÑÆìÌÀøÄáÌåÉ ÷åÉãÆîÆú ìÀùÑÆìÌÀàÈáÄéå. àÈáÄéå åÀøÄáÌåÉ ðÀùÒåÉàÄéí áÌÀîÇùÌÒÈà, îÇðÌÄéçÇ àÆú ùÑÆìÌÀøÄáÌåÉ åÀàÇçÇø ëÌÈêÀ àÆú ùÑÆìÌÀàÈáÄéå. àÈáÄéå åÀøÄáÌåÉ ùÑÀáåÌéÄéí áÌÇùÌÑÄáÀéÈä, ôÌåÉãÆä àÆú øÄáÌåÉ åÀàÇçÇø ëÌÈêÀ ôÌåÉãÆä àÆú àÈáÄéå; åÀàÄí äÈéÈä àÈáÄéå úÌÇìÀîÄéã çÂëÈîÄéí, ôÌåÉãÆä àÆú àÈáÄéå úÌÀçÄìÌÈä. åÀëÅï àÄí äÈéÈä àÈáÄéå çÈëÈí, àÇó òÇì ôÌÄé ùÑÀàÅéðåÌ ùÑÈ÷åÌì ëÌÀðÆâÆã øÄáÌåÉ--îÅùÑÄéá àÂáÅãÈúåÉ åÀàÇçÇø ëÌÈêÀ îÅùÑÄéá àÂáÅãÇú øÄáÌåÉ. åÀàÅéï ìÈêÀ ëÌÈáåÉã, âÌÈãåÉì îÄëÌÀáåÉã äÈøÈá; åÀìÉà îåÉøÈà, éÈúÅø îÄîÌåÉøÈà äÈøÈá. àÈîÀøåÌ çÂëÈîÄéí, îåÉøÈà øÄáÌÈêÀ ëÌÀîåÉøÈà ùÑÈîÇéÄí. 2 De haber visto una pérdida de su padre y una de su Rav, la de su Rav precede a la de su padre. De estar su padre y su Rav llevando una carga descargará la de su Rav y luego la de su padre. Si su padre y su Rav fueran cautivos redimirá a su Rav y luego a su padre, pero de ser su padre un “Talmid Jakhamim” le redimirá a él primero. Asimismo, si fuera su padre un “Jakham”, a pesar de no ser comparable a su Rav, devuelve su pérdida y luego la de su Rav. El honor y el temor debidos al Rav son únicos. Dijeron los Sabios: “el temor a tu Rav es como el temor al Cielo”.
â ìÀôÄéëÌÈêÀ àÈîÀøåÌ, ëÌÈì äÇçåÉìÅ÷ òÇì øÄáÌåÉ--ëÌÀçåÉìÅ÷ òÇì äÇùÌÑÀëÄéðÈä, ùÑÆðÌÆàÁîÈø "áÌÀäÇöÌÉúÈí, òÇì-ä'" (áîãáø ëå,è). åÀëÈì äÈòåÉùÒÆä îÀøÄéáÈä òÄí øÄáÌåÉ--ëÌÀòåÉùÒÆä òÄí äÇùÌÑÀëÄéðÈä, ùÑÆðÌÆàÁîÈø "àÂùÑÆø-øÈáåÌ áÀðÅé-éÄùÒÀøÈàÅì àÆú-ä'" (áîãáø ë,éâ). åÀëÈì äÇîÌÄúÀøÇòÅí òÇì øÄáÌåÉ--ëÌÀîÄúÀøÇòÅí òÇì äÇùÌÑÀëÄéðÈä, ùÑÆðÌÆàÁîÈø "ìÉà-òÈìÅéðåÌ úÀìËðÌÉúÅéëÆí ëÌÄé òÇì-ä'" (ùîåú èæ,ç). åÀëÈì äÇîÌÀäÇøÀäÅø àÇçÇø øÄáÌåÉ--ëÌÄîÀäÇøÀäÅø àÇçÇø äÇùÌÑÀëÄéðÈä, ùÑÆðÌÆàÁîÈø "åÇéÀãÇáÌÅø äÈòÈí, áÌÅàìÉäÄéí åÌáÀîÉùÑÆä" (áîãáø ëà,ä). 3 Por lo tanto dijeron que todo aquel que diverge de su Rav es como si divergiera de la Shekhiná, como está escrito: "al contender contra el Eterno" (Nm. 26:9) y todo aquel que alterca con su Rav es como si lo hiciera con la Shekhiná, como está escrito: "ya que altercaron los hijos de Israel con el Eterno" (Nm. 20:13) y todo aquel que se exaspera con su Rav es como si lo hiciera con la Shekhiná, como está escrito: "vuestras murmuraciones no son contra nosotros sino contra el Eterno" (Ex. 16:8) y todo aquel que cuestiona a su Rav es como si cuestionara a la Shekhiná, como está escrito: "Y habló, el pueblo, contra Dios y Moshé" (Nm. 21:5).
ã [á] àÅéæÆä äåÌà çåÉìÅ÷ òÇì øÄáÌåÉ--æÆä ùÑÆ÷ÌåÉáÅòÇ ìåÉ îÄãÀøÈùÑ åÀéåÉùÑÅá åÀãåÉøÅùÑ åÌîÀìÇîÌÅã ùÑÆìÌÉà áÌÄøÀùÑåÌú øÄáÌåÉ, åÀøÄáÌåÉ ÷ÇéÌÈí, åÀàÇó òÇì ôÌÄé ùÑÆøÄáÌåÉ áÌÄîÀãÄéðÈä àÇçÆøÆú. åÀàÈñåÌø ìÈàÈãÈí ìÀäåÉøåÉú áÌÄôÀðÅé øÄáÌåÉ, ìÀòåÉìÈí; åÀëÈì äÇîÌåÉøÆä äÂìÈëÈä áÌÄôÀðÅé øÄáÌåÉ, çÇéÌÈá îÄéúÈä. 4 ¿A quién se le considera divergente de su Rav? a alguien que designa para sí un Midrash y enseña en él sin permiso de su Rav, mientras él aún vive, aunque se halle en otro país. Le está a uno prohibido instruir ante su Rav siempre y aquel que enseña halakhá ante su Rav es pasible de muerte.
ä [â] äÈéÈä áÌÅéðåÉ åÌáÅéï øÄáÌåÉ ùÑÀðÅéí òÈùÒÈø îÄéì, åÀùÑÈàÇì ìåÉ àÈãÈí ãÌÀáÇø äÂìÈëÈä--îËúÌÈø ìÀäÈùÑÄéá. åÌìÀäÇôÀøÄéùÑ îÄï äÈàÄñÌåÌø--àÇôÄìÌåÌ áÌÄôÀðÅé øÄáÌåÉ, îËúÌÈø ìÀäåÉøåÉú. ëÌÅéöÇã: ëÌÀâåÉï ùÑÆøÈàÈä àÈãÈí òåÉùÒÆä ãÌÈáÈø äÈàÈñåÌø îÄôÌÀðÅé ùÑÆìÌÉà éÈãÇò áÌÀàÄñÌåÌøåÉ, àåÉ îÄôÌÀðÅé øÄùÑÀòåÉ--éÅùÑ ìåÉ ìÀäÇôÀøÄéùÑåÉ, åÀìåÉîÇø ìåÉ ãÌÈáÈø æÆä àÈñåÌø, åÀàÇôÄìÌåÌ áÌÄôÀðÅé øÄáÌåÉ, åÀàÇó òÇì ôÌÄé ùÑÆìÌÉà ðÈúÇï ìåÉ øÄáÌåÉ øÀùÑåÌú: ùÑÆëÌÈì îÈ÷åÉí ùÑÆéÌÅùÑ çÄìÌåÌì äÇùÌÑÅí, àÅéï çåÉìÀ÷Äéï ëÌÈáåÉã ìÈøÈá. 5 Si entre él y su Rav hubieran doce “mil” y alguien le preguntara una halakhá, le está permitido responder y si se tratara de evitar una transgresión, incluso ante su Rav, le está permitido hacerlo. ¿En qué casos? si viera a una persona transgredir por desconocimiento o maldad, ha de evitarlo diciéndole que tal cosa está prohibida, incluso delante de su Rav, a pesar de que él no se lo permitió ya que cuando se corre el riesgo de que sea profanado el Nombre Divino no se honra al Rav.
å áÌÇîÌÆä ãÌÀáÈøÄéí àÂîåÌøÄéí, áÌÀãÈáÈø ùÑÆðÌÄ÷ÀøÉà ðÄ÷ÀøÆä; àÂáÈì ìÄ÷ÀáÌÉòÇ òÇöÀîåÉ ìÇäåÉøÈàÈä, åÀìÅéùÑÅá åÌìÀäåÉøåÉú ìÀëÈì ùÑåÉàÅì--àÇôÄìÌåÌ äåÌà áÌÀñåÉó äÈòåÉìÈí, åÀøÄáÌåÉ áÌÀñåÉó äÈòåÉìÈí--àÈñåÌø ìåÉ ìÀäåÉøåÉú òÇã ùÑÆéÌÈîåÌú øÄáÌåÉ, àÅìÈà àÄí ëÌÅï ðÈèÇì øÀùÑåÌú îÅøÄáÌåÉ. 6 ¿A que se hace referencia? a casos imprevistos ya que le está prohibido designarse instructor y sentarse a instruir a todo aquel que pregunte ni siquiera si él está de un lado del mundo y su Rav en el otro, hasta que muera su Rav, a menos que le haya solicitado permiso.
æ åÀìÉà ëÌÈì îÄé ùÑÆîÌÅú øÄáÌåÉ, îËúÌÈø ìåÉ ìÅéùÑÅá åÌìÀäåÉøåÉú áÌÇúÌåÉøÈä, àÅìÈà àÄí ëÌÅï äÈéÈä úÌÇìÀîÄéã ùÑÆäÄâÌÄéòÇ ìÇäåÉøÈàÈä. [ã] åÀëÈì úÌÇìÀîÄéã ùÑÆìÌÉà äÄâÌÄéòÇ ìÇäåÉøÈàÈä, åÌîåÉøÆä--äÂøÅé æÆä ùÑåÉèÆä øÈùÑÈò åÀâÇñ øåÌçÇ; åÀòÈìÈéå ðÆàÁîÈø "ëÌÄé-øÇáÌÄéí çÂìÈìÄéí, äÄôÌÄéìÈä" (îùìé æ,ëå). åÀëÅï çÈëÈí ùÑÆäÄâÌÄéòÇ ìÇäåÉøÈàÈä, åÀàÅéðåÌ îåÉøÆä--äÂøÅé æÆä îåÉðÅòÇ úÌåÉøÈä, åÀðåÉúÅï îÄëÀùÑåÉìåÉú ìÄôÀðÅé äÈòÄåÀøÄéí; åÀòÈìÈéå ðÆàÁîÈø "åÇòÂöËîÄéí, ëÌÈì-äÂøËâÆéäÈ" (ùí). 7 No a todo aquel cuyo Rav haya muerto le está permitido sentarse a enseñar Torá a menos que sea un alumno que haya llegado al grado de enseñanza, pero todo aquel que no haya llegado a ese grado e instruye es un imbécil, malvado y presuntuoso, diciéndose acerca de él: "ya que derribó a muchos cadáveres" (Pv. 7:26). Asimismo un Jakham que haya llegado al grado de enseñanza y no instruye priva de la Torá y pone obstáculos ante los ciegos, diciéndose acerca de él: "y muchísimos son sus muertos" (Ibídem).
ç àÅìÌåÌ äÇúÌÇìÀîÄéãÄéí äÇ÷ÌÀèÇðÌÄéí ùÑÆìÌÉà äÄøÀáÌåÌ úÌåÉøÈä ëÌÈøÈàåÌé, åÀäÆí îÀáÇ÷ÌÀùÑÄéí ìÀäÄúÀâÌÇãÌÇì áÌÄôÀðÅé òÇîÌÅé äÈàÈøÆõ åÌáÅéï àÇðÀùÑÅé òÄéøÈí, åÀ÷åÉôÀöÄéí åÀéåÉùÑÀáÄéí áÌÈøÉàùÑ ìÈãåÌï åÌìÀäåÉøåÉú áÌÀéÄùÒÀøÈàÅì--äÆí äÇîÌÇøÀáÌÄéí àÆú äÇîÌÇçÀìÀ÷åÉú, åÀäÆí äÇîÌÇçÀøÄéáÄéí àÆú äÈòåÉìÈí, åÀäÇîÌÀëÇáÌÄéí ðÅøÈäÌ ùÑÆìÌÇúÌåÉøÈä, åÀäÇîÌÀçÇáÌÀìÄéí ëÌÆøÆí ä' öÀáÈàåÉú. åÇòÂìÅéäÆí àÈîÇø ùÑÀìÉîÉä áÌÀçÈëÀîÈúåÉ, "àÆçÁæåÌ-ìÈðåÌ, ùÑËòÈìÄéí--ùÑËòÈìÄéí ÷ÀèÇðÌÄéí, îÀçÇáÌÀìÄéí ëÌÀøÈîÄéí" (ùéø äùéøéí á,èå). 8 Se trata de los pequeños alumnos que no han aprendido suficiente Torá, como es debido, y pretenden enaltecerse ante los “`amé ha-árets” y ante sus conciudadanos asentándose súbitamente a la cabeza juzgando e instruyendo a Israel; ellos generan disensiones y destruyen al mundo, siendo quienes apagan la luz de la Torá y destrozan el viñedo del Señor. Acerca de ellos dijo Shelomó en su sabiduría: "Atrapadnos a los zorros; pequeños zorros que destrozan viñedos" (Ct. 8:15).
è [ä] åÀàÈñåÌø ìåÉ ìÀúÇìÀîÄéã ìÄ÷ÀøåÉú ìÀøÄáÌåÉ áÌÄùÑÀîåÉ, åÀàÇôÄìÌåÌ ùÑÆìÌÉà áÌÀôÈðÈéå. åÀìÉà éÇæÀëÌÄéø ùÑÀîåÉ áÌÀôÈðÈéå, åÀàÇôÄìÌåÌ ìÄ÷ÀøåÉú ìÇàÂçÅøÄéí ùÑÆùÌÑÀîÈí ëÌÀùÑÅí øÄáÌåÉ, ëÌÀãÆøÆêÀ ùÑÆòåÉùÒÆä áÌÀùÑÅí àÈáÄéå; àÅìÈà éÀùÑÇðÌÆä ùÑÀîÈí, åÀàÇôÄìÌåÌ ìÀàÇçÇø îåÉúÈí--åÀäåÌà ùÑÆéÌÄäÀéÆä äÇùÌÑÅí ôÌÈìÄéà, ùÑÆëÌÈì äÇùÌÑåÉîÅòÇ éÅãÇò ùÑÀäåÌà ôÌÀìåÉðÄé. åÀìÉà éÄúÌÅï ùÑÈìåÉí ìÀøÄáÌåÉ àåÉ éÇçÀæÄéø ìåÉ ùÑÈìåÉí, ëÌÀãÆøÆêÀ ùÑÆðÌåÉúÀðÄéï äÈøÅòÄéí åÌîÇçÀæÄéøÄéï æÆä ìÀæÆä; àÅìÈà ùÑåÉçÆä ìÀôÈðÈéå, åÀàåÉîÅø ìåÉ áÌÀéÄøÀàÈä åÀëÈáåÉã, ùÑÈìåÉí òÈìÆéêÈ, øÄáÌÄé. åÀàÄí ðÈúÇï ìåÉ øÄáÌåÉ ùÑÈìåÉí, éÇçÀæÄéø ìåÉ, ùÑÈìåÉí òÈìÆéêÈ, øÄáÌÄé åÌîÈøÄé. 9 Le está prohibido a un alumno llamar a su Rav por su nombre incluso en su ausencia. Tampoco mencionará su nombre ante él incluso al llamar a otros cuyo nombre es como el suyo tal cual lo hace respecto del nombre de su padre, sino cambiará sus nombres, incluso después de haber fallecido. Aplícase ésto al caso de un nombre extraño que quien lo escuche sabrá de quién se trata. Tampoco ha de saludar a su Rav como lo hacen los amigos entre sí sino se inclinará ante él y le dirá con temor y honor: “¡shalóm `alékha Ribí!”. Y si su Rav le saludara le responderá: “¡shalóm `alékha Ribí uMorí!”.
é [å] åÀëÅï ìÉà éÇçÀìÉõ úÌÀôÄìÌÈéå áÌÄôÀðÅé øÄáÌåÉ, åÀìÉà éÈñÅá àÅìÈà éåÉùÑÅá ëÌÀéåÉùÑÅá ìÄôÀðÅé äÇîÌÆìÆêÀ. åÀìÉà éÄúÀôÌÇìÌÇì ìÄôÀðÅé øÄáÌåÉ, åÀìÉà ìÀàÇçÇø øÄáÌåÉ, åÀìÉà áÌÀöÇã øÄáÌåÉ; åÀàÅéï öÈøÄéêÀ ìåÉîÇø, ùÑÆàÈñåÌø ìåÉ ìÀäÇìÌÇêÀ áÌÀöÄãÌåÉ: àÅìÈà éÄúÀøÇçÇ÷ ìÀàÇçÇø øÄáÌåÉ, åÀìÉà éÀäÆà îÀëËåÌÈï ëÌÀðÆâÆã àÂçåÉøÈéå; åÀàÇçÇø ëÌÈêÀ éÄúÀôÌÇìÌÇì. åÀìÉà éÄëÌÈðÅñ òÄí øÄáÌåÉ, ìÇîÌÇøÀçÅõ. 10 Asimismo no se quitará sus Tefilín delante de su Rav ni se recostará sino se sentará como quien lo hace ante un Rey. Tampoco orará ni delante de su Rav ni detrás de él ni a su lado, y demás está decir que no caminará a su lado. Se colocará detrás de su Rav, sin estar directamente a sus espaldas, y entonces orará. Tampoco ha de entrar con su Rav al baño público.
éà ìÉà éÅùÑÅá áÌÄîÀ÷åÉí øÄáÌåÉ. åÀìÉà éÇëÀøÄéòÇ ãÌÀáÈøÈéå áÌÀôÈðÈéå, åÀìÉà éÄñÀúÌÉø àÆú ãÌÀáÈøÈéå. åÀìÉà éÅùÑÅá ìÀôÈðÈéå, òÇã ùÑÆéÌÉàîÇø ìåÉ ùÑÅá; åÀìÉà éÇòÂîÉã îÄìÌÀôÈðÈéå, òÇã ùÑÆéÌÉàîÇø ìåÉ òÂîÉã, àåÉ òÇã ùÑÆéÌÄèÌÉì øÀùÑåÌú ìÇòÂîÉã. åÌëÀùÑÆéÌÄôÌÈèÅø îÅøÄáÌåÉ, ìÉà éÇçÀæÄéø ìåÉ àÂçåÉøÈéå, àÅìÈà ðÄøÀúÌÈò ìÇàÂçåÉøÈéå, åÌôÈðÈéå ëÌÀðÆâÆã ôÌÈðÈéå. [æ] åÀçÇéÌÈá ìÇòÂîÉã îÄôÌÀðÅé øÄáÌåÉ, îÄùÌÑÆéÌÄøÀàÆðÌåÌ îÅøÈçåÉ÷ îÀìåÉà òÅéðÈéå, òÇã ùÑÆéÌÄúÀëÌÇñÌÆä îÄîÌÆðÌåÌ åÀìÉà éÄøÀàÆä ÷åÉîÈúåÉ; åÀàÇçÇø ëÌÈêÀ éÅùÑÅá. åÀçÇéÌÈá àÈãÈí ìÀäÇ÷ÀáÌÄéì àÆú ôÌÀðÅé øÄáÌåÉ, áÌÈøÆâÆì. 11 No se sentará en el lugar de su Rav ni conciliará sus palabras ante él ni las rebatirá. Tampoco se sentará ante él hasta que le diga: ¡Siéntate! ni se levantará hasta que le diga: ¡Levántate! o hasta que solicite levantarse. Cuando se retire de ante su Rav no le volteará su espalda sino caminará hacias atrás, estando su rostro frente a él. Debe levantarse ante su Rav desde que le vea y reconozca hasta que ya no le vea y, entonces, se sentará. Debe uno visitar a su Rav en las festividades.
éá [ç] àÅéï çåÉìÀ÷Äéï ëÌÈáåÉã ìÀúÇìÀîÄéã áÌÄôÀðÅé äÈøÈá, àÅìÈà àÄí ëÌÅï äÈéÈä ãÌÆøÆêÀ øÄáÌåÉ ìÇçÀìÉ÷ ìåÉ ëÌÈáåÉã. åÀëÈì îÀìÈàëåÉú ùÑÆäÈòÆáÆã òåÉùÒÆä ìÀøÄáÌåÉ, úÌÇìÀîÄéã òåÉùÒÆä ìÀøÄáÌåÉ; åÀàÄí äÈéÈä áÌÄîÀ÷åÉí ùÑÀàÅéï îÇëÌÄéøÄéï àåÉúåÉ, åÀìÉà äÈéåÌ ìåÉ úÌÀôÄìÌÄéï åÀçÈùÑ ùÑÆîÌÆà éÉàîÀøåÌ òÆáÆã äåÌà--àÅéðåÌ ðåÉòÅì ìåÉ îÇðÀòÈìåÉ, åÀìÉà çåÉìÀöåÉ. åÀëÈì äÇîÌåÉðÅòÇ úÌÇìÀîÄéãåÉ îÄìÌÀùÑÇîÌÀùÑåÉ--îåÉðÅòÇ îÄîÌÆðÌåÌ çÆñÆã, åÌôåÉøÅ÷ îÄîÌÆðÌåÌ éÄøÀàÇú ùÑÈîÇéÄí; åÀëÈì úÌÇìÀîÄéã ùÑÆîÌÀæÇìÀæÅì áÌÀãÈáÈø îÄëÌÈì ëÌÀáåÉã øÄáÌåÉ, âÌåÉøÅí ìÇùÌÑÀëÄéðÈä ùÑÆúÌÄñÀúÌÇìÌÇ÷ îÄéÌÄùÒÀøÈàÅì. 12 No se honra al alumno ante su Rav a menos que él acostumbre a hacerlo. Toda labor que un esclavo hace a su señor también un alumno la hace a su Rav, pero si está en un lugar donde es desconocido, no teniendo Tefilín, y presiente que dirán que es un esclavo, no le pone su calzado ni se lo saca. Todo aquel que evita que su alumno le sirva le priva de bondad y le despoja de su temor al Cielo. Asimismo todo alumno que desprecia algo concerniente al honor a su Rav causa que la Shekhiná se aparte de Israel.
éâ [è] øÈàÈä àÆú øÄáÌåÉ òåÉáÅø òÇì ãÌÄáÀøÅé úÌåÉøÈä, àåÉîÅø ìåÉ ìÄîÌÇãÀúÌÈðåÌ øÇáÌÅðåÌ ëÌÈêÀ åÀëÌÈêÀ. åÀëÈì æÀîÈï ùÑÆîÌÇæÀëÌÄéø ùÑÀîåÌòÈä áÌÀôÈðÈéå, àåÉîÅø ìåÉ ëÌÈêÀ ìÄîÌÇãÀúÌÈðåÌ øÇáÌÅðåÌ. åÀàÇì éÉàîÇø ãÌÈáÈø ùÑÆìÌÉà ùÑÈîÇò îÅøÄáÌåÉ, òÇã ùÑÆéÌÇæÀëÌÄéø ùÑÅí àåÉîÀøåÉ. åÌëÀùÑÆéÌÈîåÌú øÄáÌåÉ--÷åÉøÅòÇ ëÌÈì áÌÀâÈãÈéå, òÇã ùÑÀäåÌà îÀâÇìÌÆä àÆú ìÄáÌåÉ; åÀàÅéðåÌ îÀàÇçÆä, ìÀòåÉìÈí. 13 De ver a su Rav transgrediendo la Torá ha de decirle: “nos has enseñando, Maestro, tal y cual cosa”. Cuando recuerde una enseñanza ante él, ha de decirle: “así nos enseñaste, Maestro”. No dirá algo que no haya escuchado de su Rav hasta que recuerde quien lo dijo. Cuando muera su Rav ha de rasgarse su ropa hasta revelar su corazón; y no ha de zurcirla nunca.
éã áÌÇîÌÆä ãÌÀáÈøÄéí àÂîåÌøÄéí, áÌÀøÄáÌåÉ îËáÀäÈ÷ ùÑÆìÌÈîÇã îÄîÌÆðÌåÌ øÉá çÈëÀîÈúåÉ. àÂáÈì àÄí ìÉà ìÈîÇã îÄîÌÆðÌåÌ øÉá çÈëÀîÈúåÉ--äÂøÅé æÆä úÌÇìÀîÄéã çÈáÅø, åÀàÅéðåÌ çÇéÌÈá áÌÄëÀáåÉãåÉ áÌÀëÈì äÇãÌÀáÈøÄéí äÈàÅìÌåÌ; àÂáÈì òåÉîÅã îÄìÌÀôÈðÈéå, åÀ÷åÉøÅòÇ òÈìÈéå ëÌÀùÑÅí ùÑÀäåÌà ÷åÉøÅòÇ òÇì ëÌÈì äÇîÌÅúÄéí ùÑÀäåÌà îÄúÀàÇáÌÅì òÂìÅéäÆï. 14 ¿A qué se hace referencia? a su Rav principal del cual aprendió la mayor parte de su sabiduría, pero de no haber aprendido de él tanto, se trata de un condiscípulo, no debiéndole tales honores; pero ha de pararse ante él y ha de rasgarse por él como lo hace por el resto de los muertos por los cuales debe guardar luto.
èå àÇôÄìÌåÌ ìÉà ìÈîÇã îÄîÌÆðÌåÌ àÅìÈà ãÌÈáÈø àÆçÈã, áÌÅéï ÷ÈèÈï áÌÅéï âÌÈãåÉì--òåÉîÅã îÄìÌÀôÈðÈéå, åÀ÷åÉøÅòÇ òÈìÈéå. [é] åÀëÈì úÌÇìÀîÄéã çÂëÈîÄéí ùÑÆãÌÅòåÉúÈéå îÀëËåÌÈðåÉú--àÅéðåÌ îÀãÇáÌÅø áÌÄôÀðÅé îÄé ùÑÀäåÌà âÌÈãåÉì îÄîÌÆðÌåÌ áÌÀçÈëÀîÈä, àÇó òÇì ôÌÄé ùÑÆìÌÉà ìÈîÇã îÄîÌÆðÌåÌ ëÌÀìåÌí. 15 Incluso de no haber aprendido de él sino una sola cosa, ya sea pequeña o grande, se para ante él y se rasga por él. Todo alumno cuyas actitudes son correctas no habla ante aquel cuya sabiduría es mayor que la suya, a pesar de no haber aprendido nada de él.
èæ [éà] äÈøÈá äÇîÌËáÀäÈ÷ ùÑÆøÈöÈä ìÄîÀçÉì òÇì ëÌÀáåÉãåÉ áÌÀëÈì äÇãÌÀáÈøÄéí äÈàÅìÌåÌ, àåÉ áÌÀàÆçÈã îÅäÆï, ìÀëÈì úÌÇìÀîÄéãÈéå, àåÉ ìÀàÆçÈã îÅäÆï--äÈøÀùÑåÌú áÌÀéÈãåÉ. åÀàÇó òÇì ôÌÄé ùÑÆîÌÈçÇì, çÇéÌÈá äÇúÌÇìÀîÄéã ìÀäÇãÌÀøåÉ, åÀàÇôÄìÌåÌ áÌÀùÑÈòÈä ùÑÆîÌÈçÇì. 16 Si un Rav principal quisiera renunciar totalmente al trato honorable antedicho o a una parte de él para con todos sus alumnos o uno de ellos, tiene derecho a hacerlo. A pesar de eso debe el alumno reverenciarle incluso en el momento en que renuncia a ello.
éæ [éá] ëÌÀùÑÅí ùÑÆäÇúÌÇìÀîÄéãÄéí çÇéÌÈáÄéï áÌÄëÀáåÉã äÈøÈá, ëÌÈêÀ äÈøÈá öÈøÄéêÀ ìÀëÇáÌÇã àÆú úÌÇìÀîÄéãÈéå åÌìÀ÷ÈøÀáÈï: ëÌÈêÀ àÈîÀøåÌ çÂëÈîÄéí, éÀäÄé ëÌÀáåÉã úÌÇìÀîÄéãÈêÀ çÇáÌÄéá òÈìÆéêÈ, ëÌÀùÑÆìÌÇçÂáÅøÈêÀ. åÀöÈøÄéêÀ àÈãÈí ìÀäÄæÌÈäÅø áÌÀúÇìÀîÄéãÈéå, åÌìÀàÈäÃáÈï, ùÑÀäÆí äÇáÌÈðÄéí äÇîÌÀäÇðÌÄéï áÌÈòåÉìÈí äÇæÌÆä, åÀìÈòåÉìÈí äÇáÌÈà. 17 Así como los alumnos deben respetar a su Rav, él tiene que respetarles y acercarles. Así lo dijeron los Sabios: “qué te sea preciado el honor de tus alumnos como lo es el de tu semejante”. Debe uno cuidar de sus alumnos y amarles ya que ellos son los hijos que le satisfacen tanto en este mundo como en el venidero.
éç [éâ] äÇúÌÇìÀîÄéãÄéí îåÉñÄéôÄéï çÈëÀîÇú äÈøÈá, åÌîÇøÀçÄéáÄéï ìÄáÌåÉ. àÈîÀøåÌ çÂëÈîÄéí, äÇøÀáÌÅä çÈëÀîÈä ìÈîÇãÀúÌÄé îÅçÂáÅøÇé éÈúÅø îÅøÄáÌåÉúÇé, åÌîÄúÌÇìÀîÄéãÇé éÈúÅø îÄëÌËìÌÈí; åÌëÀùÑÅí ùÑÆòÅõ ÷ÈèÈï îÇãÀìÄé÷ àÆú äÇâÌÈãåÉì, ëÌÈêÀ úÌÇìÀîÄéã ÷ÈèÈï îÀçÇãÌÅã àÆú äÈøÈá, òÇã ùÑÆéÌåÉöÄéà îÄîÌÆðÌåÌ áÌÄùÑÀàÅìåÉúÈéå, çÈëÀîÈä îÀôÉàÈøÈä. 18 Los alumnos incrementan la sabiduría del Rav y extienden su comprensión. Dijeron los Sabios: “Aprendí más sabiduría de mis colegas que de mis maestros, pero de mis alumnos más que de todos”; y así como un pequeño leño enciende a uno grande el pequeño alumno agudiza al Rav hasta que sus preguntas le provoquen a él una sabiduría extraordinaria.

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