à
îÉùÑÆä øÇáÌÅðåÌ--ìÉà äÆàÁîÄéðåÌ áÌåÉ éÄùÒÀøÈàÅì, îÄôÌÀðÅé äÈàåÉúåÉú ùÑÆòÈùÒÈä: ùÑÆäÇîÌÇàÂîÄéï òÇì ôÌÄé äÈàåÉúåÉú--éÅùÑ áÌÀìÄáÌåÉ ãÌÉôÄé, ùÑÆàÄôÀùÑÈø ùÑÆéÌÅòÈùÒÆä äÈàåÉú áÌÀìÈàè åÀëÄùÌÑåÌó. àÅìÈà ëÌÈì äÈàåÉúåÉú ùÑÆòÈùÒÈä áÌÇîÌÄãÀáÌÈø, ìÀôÄé äÇöÌÉøÆêÀ òÂùÒÈàÈï--ìÉà ìÀäÈáÄéà øÀàÈéÈä òÇì äÇðÌÀáåÌàÈä: öÈøÇêÀ ìÀäÇùÑÀ÷ÄéòÇ àÆú äÇîÌÄöÀøÄéÌÄéí, ÷ÈøÇò àÆú äÇéÌÈí åÀäÄöÀìÄéìÈí áÌåÉ. öÈøÇëÀðåÌ ìÀîÈæåÉï, äåÉøÄéã ìÈðåÌ àÆú äÇîÌÈï. öÈîÀàåÌ, áÌÈ÷Çò ìÈäÆí àÆú äÈàÆáÆï. ëÌÈôÀøåÌ áÌåÉ òÂãÇú ÷ÉøÇç, áÌÈìÀòÈä àåÉúÈí äÈàÈøÆõ. åÀëÅï, ùÑÀàÈø ëÌÈì äÈàåÉúåÉú.
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1
A Moshé, nuestro Maestro, no le creyó el pueblo debido a las señales que le
mostró, ya que quien cree debido a ellas es de corazón imperfecto, porque puede que
se realice una señal por medio de un sortilegio o un hechizo. Sino todas las señales
que hizo en el desierto, las realizó cuando fue menester, no para apuntalar la profecía.
Le fue menester hundir a los egipcios,
rasgó al mar y los sumergió en él.
Necesitamos alimento, nos bajó
el “man”. Estuvieron sedientos, les quebró
la piedra. Renegó de él el séquito de Koraj,
la tierra le engulló.
E ídem respecto de las otras señales.
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á
åÌáÇîÌÆä äÆàÁîÄéðåÌ áÌåÉ, áÌÀîÇòÀîÇã äÇø ñÄéðÇé: ùÑÆòÅéðÅéðåÌ øÈàåÌ, åÀìÉà æÈø, åÀàÈæÀðÅéðåÌ ùÑÈîÀòåÌ, åÀìÉà àÇçÅø--äÈàÅùÑ åÀäÇ÷ÌåÉìåÉú åÀäÇìÌÇôÌÄéãÄéí. åÀäåÌà ðÄâÌÈùÑ àÆì äÈòÂøÈôÆì, åÀäÇ÷ÌåÉì îÀãÇáÌÅø àÅìÈéå; åÀàÈðåÌ ùÑåÉîÀòÄéí: îÉùÑÆä, îÉùÑÆä--ìÅêÀ àÁîÉø ìÈäÆí ëÌÈêÀ åÀëÌÈêÀ. åÀëÅï äåÌà àåÉîÅø "ôÌÈðÄéí áÌÀôÈðÄéí, ãÌÄáÌÆø ä' òÄîÌÈëÆí" (ãáøéí ä,ã), åÀðÆàÁîÈø "ìÉà àÆú-àÂáÉúÅéðåÌ, ëÌÈøÇú ä' àÆú-äÇáÌÀøÄéú äÇæÌÉàú" (ãáøéí ä,â).
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2
Y ¿debido a qué creyeron en él? A causa del evento del monte Sinaí, ya
que
nuestros ojos vieron, y no extraños; y nuestros oídos oyeron, y no los de otro.
El fuego, los estruendos y los rayos. Y él entró en la niebla y la voz le hablaba y
nosotros Lo escuchábamos “¡Moshé! ¡Moshé! ¡Ve y diles
tal y tal cosa!”. Siendo así como
Él lo dice: "Cara a cara habló el Señor con vosotros"
(Dt. 5:4), y dijo: "No con nuestros padres hizo el Señor este pacto"
(Dt. 5:3).
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â
åÌîÀðÇéÄï ùÑÆáÌÀîÇòÀîÇã äÇø ñÄéðÇé ìÀáÇãÌåÉ, äÄéà äÈøÀàÈéÈä ìÄðÀáåÌàÈúåÉ ùÑÀäÄéà àÁîÆú ùÑÀàÅéï áÌåÉ ãÌÉôÄé--ùÑÆðÌÆàÁîÈø "äÄðÌÅä àÈðÉëÄé áÌÈà àÅìÆéêÈ áÌÀòÇá äÆòÈðÈï, áÌÇòÂáåÌø éÄùÑÀîÇò äÈòÈí áÌÀãÇáÌÀøÄé òÄîÌÈêÀ, åÀâÇí-áÌÀêÈ éÇàÂîÄéðåÌ ìÀòåÉìÈí" (ùîåú éè,è): îÄëÌÀìÈì ùÑÆ÷ÌÉãÆí ãÌÈáÈø æÆä, ìÉà äÆàÁîÄéðåÌ áÌåÉ ðÆàÁîÈðåÌú ùÑÀäÄéà òåÉîÆãÆú ìÀòåÉìÈí, àÅìÈà ðÆàÁîÈðåÌú ùÑÆéÌÅùÑ àÇçÂøÆéäÈ äÄøÀäåÌø åÌîÇçÀùÑÈáÈä.
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3
Y ¿cúal es la prueba de que el evento del monte Sinaí definió la
irrefutabilidad de la veracidad de su profecía? lo escrito:
"yo me allego a tí en el espesor de la nube para que el pueblo escuche cuando te hable
y crean también en tí por siempre"
(Ex. 19:9). Sobreentendiéndose que antes del mismo no
le concedieron su eterna creencia sino una dubitativa y cuestionable.
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ã
[á] ðÄîÀöÀàåÌ àÅìÌåÌ ùÑÆùÌÑËìÌÇç ìÈäÆí, äÆí äÈòÅãÄéí òÇì ðÀáåÌàÈúåÉ ùÑÀäÄéà àÁîÆú, åÀàÅéðåÌ öÈøÄéêÀ ìÇòÂùÒåÉú ìÈäÆí àåÉú: ùÑÀäÆí åÀäåÌà àÆçÈã áÌÇãÌÈáÈø, ëÌÄùÑÀðÅé òÅãÄéí ùÑÆøÈàåÌ ãÌÈáÈø àÆçÈã áÌÀéÇçÇã--ùÑÆëÌÈì àÆçÈã îÅäÆí òÅã ìÇçÂáÅøåÉ ùÑÀäåÌà àåÉîÅø àÁîÆú, åÀàÅéï àÆçÈã îÅäÆí öÈøÄéêÀ ìÀäÈáÄéà øÀàÈéÈä ìÇçÂáÅøåÉ. ëÌÈêÀ îÉùÑÆä øÇáÌÅðåÌ--ëÌÈì éÄùÒÀøÈàÅì òÅãÄéí ìåÉ àÇçÇø îÇòÀîÇã äÇø ñÄéðÇé, åÀàÅéðåÌ öÈøÄéêÀ ìÇòÂùÒåÉú ìÈäÆí àåÉú.
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4
Es decir que aquellos a los que les fue enviado son los testigos de la veracidad de su
profecía, no siéndole menester hacer señar alguna ya que él y ellos
son equivalentes al respecto; tal como lo son don testigos que vieron algo a la vez, siendo
cada cual testigo de la veracidad del testimonio de su prójimo, no necesitando
ninguno presentar una prueba que lo apuntale al otro. Así sucede con Moshé, nuestro
Maestro, todo Israel le es testigo a partir del evento del Sinaí, siendo innecesario que
se le haga una señal.
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ä
åÀæÆä äåÌà ùÑÆàÈîÇø ìåÉ äÇ÷ÌÈãåÉùÑ áÌÈøåÌêÀ äåÌà áÌÄúÀçÄìÌÇú ðÀáåÌàÈúåÉ, áÌÀòÅú ùÑÆðÌÈúÇï ìåÉ äÈàåÉúåÉú ìÇòÂùÒåÉúÈï áÌÀîÄöÀøÇéÄí, åÀàÈîÇø ìåÉ "åÀùÑÈîÀòåÌ, ìÀ÷ÉìÆêÈ" (ùîåú â,éç): éÈãÇò îÉùÑÆä øÇáÌÅðåÌ ùÑÆäÇîÌÇàÂîÄéï òÇì ôÌÄé äÈàåÉúåÉú, éÅùÑ áÌÀìÄáÌåÉ ãÌÉôÄé åÌîÀäÇøÀäÅø åÌîÀçÇùÌÑÅá, åÀäÈéÈä ðÄùÑÀîÈè îÄìÌÅéìÅêÀ, åÀàÈîÇø "åÀäÅï ìÉà-éÇàÂîÄéðåÌ ìÄé" (ùîåú ã,à)--òÇã ùÑÆäåÉãÄéòåÉ äÇ÷ÌÈãåÉùÑ áÌÈøåÌêÀ äåÌà, ùÑÆàÅìÌåÌ äÈàåÉúåÉú àÅéðÈï àÅìÈà òÇã ùÑÆéÌÅöÀàåÌ îÄîÌÄöÀøÇéÄí; åÀàÇçÇø ùÑÆéÌÅöÀàåÌ åÀéÇòÇîÀãåÌ òÇì äÈäÈø äÇæÌÆä, éÄñÀúÌÇìÇ÷ äÇäÄøÀäåÌø ùÑÆîÌÀäÇøÀäÂøÄéï àÇçÂøÆéêÈ, ùÑÆàÂðÄé ðåÉúÅï ìÈêÀ ëÌÈàï àåÉú ùÑÆéÌÅãÀòåÌ ùÑÆàÂðÄé ùÑÀìÇçÀúÌÄéêÈ áÌÆàÁîÆú îÄáÌÇúÌÀçÄìÌÈä, åÀìÉà éÄùÌÑÈàÅø áÌÀìÄáÌÈï äÄøÀäåÌø. åÀäåÌà ùÑÆäÇëÌÈúåÌá àåÉîÅø "åÀæÆä-ìÌÀêÈ äÈàåÉú, ëÌÄé àÈðÉëÄé ùÑÀìÇçÀúÌÄéêÈ: áÌÀäåÉöÄéàÂêÈ àÆú-äÈòÈí, îÄîÌÄöÀøÇéÄí, úÌÇòÇáÀãåÌï àÆú-äÈàÁìÉäÄéí, òÇì äÈäÈø äÇæÌÆä" (ùîåú â,éá).
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5
Siendo esto lo que le asegurara el Santo, bendito Sea, al comenzar a profetizar, al proveerle
las señales que haría en Egipto, al decirle: "Y oirán tu voz"
(Ex. 3:18) ya que Moshé, nuestro Maestro, sabía
que quien cree debido a las señales es de dubitavivo e imperfecto corazón, por lo cual
escaqueaba el tener que ir diciendo: "ellos no me creerán"
(Ex. 4:1). Hasta que el Santo, bendito Sea, hizo
hincapié en que tales señales le servirían sólo hasta que salieran de
Egipto, y después de salir y presentarse ante este monte se desvanecería toda
duda que tuvieran a su respecto “ya que aquí te doy una señal irrefutable para que
comprendan que Yo realmente te envié desde el principio, y no albergará ya su
corazón duda alguna”. Diciéndolo así la Escritura:
"y ésta te será la señal de que Yo te he enviado; al sacar al pueblo de Egipto
serviréis a Dios en este monte" (Ex. 3:12).
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å
ðÄîÀöÅàúÈ àåÉîÅø, ùÑÆëÌÈì ðÈáÄéà ùÑÆéÌÇòÂîÉã àÇçÇø îÉùÑÆä øÇáÌÅðåÌ, àÅéï àÈðåÌ îÇàÂîÄéðÄéï áÌåÉ îÄôÌÀðÅé äÈàåÉú ìÀáÇãÌåÉ, ëÌÀãÅé ùÑÆðÌÉàîÇø àÄí éÇòÂùÒÆä àåÉú ðÄùÑÀîÇò ìåÉ ìÀëÈì îÇä ùÑÆéÌÉàîÇø; àÅìÈà îÄôÌÀðÅé äÇîÌÄöÀåÈä ùÑÆöÌÄåÌÈðåÌ îÉùÑÆä áÌÇúÌåÉøÈä, åÀàÈîÇø àÄí ðÈúÇï àåÉú, "àÅìÈéå, úÌÄùÑÀîÈòåÌï" (ãáøéí éç,èå): ëÌÀîåÉ ùÑÆöÌÄåÌÈðåÌ ìÇçÀúÌÉêÀ äÇãÌÈáÈø òÇì ôÌÄé ùÑÀðÅé òÅãÄéí, åÀàÇó òÇì ôÌÄé ùÑÀàÅéï àÈðåÌ éåÉãÀòÄéï àÄí àÁîÆú äÅòÄéãåÌ àÄí ùÑÆ÷Æø; ëÌÈêÀ îÄöÀåÈä ìÄùÑÀîÉòÇ îÄæÌÆä äÇðÌÈáÄéà, àÄí äÈàåÉú àÁîÆú àåÉ áÌÀëÄùÌÑåÌó åÀìÈàè.
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6
Es decir que a todo profeta que se presente después de Moshé, nuestro Maestro, no le
creemos debido a la señal únicamente, de modo que digamos “si realiza una
señal escucharemos todo lo que diga” sino debido al Precepto que nos
ordenó Moshé en la Torá al decirnos que de hacer una señal
"a él oiréis" (Dt. 18:15). Tal como nos ordenara
juzgar lo que sea según dos testigos, a pesar de no saber si su testimonio es verdadero o
falso; asimismo es un Precepto escuchar a tal profeta ya sea la señal verdadera u
obra de un hechizo o sortilegio.
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æ
[â] ìÀôÄéëÌÈêÀ àÄí òÈîÇã ðÈáÄéà åÀòÈùÒÈä àåÉúåÉú åÌîåÉôÀúÄéí âÌÀãåÉìÄéí, åÌáÄ÷ÌÇùÑ ìÀäÇëÀçÄéùÑ ðÀáåÌàÈúåÉ ùÑÆìÌÀîÉùÑÆä øÇáÌÅðåÌ--àÅéï ùÑåÉîÀòÄéï ìåÉ; åÀàÈðåÌ éåÉãÀòÄéï áÌÇéÌÅçåÌã ùÑÆàåÉúÈï äÈàåÉúåÉú áÌÀìÈàè åÀëÄùÌÑåÌó äÆï, ìÀôÄé ùÑÆðÌÀáåÌàÇú îÉùÑÆä øÇáÌÅðåÌ àÅéðÈäÌ òÇì ôÌÄé äÈàåÉúåÉú ëÌÀãÅé ùÑÆðÌÇòÂøÉêÀ àåÉúåÉú æÆä ìÀàåÉúåÉú æÆä, àÅìÈà áÌÀòÅéðÅéðåÌ øÀàÄéðåÌäÈ åÌáÀàÈæÀðÅéðåÌ ùÑÀîÇòÀðåÌäÈ, ëÌÀîåÉ ùÑÆùÌÑÈîÇò äåÌà.
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7
Por lo tanto, si se presenta un profeta y hace grandiosas señales y maravillas
procurando rebatir la profecía de Moshé, nuestro Maestro, no le escucharemos,
percatándonos de que tales señales son hechizos y sortilegios, ya que la
profecía de Moshé, nuestro Maestro,
no depende de señales para que comparemos las del uno con las del otro sino con
nuestros ojos la vimos y con nuestros oídos la oímos,
como él la oyó.
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ç
äÇà ìÀîÇä äÇãÌÈáÈø ãÌåÉîÆä: ìÀòÅãÄéí ùÑÆäÅòÄéãåÌ ìÀàÈãÈí òÇì ãÌÈáÈø ùÑÆøÈàÈä áÌÀòÅéðÈéå, ùÑÀàÅéðåÌ ëÌÀîåÉ ùÑÆøÈàÈä--ùÑÀàÅéðåÌ ùÑåÉîÅòÇ ìÈäÆï, àÅìÈà éåÉãÅòÇ áÌÇåÌÇãÌÇàé ùÑÀäÆï òÅãÅé ùÑÆ÷Æø.
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8
¿A qué se asemeja tal situación? A la de testigos que testimoniaron
que lo que un hombre vió con sus ojos “no es tal cual lo viera”; haciéndo
tal hombre caso omiso de lo que afirman ya que
sabe con veracidad que son testigos falsos.
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è
ìÀôÄéëÌÈêÀ àÈîÀøÈä úÌåÉøÈä ùÑÀàÄí áÌÈà äÈàåÉú åÀäÇîÌåÉôÅú, "ìÉà úÄùÑÀîÇò, àÆì-ãÌÄáÀøÅé äÇðÌÈáÄéà äÇäåÌà" (ãáøéí éâ,ã): ùÑÆäÂøÅé æÆä áÌÈà àÅìÆéêÈ áÌÀàåÉú åÌîåÉôÅú, ìÀäÇëÀçÄéùÑ îÇä ùÑÆøÈàÄéúÈ áÌÀòÅéðÆéêÈ; åÀäåÉàÄéì åÀàÅéï àÈðåÌ îÇàÂîÄéðÄéï áÌÀîåÉôÅú, àÅìÈà îÄôÌÀðÅé äÇîÌÄöÀåÈä ùÑÆöÌÄåÌÈðåÌ îÉùÑÆä, äÅéàÇêÀ ðÀ÷ÇáÌÇì îÅàåÉú æÆä ùÑÆáÌÈà ìÀäÇëÀçÄéùÑ ðÀáåÌàÈúåÉ ùÑÆìÌÀîÉùÑÆä, ùÑÆøÈàÄéðåÌ åÀùÑÆùÌÑÈîÇòÀðåÌ.
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9
Por lo tanto dijo la Torá que si
se produce tal señal o maravilla
"No escucharás lo que dijera tal profeta" (Dt. 13:4).
Ya que éste se te acerca haciendo una señal y una maravilla para negar aquello que
viste con tus ojos; y considerando que no acreditamos la maravilla sino debido al Precepto que
nos ordenara Moshé, ¿cómo aceptaremos la señal de éste que viene a negar
la profecía de Moshé que vimos y escuchamos?.
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