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äÄìÀëÌåÉú éÀñåÉãÅé äÇúÌåÉøÈä Las Leyes de los Fundamentos de la Torá

ôÌÅøÆ÷ à Capítulo Uno

à éÀñåÉã äÇéÌÀñåÉãåÉú åÀòÇîÌåÌã äÇçÈëÀîåÉú, ìÅéãÇò ùÑÆéÌÅùÑ ùÑÈí îÈöåÌé øÄàùÑåÉï. åÀäåÌà îÇîÀöÄéà ëÌÈì äÇðÌÄîÀöÈà; åÀëÈì äÇðÌÄîÀöÈàÄéí îÄï ùÑÈîÇéÄí åÈàÈøÆõ åÌîÇä áÌÅéðÅéäÆí, ìÉà ðÄîÀöÀàåÌ àÅìÈà îÅàÂîÄúÌÇú äÄîÌÈöÀàåÉ. [á] åÀàÄí éÇòÂìÆä òÇì äÇãÌÇòÇú ùÑÀäåÌà àÅéðåÌ îÈöåÌé, àÅéï ãÌÈáÈø àÇçÅø éÈëåÉì ìÀäÄîÌÈöÉàåú. [â] åÀàÄí éÇòÂìÆä òÇì äÇãÌÇòÇú ùÑÀàÅéï ëÌÈì äÇðÌÄîÀöÈàÄéí îÄìÌÀáÇãÌåÉ îÀöåÌéÄéí, äåÌà ìÀáÇãÌåÉ éÄäÀéÆä îÈöåÌé åÀìÉà éÄáÌÈèÅì äåÌà ìÀáÄèÌåÌìÈí: ùÑÆëÌÈì äÇðÌÄîÀöÈàÄéí öÀøÄéëÄéï ìåÉ; åÀäåÌà áÌÈøåÌêÀ äåÌà àÅéðåÌ öÈøÄéêÀ ìÈäÆí, åÀìÉà ìÀàÆçÈã îÅäÆí. 1 El principal de los funtamentos y el pilar de la sabiduría es comprender que hay un primer Existente. Y Él causa todo lo existente; y todo lo existente, desde el cielo hasta la tierra y lo que hay entre ellos, no existiría de no ser por su veracidad existencial. Y de suponerse que Él no existiera ninguna otra cosa podría existir. Y de suponerse que no existiera existencia alguna a excepción de la suya, sólo Él existiría, no anulándose debido a la anulación del resto ya que todo lo existente le necesita, no necesitando Él, bendito Sea, ni siquiera de uno de ellos.
á ìÀôÄéëÌÈêÀ àÅéï àÂîÄúÌÈúåÉ ëÌÇàÂîÄúÌÇú àÆçÈã îÅäÆí. [ã] äåÌà ùÑÆäÇðÌÈáÄéà àåÉîÅø "åÇä' àÁìÉäÄéí àÁîÆú" (éøîéäå é,é)--äåÌà ìÀáÇãÌåÉ äÈàÁîÆú, åÀàÅéï ìÀàÇçÅø àÁîÆú ëÌÇàÂîÄúÌåÉ. åÀäåÌà ùÑÆäÇúÌåÉøÈä àåÉîÆøÆú "àÅéï òåÉã, îÄìÌÀáÇãÌåÉ" (ãáøéí ã,ìä), ëÌÀìåÉîÇø àÅéï ùÑÈí îÈöåÌé àÁîÆú îÄìÌÀáÇãÌåÉ ëÌÀîåÉúåÉ. 2 Por lo tanto su veracidad existencial no es como la de ellos. Siendo ésto lo que dice el profeta: "Y el Señor, Dios, es la verdad" (Jr. 10:10) Suya es la veracidad existencial, careciendo cualquier otro de una como la Suya. Siendo ésto lo que dice la Torá: "no hay otro aparte de Él" (Dt. 4:35), es decir que no existe existencia alguna aparte de la Suya, como Él.
â [ä] äÇîÌÈöåÌé äÇæÌÆä--äåÌà àÁìåÉäÌÇ äÈòåÉìÈí, àÂãåÉï ëÌÈì äÈàÈøÆõ. åÀäåÌà äÇîÌÇðÀäÄéâ äÇâÌÇìÀâÌÇì áÌÀëåÉçÇ ùÑÀàÅéï ìåÉ ÷Åõ åÀúÇëÀìÄéú, áÌÀëåÉçÇ ùÑÀàÅéï ìåÉ äÆôÀñÅ÷, ùÑÆäÇâÌÇìÀâÌÇì ñåÉáÅá úÌÈîÄéã, åÀàÅé àÄôÀùÑÈø ùÑÆéÌÄñÌÉá áÌÀìÉà îÀñÇáÌÅá; åÀäåÌà áÌÈøåÌêÀ äåÌà äÇîÌÀñÇáÌÅá àåÉúåÉ, áÌÀìÉà éÈã åÀìÉà âÌåÌó. 3 Tal Existente es el Dios del Universo, el Señor de toda la tierra. Siendo Él quien conduce al mundo con un fuerza infinita e indeleble, una fuerza ininterrumpida, ya que el planeta gira siempre, siendo imposible que girase careciendo de un rotador; siendo Él, bendito Sea, quien lo rueda, sin mano ni cuerpo.
ã [å] åÄéãÄéòÇú ãÌÈáÈø æÆä îÄöÀåÇú òÂùÒÅä, ùÑÆðÌÆàÁîÈø "àÈðÉëÄé ä' àÁìÉäÆéêÈ" (ùîåú ë,á; ãáøéí ä,å). åÀëÈì äÇîÌÇòÂìÆä òÇì ãÌÇòÀúÌåÉ ùÑÆéÌÅùÑ ùÑÈí àÁìåÉäÌÇ àÇçÅø, çåÌõ îÄæÌÆä--òåÉáÅø áÌÀìÉà úÇòÂùÒÆä, ùÑÆðÌÆàÁîÈø "ìÉà-éÄäÀéÆä ìÀêÈ àÁìÉäÄéí àÂçÅøÄéí, òÇì-ôÌÈðÈé" (ùîåú ë,á; ãáøéí ä,å); åÀëÈôÇø áÌÈòÄé÷Èø, ùÑÆæÌÆä äåÌà äÈòÄé÷Èø äÇâÌÈãåÉì ùÑÆäÇëÌÉì úÌÈìåÌé áÌåÉ. 4 Siendo la percatación de esto un Precepto Positivo, como está escrito: "Yo soy el Señor tu Dios" (Ex. 20:2; Dt. 5:6). Y todo aquel que infiera que existe una divinidad aparte de Él transgrede un Precepto Negativo , como está escrito: "no tendrás otros dioses" (Ex. 20:2; Dt. 5:6); y apostató del principio, ya que ese es el principal principio del cual todo depende.
ä [æ] àÁìåÉäÌÇ æÆä àÆçÈã äåÌà--àÅéðåÌ ìÉà ùÑÀðÇéÄí åÀìÉà éÈúÅø òÇì ùÑÀðÇéÄí, àÅìÈà àÆçÈã, ùÑÀàÅéï ëÌÀéÅçåÌãåÉ àÆçÈã îÄï äÈàÂçÈãÄéí äÇðÌÄîÀöÈàÄéí áÌÈòåÉìÈí: ìÉà àÆçÈã ëÌÀîÄéï ùÑÀäåÌà ëÌåÉìÅì àÂçÈãÄéí äÇøÀáÌÅä, åÀìÉà àÆçÈã ëÌÀâåÌó ùÑÀäåÌà ðÆçÀìÈ÷ ìÀîÇçÀìÈ÷åÉú åÀìÄ÷ÀöÈååÉú; àÅìÈà éÅçåÌã ùÑÀàÅéï éÅçåÌã àÇçÅø ëÌÀîåÉúåÉ áÌÈòåÉìÈí. 5 Este Dios es uno, no dos ni más de dos sino uno, no habiendo entre las otras unidades existentes una unicidad como la suya. No es uno como algo compuesto de muchas unidades ni uno como un cuerpo que se divide en aparatos y extremidades sino una unicidad como la cual no hay otra en el universo.
å àÄìÌåÌ äÈéåÌ äÈàÁìåÉäåÉú äÇøÀáÌÅä--äÈéåÌ âÌåÌôÄéï åÌâÀåÄéÌåÉú, îÄôÌÀðÅé ùÑÀàÅéï äÇðÌÄîÀðÄéï äÇùÌÑåÉåÄéï áÌÄîÀöÄéàÈúÈï ðÄôÀøÈãÄéï æÆä îÄæÌÆä àÅìÈà áÌÇîÌÀàÉøÈòÄéï ùÑÆéÌÆàÆøÀòåÌ äÇâÌåÌôåÉú åÀäÇâÌÀåÄéÌåÉú. åÀàÄìÌåÌ äÈéÈä äÇéÌåÉöÅø âÌåÌó åÌâÀåÄéÌÈä--äÈéÈä ìåÉ ÷Åõ åÀúÇëÀìÄéú, ùÑÀàÅé àÄôÀùÑÈø ìÄäÀéåÉú âÌåÌó ùÑÀàÅéï ìåÉ ÷Åõ. åÀëÈì ùÑÆéÌÅùÑ ìåÉ ÷Åõ åÀúÇëÀìÄéú, éÅùÑ ìÀëåÉçåÉ ÷Åõ åÈñåÉó. 6 De haber sido las divinidades muchas, habrían sido corporales y materiales ya que los contables de existencia semejante no se separan los unos de los otros sino como consecuencia de hechos que afectarían a los cuerpos y las materias. Y si fuera el Creador un cuerpo y una materia, tendría fin y término ya que es imposible que exista un cuerpo infinito. Y la fuerza de todo aquello que tiene fin y término tiene fin y conclusión.
æ åÅàìÉäÅéðåÌ áÌÈøåÌêÀ ùÑÀîåÉ, äåÉàÄéì åÀëåÉçåÉ àÅéï ìåÉ ÷Åõ åÀàÅéðåÌ ôÌåÉñÅ÷, ùÑÆäÂøÅé äÇâÌÇìÀâÌÇì ñåÉáÅá úÌÈîÄéã, àÅéï ëÌåÉçåÉ ëÌåÉçÇ âÌåÌó. åÀäåÉàÄéì åÀàÅéðåÌ âÌåÌó, ìÉà éÅàøÀòåÌ îÀàÉøÀòåÉú äÇâÌåÌôåÉú ëÌÀãÅé ùÑÆéÌÀäÆà ðÆçÀìÈ÷ åÀðÄôÀøÈã îÅàÇçÅø; ìÀôÄéëÌÈêÀ àÅé àÄôÀùÑÈø ùÑÆéÌÄäÀéÆä àÅìÈà àÆçÈã. åÄéãÄéòÇú ãÌÈáÈø æÆä--îÄöÀåÇú òÂùÒÅä, ùÑÆðÌÆàÁîÈø " ùÑÀîÇò, éÄùÒÀøÈàÅì:  éÀäåÈä àÁìÉäÅéðåÌ, éÀäåÈä àÆçÈã " (ãáøéí å,ã). 7 Y nuestro Dios, bendito sea su Nombre, por cuanto su fuerza es infinita e ininterrumpida ya que el planeta gira siempre, no es ella corporal. Y puesto que no es Él corpóreo, no le afectarán acontecimientos corporales que dividen y apartan de otro; por lo cual es imposible que sea sino uno. Y el percatarse de ésto es un Precepto Positivo como está escrito: "El Señor es nuestro Dios, el Señor es Uno" (Dt. 6:4).
ç äÂøÅé îÀôÉøÈùÑ áÌÇúÌåÉøÈä åÌáÇðÌÈáÄéà, ùÑÀàÅéï äÇ÷ÌÈãåÉùÑ áÌÈøåÌêÀ äåÌà âÌåÌó åÌâÀåÄéÌÈä: ùÑÆðÌÆàÁîÈø "ëÌÄé ä' àÁìÉäÅéëÆí, äåÌà äÈàÁìÉäÄéí áÌÇùÌÑÈîÇéÄí îÄîÌÇòÇì åÀòÇì äÈàÈøÆõ îÄúÌÈçÇú" (øàä ãáøéí ã,ìè; éäåùåò á,éà), åÀäÇâÌåÌó ìÉà éÄäÀéÆä áÌÄùÑÀðÅé îÀ÷åÉîåÉú. åÀðÆàÁîÈø "ëÌÄé ìÉà øÀàÄéúÆí, ëÌÈì-úÌÀîåÌðÈä" (ãáøéí ã,èå), åÀðÆàÁîÈø "åÀàÆì-îÄé úÀãÇîÌÀéåÌðÄé, åÀàÆùÑÀåÆä" (éùòéäå î,ëä); åÀàÄìÌåÌ äÈéÈä âÌåÌó, äÈéÈä ãÌåÉîÆä ìÄùÑÀàÈø âÌåÌôÄéí. 8 De hecho tanto la Torá como la Profecía expresan, implícitamente, que Dios, bendito Sea, carece de cuerpo y figura, como está escrito: "Pues el Señor vuestro Dios, Él es el Dios arriba en el cielo y abajo en la tierra" ( Vea Dt. 4:39; Jos. 2:11), no siendo posible para el cuerpo estar en dos lugares a la vez. Y como está escrito: "pues no visteis ninguna imagen" (Dt. 4:15), y como está escrito: "¿Y a quién me compararéis, y me le asemejaré?" (Is. 40:25 ); y de ser corpóreo se asemejaría al resto de los cuerpos.
è àÄí ëÌÅï îÇä äåÌà æÆä ùÑÆðÌÆàÁîÈø áÌÇúÌåÉøÈä "åÀúÇçÇú øÇâÀìÈéå" (ùîåú ëã,é), "ëÌÀúËáÄéí áÌÀàÆöÀáÌÇò àÁìÉäÄéí" (ùîåú ìà,éç; ãáøéí è,é), "éÇã-ä'" (ùîåú è,â; áîãáø éà,ëâ; ãáøéí á,èå), "òÅéðÅé ä'" (ãáøéí éà,éá), "àÈæÀðÅé ä'" (áîãáø éà,à; áîãáø éà,éç), åÀëÇéÌåÉöÆà áÌÄãÀáÈøÄéí äÇìÌÈìåÌ--äÇëÌÉì ìÀôÄé ãÌÇòÀúÌÈï ùÑÆìÌÄáÀðÅé àÈãÈí äåÌà, ùÑÀàÅéðÈï îÇëÌÄéøÄéï àÅìÈà äÇâÌåÌôåÉú; åÀãÄáÌÀøÈä úÌåÉøÈä ëÌÄìÀùÑåÉï áÌÀðÅé àÈãÈí. åÀäÇëÌÉì ëÌÄðÌåÌéÄéí äÆí, ëÌÀîåÉ ùÑÆðÌÆàÁîÈø "àÄí-ùÑÇðÌåÉúÄé áÌÀøÇ÷ çÇøÀáÌÄé" (ãáøéí ìá,îà), åÀëÄé çÆøÆá éÅùÑ ìåÉ åÌáÀçÆøÆá äåÌà äåÉøÅâ; àÅìÈà îÈùÑÈì, åÀäÇëÌÉì îÈùÑÈì. 9 Entonces, ¿qué significa lo dicho en la Torá: "y bajo sus pies" (Ex. 24:10), "escritas por el dedo de Dios" (Ex. 31:18; Dt. 9:10), "la mano del Señor" (Ex. 9:3; Nm. 11:23; Dt. 2:15), "los ojos del Señor" (Dt. 11:12), "oídos del Señor" (Nm. 11:1; Nm. 11:18), y cosas por el estilo? Todo se adapta a la capacidad de percepción de los humanos ya que éstos no comprenden sino lo corpóreo; así que la Torá utilizó lingüística humana. No siendo lo mencionado sino motes, como está escrito: "Si afilara el brillo de mi espada" (Dt. 32:41), ¿es qué acaso tiene un espada y con ella mata? No, sino es una ejemplificación, siendo todo lo anterior ejemplificaciones.
é øÀàÈéÈä ìÀãÈáÈø æÆä, ùÑÆðÌÈáÄéà àÆçÈã àåÉîÅø ùÑÆøÈàÈä äÇ÷ÌÈãåÉùÑ áÌÈøåÌêÀ äåÌà "ìÀáåÌùÑÅäÌ ëÌÄúÀìÇâ çÄåÌÈø" (ãðééàì æ,è), åÀàÇçÅø øÈàÈäåÌ "çÂîåÌõ áÌÀâÈãÄéí îÄáÌÈöÀøÈä" (éùòéäå ñâ,à); åÌîÉùÑÆä øÇáÌÅðåÌ òÇöÀîåÉ øÈàÈäåÌ òÇì äÇéÌÈí ëÌÀâÄáÌåÉø òåÉùÒÅä îÄìÀçÈîÈä, åÌáÀñÄéðÇé ëÌÄùÑÀìÄéçÇ öÄáÌåÌø òÈèåÌó. ìåÉîÇø ùÑÀàÅéï ìåÉ ãÌÀîåÌú åÀöåÌøÈä, àÅìÈà äÇëÌÉì áÌÀîÇøÀàÅä äÇðÌÀáåÌàÈä åÌáÇîÌÇçÂæÆä. åÇàÂîÄúÌÇú äÇãÌÈáÈø, àÅéï ãÌÇòÀúÌåÉ ùÑÆìÌÈàÈãÈí éÀëåÌìÈä ìÀäÇùÌÒÄéâåÉ åÌìÀçÈ÷ÀøåÉ; åÀæÆä äåÌà ùÑÆàÈîÇø äÇëÌÈúåÌá "äÇçÅ÷Æø àÁìåÉäÌÇ, úÌÄîÀöÈà; àÄí òÇã-úÌÇëÀìÄéú ùÑÇãÌÇé, úÌÄîÀöÈà" (àéåá éà,æ). 10 Un prueba de tal cosa es que un profeta vió a Dios, bendito Sea, "su vestido como la blanca nieve" (Dn. 7:9), mientras otro le vió "de escarlato ropaje desde Batserá" (Is. 63:1); viéndole Moshé Rabenu mismo sobre el mar como un valiente guerrero y vióle en el Sinaí cubierto como un Sheliaj Tsibur. Es decir que Él no tiene ni apariencia ni forma alguna, atribuyéndosele toda figuración a la profecía y a la visión. Y siendo la veracidad inherente imposible de ser comprendida y excogitada por raciocinio humano, refiriéndose a ésto la Escritura al decir "¿acaso la disquisición de Dios lograrás? o ¿acaso la finalidad del Todopoderoso discernirás?" (Jb. 11:7).
éà [é] îÇä äåÌà æÆä ùÑÆáÌÄ÷ÌÇùÑ îÉùÑÆä øÇáÌÅðåÌ ìÀäÇùÌÒÄéâ ëÌÀùÑÆàÈîÇø "äÇøÀàÅðÄé ðÈà, àÆú-ëÌÀáÉãÆêÈ" (ùîåú ìâ,éç)--áÌÄ÷ÌÇùÑ ìÅéãÇò àÂîÄúÌÇú äÄîÌÈöÀàåÉ ùÑÆìÌÀäÇ÷ÌÈãåÉùÑ áÌÈøåÌêÀ äåÌà, òÇã ùÑÆéÌÄäÀéÆä éÈãåÌòÇ áÌÀìÄáÌåÉ ëÌÀîåÉ éÀãÄéòÇú àÆçÈã îÄï äÈàÂðÈùÑÄéí ùÑÆøÈàÈä ôÌÈðÈéå åÀðÆçÀ÷À÷Èä öåÌøÈúåÉ áÌÀ÷ÄøÀáÌåÉ, ùÑÆðÌÄîÀöÈà àåÉúåÉ äÈàÄéùÑ ðÄôÀøÈã áÌÀãÇòÀúÌåÉ îÄùÌÑÀàÈø äÈàÂðÈùÑÄéí; ëÌÈêÀ áÌÄ÷ÌÇùÑ îÉùÑÆä øÇáÌÅðåÌ ìÄäÀéåÉú îÀöÄéàÇú äÇ÷ÌÈãåÉùÑ áÌÈøåÌêÀ äåÌà ðÄôÀøÆãÆú áÌÀìÄáÌåÉ îÄùÌÑÀàÈø îÀöÄéàÇú äÇðÌÄîÀöÈàÄéí, òÇã ùÑÆéÌÅãÇò àÂîÄúÌÇú äÄîÌÈöÀàåÉ ëÌÀîÇä ùÑÀäÄéà. åÆäÁùÑÄéáåÉ áÌÈøåÌêÀ äåÌà ùÑÀàÅéï ëÌåÉçÇ áÌÀãÇòÇú äÈàÈãÈí äÇçÇé ùÑÀäåÌà îÀçËáÌÈø îÄâÌåÌó åÀðÆôÆùÑ, ìÀäÇùÌÒÄéâ àÂîÄúÌÇú ãÌÈáÈø æÆä òÇì áÌÈøÀéåÉ. 11 ¿Qué fue lo que Moshé Rabenu pretendió excogitar cuando dijo: "Ruégote que me muestres tu gloria"? (Ex. 33:18) Pretendió entender la veracidad existencial de Dios, bendito Sea, hasta que le sea tan perceptible como lo es la percepción de cierta persona cuyo rostro viera y cuya figura se le fijara en su interior, siéndole así ella perceptiblemente individualizada del resto; asimismo pretendió Moshé Rabenu que la existencia de Dios, bendito Sea, le fuera individualizada en su corazón de la existencia del resto de lo existente, hasta que captase su veracidad existencial tal cual es. Y le respondió, bendito Sea, que el hombre viviente, debido a su constitución corpórea y espiritual, carece de la capacidad comprensiva necesaria para excogitar la veracidad de tal cosa plenamente.
éá åÀäåÉãÄéòåÉ áÌÈøåÌêÀ äåÌà îÇä ùÑÆìÌÉà éÈãÇò àÈãÈí ìÀôÈðÈéå åÀìÉà éÅãÇò ìÀàÇçÂøÈéå, òÇã ùÑÆäÄùÌÒÄéâ îÅàÂîÄúÌÇú äÄîÌÈöÀàåÉ ãÌÈáÈø ùÑÆðÌÄôÀøÇã äÇ÷ÌÈãåÉùÑ áÌÈøåÌêÀ äåÌà áÌÀãÇòÀúÌåÉ îÄùÌÑÀàÈø äÇðÌÄîÀöÈàÄéí, ëÌÀîåÉ ùÑÆéÌÄôÌÈøÅã àÆçÈã îÄï äÈàÂðÈùÑÄéí ùÑÆøÈàÈä àÂçåÉøÈéå, åÀäÄùÌÒÄéâ ëÌÈì âÌåÌôåÉ åÌîÇìÀáÌåÌùÑåÉ áÌÀãÇòÀúÌåÉ îÄùÌÑÀàÈø äÈàÂðÈùÑÄéí; åÀòÇì ãÌÈáÈø æÆä øÈîÇæ äÇëÌÈúåÌá, åÀàÈîÇø "åÀøÈàÄéúÈ, àÆú-àÂçÉøÈé; åÌôÈðÇé, ìÉà éÅøÈàåÌ" (ùîåú ìâ,ëâ). 12 Y le explicó, bendito Sea, aquello que nadie que le anteceda supo ni lo sabrá nadie que le preceda, hasta que excogitó de Su veracidad existencial algo perceptiblemente diferente en Él respecto del resto de lo existente. Tal cual individualizaría perceptiblemente a cierta persona, cuya espalda haya visto y haya excogitado todo su cuerpo y su vestimenta, respecto de otras; y este hecho lo insinuó la Escritura al decir: "y verás mi espalda, y mi rostro, no lo verás" (Ex. 33:23).
éâ [éà] åÀëÅéåÈï ùÑÆðÌÄúÀáÌÈøÇø ùÑÀàÅéðåÌ âÌåÌó åÌâÀåÄéÌÈä, éÄúÀáÌÈàÅø ùÑÆìÌÉà éÆàÆøÀòåÉ åÀìÉà àÆçÈã îÄîÌÀàÉøÀòåÉú äÇâÌåÌó: ìÉà çÄáÌåÌø åÀìÉà ôÌÅøåÌã, åÀìÉà îÈ÷åÉí åÀìÉà îÄãÌÈä, åÀìÉà òÂìÄéÌÈä åÀìÉà éÀøÄéãÈä, åÀìÉà éÈîÄéï åÀìÉà ùÒÀîÉàì, åÀìÉà ôÌÈðÄéí åÀìÉà àÈçåÉø, åÀìÉà éÀùÑÄéáÈä åÀìÉà òÂîÄéãÈä. åÀàÅéðåÌ îÈöåÌé áÌÇæÌÀîÈï, òÇã ùÑÆéÌÄäÀéÆä ìåÉ øÅàùÑÄéú åÀàÇçÂøÄéú åÌîÄðÀéÇï ùÑÈðÄéí; åÀàÅéðåÌ îÄùÑÀúÌÇðÌÆä, ùÑÀàÅéï ìåÉ ãÌÈáÈø ùÑÆéÌÄâÀøÉí ìåÉ ùÑÄðÌåÌé. 13 Y ya que se ha aclarado que no es ni un cuerpo ni una materia se sobreentiende que no le acontecería nada que afecte a un cuerpo; ni unión ni escisión, ni sitio ni dimensión, ni subida ni bajada, ni derecha ni izquierda, ni faz ni reverso, ni asentamiento ni erguimiento. Y no siendo su existencia temporal, carece de principio y fin, no afectándole el paso de los años; y no muta ya que no hay nada que le provoque cambio alguno.
éã åÀàÅéï ìåÉ ìÉà îÈåÆú åÀìÉà çÇéÌÄéí ëÌÀçÇéÌÅé äÇâÌåÌó äÇçÇé, åÀìÉà ñÄëÀìåÌú åÀìÉà çÈëÀîÈä ëÌÀçÈëÀîÇú äÈàÄéùÑ äÆçÈëÈí, ìÉà ùÑÄéðÈä åÀìÉà äÂ÷ÄéöÈä, åÀìÉà ëÌÇòÇñ åÀìÉà ùÒÀçåÉ÷, åÀìÉà ùÒÄîÀçÈä åÀìÉà òÇöÀáåÌú, åÀìÉà ùÑÀúÄé÷Èä åÀìÉà ãÌÄáÌåÌø ëÌÀãÄáÌåÌø äÈàÈãÈí. ëÌÈêÀ àÈîÀøåÌ çÂëÈîÄéí, àÅéï ìÀîÇòÀìÈä ìÉà éÀùÑÄéáÈä åÀìÉà òÂîÄéãÈä, ìÉà òÉøÆó åÀìÉà òÄôÌåÌé. 14 Y no le es peculiar ni la muerte ni la vida -tal cual la vive un cuerpo vivo-, ni la estupidez ni la sabiduría -cual aquella del hombre sabio-, ni el sueño ni el despertar, ni el enojo ni la risa, ni la felicidad ni la tristeza, ni el silencio ni el habla -cual el habla humana-. Tal cual lo dijeran los Sabios: "No hay arriba ni asentamiento ni erguimiento, ni cerviz ni faz".
èå [éá] åÀäåÉàÄéì åÀäÇãÌÈáÈø ëÌÈêÀ äåÌà, ëÌÈì äÇãÌÀáÈøÄéí äÇìÌÈìåÌ åÀëÇéÌåÉöÆà áÌÈäÆï ùÑÆðÌÆàÀîÀøåÌ áÌÇúÌåÉøÈä åÌáÀãÄáÀøÅé ðÀáÄéàÄéí--äÇëÌÉì îÈùÑÈì åÌîÀìÄéöÈä äÆí, ëÌÀîåÉ ùÑÆðÌÆàÁîÈø "éåÉùÑÅá áÌÇùÌÑÈîÇéÄí, éÄùÒÀçÈ÷" (úäéìéí á,ã), "ëÌÄòÂñåÌðÄé áÌÀäÇáÀìÅéäÆí" (ãáøéí ìá,ëà), "ëÌÇàÂùÑÆø-ùÒÈùÒ ä'" (ãáøéí ëç,ñâ), åÀëÇéÌåÉöÆà áÌÈäÆï. òÇì äÇëÌÉì àÈîÀøåÌ çÂëÈîÄéí, ãÌÄáÌÀøÈä úÌåÉøÈä ëÌÄìÀùÑåÉï áÌÀðÅé àÈãÈí. åÀëÅï äåÌà àåÉîÅø "äÇàÉúÄé äÅí îÇëÀòÄñÄéí" (éøîéäå æ,éè); äÂøÅé äåÌà àåÉîÅø "àÂðÄé ä', ìÉà ùÑÈðÄéúÄé" (îìàëé â,å), åÀàÄìÌåÌ äÈéÈä ôÌÀòÈîÄéí ëÌåÉòÅñ åÌôÀòÈîÄéí ùÒÈîÅçÇ, äÈéÈä îÄùÑÀúÌÇðÌÆä. åÀëÈì äÇãÌÀáÈøÄéí äÈàÅìÌåÌ àÅéðÈí îÀöåÌéÄéí àÅìÈà ìÇâÌåÌôÄéí äÈàÂôÅìÄéí äÇùÌÑÀôÈìÄéí, "ùÑÉëÀðÅé áÈúÌÅé-çÉîÆø--àÂùÑÆø-áÌÆòÈôÈø éÀñåÉãÈí" (àéåá ã,éè). àÂáÈì äåÌà áÌÈøåÌêÀ äåÌà éÄúÀòÇìÌÆä åÀéÄúÀøåÉîÅí, òÇì ëÌÈì æÆä. 15 Y siendo así, todas aquellas cosas -y sus semejantes- que se dijeran en la Torá y la profecía no son sino ejemplificaciones y metáforas, como está escrito: "El que mora en los cielos reirá" (Sal. 2:4), "ensañáronme con sus nonadas" (Dt. 32:21), "que como regocíjase el Señor" (Dt. 28:63), y otras semejantes. Acerca de todo eso dijeron los Sabios: "La Torá utilizó lingüística humana". Y así también dice Él: "¿Acaso a mí me encrespan?" (Jr. 7:19); asimismo dice Él: "el Señor, no mudó" (Ml. 3:6), y de estar a veces furioso y a veces alegre denotaría mudanzas. Y todas esas reacciones no son propias sino de los cuerpos toscos y bajos "quienes habitan casas de arcilla cuyos fundamentos están en el polvo" (Jb. 4:19). Pero Él, bendito Sea, se eleva y ensalza allende todo eso.


ôÌÅøÆ÷ á Capítulo Dos

à äÈàÅì äÇðÌÄëÀáÌÈã åÀäÇðÌåÉøÈà äÇæÌÆä--îÄöÀåÈä ìÀàÈäÃáåÉ åÌìÀéÄøÀàÈä îÄîÌÆðÌåÌ, ùÑÆðÌÆàÁîÈø "åÀàÈäÇáÀúÌÈ, àÅú ä' àÁìÉäÆéêÈ" (ãáøéí å,ä; ãáøéí éà,à) åÀðÆàÁîÈø "àÆú-ä' àÁìÉäÆéêÈ úÌÄéøÈà" (ãáøéí å,éâ; ãáøéí é,ë). [á] åÀäÅéàÇêÀ äÄéà äÇãÌÆøÆêÀ ìÀàÇäÂáÈúåÉ, åÀéÄøÀàÈúåÉ: áÌÀùÑÈòÈä ùÑÆéÌÄúÀáÌåÉðÅï äÈàÈãÈí áÌÀîÇòÂùÒÈéå åÌáÀøåÌàÈéå äÇðÌÄôÀìÈàÄéí äÇâÌÀãåÉìÄéí, åÀéÄøÀàÆä îÅäÆí çÈëÀîÈúåÉ ùÑÀàÅéï ìÈäÌ òÅøÆêÀ åÀìÉà ÷Åõ--îÄéÌÈã äåÌà àåÉäÅá åÌîÀùÑÇáÌÅçÇ åÌîÀôÈàÅø åÌîÄúÀàÇåÌÆä úÌÇàÂåÈä âÌÀãåÉìÈä ìÅéãÇò äÇùÌÑÅí äÇâÌÈãåÉì, ëÌÀîåÉ ùÑÆàÈîÇø ãÌÈåÄéã "öÈîÀàÈä ðÇôÀùÑÄé, ìÅàìÉäÄéí--ìÀàÅì çÈé" (úäéìéí îá,â). 1 Es un Precepto amar y temer a este Dios glorioso y temible, como está escrito: "Y amarás al Señor tu Dios" (Dt. 6:5; Dt. 11:1) y asimismo está escrito: "Al Señor, tu Dios, temerás" (Dt. 6:13; Dt. 10:20). ¿Y de qué modo han de cristalizar el amor y el temor a Él? En cuanto el hombre medite acerca de Sus grandiosamente maravillosas acciones y creaciones, y por su causa advierta Su inconmesurable e infinita sabiduría, inmediatamente se colmará de amor y Le loará y Le glorificará y anhelará enormemente entender al gran Nombre, tal cual lo dijera David: "Sedienta está mi alma por Dios ¡Por el Dios viviente!" (Sal. 42:3).
á åÌëÀùÑÆîÌÀçÇùÌÑÅá áÌÇãÌÀáÈøÄéí äÈàÅìÌåÌ òÇöÀîÈï, îÄéÌÈã äåÌà ðÄøÀúÌÈò ìÇàÂçåÉøÈéå, åÀéÄéøÈà åÀéÄôÀçÇã åÀéÅãÇò ùÑÀäåÌà áÌÄøÀéÈä ÷ÀèÇðÌÈä ùÑÀôÈìÈä àÂôÅìÈä, òåÉîÅã áÌÀãÇòÇú ÷ÇìÌÈä îÀòåÌèÈä ìÄôÀðÅé úÌÀîÄéí ãÌÅòåÉú, ëÌÀîåÉ ùÑÆàÈîÇø ãÌÈåÄéã "ëÌÄé-àÆøÀàÆä ùÑÈîÆéêÈ . . . îÈä-àÁðåÉùÑ ëÌÄé-úÄæÀëÌÀøÆðÌåÌ" (úäéìéí ç,ã-ä). 2 Y cuando piensa en esas mismas cosas inmediatamente se convulsiona hasta perder el equilibrio, y temerá y se asustará y percibirá que no es sino una criatura pequeña y baladí de conocimiento endeble y escaso presente ante el Omnisapiente, tal cual lo dijera David: "Cuando veo tus cielos...¿Qué es el humano para que le recuerdes?" (Sal. 8:4-5).
â åÌìÀôÄé äÇãÌÀáÈøÄéí äÈàÅìÌåÌ àÂðÄé îÀáÈàÅø ëÌÀìÈìÄéí âÌÀãåÉìÄéí îÄîÌÇòÂùÒÆä øÄáÌåÉï äÈòåÉìÈîÄéí, ëÌÀãÅé ùÑÆéÌÄäÀéåÌ ôÌÆúÇç ìÇîÌÅáÄéï ìÆàÁäÉá àÆú äÇùÌÑÅí, ëÌÀîåÉ ùÑÆàÈîÀøåÌ çÂëÈîÄéí áÌÀòÄðÀéÇï àÇäÂáÈä, ùÑÆîÌÄúÌåÉêÀ ëÌÈêÀ àÇúÌÈä îÇëÌÄéø àÆú îÄé ùÑÆàÈîÇø åÀäÈéÈä äÈòåÉìÈí. 3 Y conforme a lo antedicho yo esclarezco magnas reglas respecto de las acciones del Señor de los mundos que al entendedor le servirán de portal al amor al Nombre, tal cual lo dijeran nuestros Sabios -de vendita memoria- al referirse al amor "a través de él tú reconoces a Aquel cuyo dicho realizara al mundo"
ã [â] ëÌÈì îÇä ùÑÆáÌÈøÈà äÇ÷ÌÈãåÉùÑ áÌÈøåÌêÀ äåÌà áÌÀòåÉìÈîåÉ, ðÆçÀìÈ÷ ìÄùÑÀìåÉùÑÈä çÂìÈ÷Äéí: îÅäÆí áÌÀøåÌàÄéí ùÑÀäÆí îÀçËáÌÈøÄéí îÄâÌÉìÆí åÀöåÌøÈä--åÀäÆí ðÆäÁåÄéí åÀðÄôÀñÈãÄéí úÌÈîÄéã, ëÌÀîåÉ âÌåÌôåÉú äÈàÈãÈí åÀäÇáÌÀäÅîÈä åÀäÇöÌÀîÈçÄéí åÀäÇîÌÇúÌÈëåÉú. åÌîÅäÆí áÌÀøåÌàÄéí ùÑÀäÆí îÀçËáÌÈøÄéí îÄâÌÉìÆí åÀöåÌøÈä, àÂáÈì àÅéðÈí îÄùÑÀúÌÇðÌÄéí îÄâÌåÌó ìÀâåÌó åÌîÄöÌåÌøÈä ìÀöåÌøÈä ëÌÀîåÉ äÈøÄàùÑåÉðÄéí, àÅìÈà öåÌøÈúÈí ÷ÀáåÌòÈä áÌÀâËìÀîÈí ìÀòåÉìÈí, åÀàÅéðÈí îÄùÑÀúÌÇðÌÄéí ëÌÀîåÉ àÅìÌåÌ--åÀäÆí äÇâÌÇìÀâÌÇìÌÄéí åÀäÇëÌåÉëÈáÄéí ùÑÆáÌÈäÆï, åÀàÅéï âÌËìÀîÈí ëÌÄùÑÀàÈø âÌÀìÈîÄéí åÀìÉà öåÌøÈúÈí ëÌÄùÑÀàÈø öåÌøåÉú. 4 Todo lo que el Santo, bendito Sea, creara en Su universo se divide en tres géneros: hay entre ellos creaciones compuestas por materia y esencia, formándose y descomponiéndose siempre, tal cual les ocurre a los cuerpos humanos y los animales y los vegetales y los metales. Y hay entre ellos creaciones compuestas por materia y esencia, pero sus cuerpos y esencia no se transforman como los antedichos, siendo su esencia permanente en su materia eternamente, no transformándose como aquellos, se trata de los zodiacos y las estrellas que hay en ellos, no siendo su materia como el resto ni su esencia como la de las demás.
ä åÌîÅäÆí áÌÀøåÌàÄéí öåÌøÈä áÌÀìÉà âÌÉìÆí ëÌÀìÈì--åÀäÆí äÇîÌÇìÀàÈëÄéí, ùÑÆäÇîÌÇìÀàÈëÄéí àÅéðÈí âÌåÌó åÌâÀåÄéÌÈä, àÅìÈà öåÌøåÉú ðÄôÀøÈãåÉú æåÉ îÄæÌåÉ. [ã] åÌîÇä äåÌà æÆä ùÑÆäÇðÌÀáÄéàÄéí àåÉîÀøÄéí ùÑÆøÈàåÌ äÇîÌÇìÀàÈêÀ àÅùÑ åÌáÇòÇì ëÌÀðÈôÇéÄí--äÇëÌÉì áÌÀîÇøÀàÅä äÇðÌÀáåÌàÈä åÀãÆøÆêÀ çÄéãÈä, ìåÉîÇø ùÑÀàÅéðåÌ âÌåÌó åÀàÅéðåÌ ëÌÈáÅã ëÌÇâÌåÌôåÉú äÇëÌÀáÅãÄéí, ëÌÀîåÉ ùÑÆðÌÆàÁîÈø "ëÌÄé ä' àÁìÉäÆéêÈ, àÅùÑ àÉëÀìÈä äåÌà" (ãáøéí ã,ëã), åÀàÅéðåÌ àÅùÑ àÅìÈà îÈùÑÈì. åÌëÀîåÉ ùÑÆðÌÆàÁîÈø "òÉùÒÆä îÇìÀàÈëÈéå, øåÌçåÉú" (úäéìéí ÷ã,ã). 5 Y hay entre ellos criaturas de forma totalmente inmaterial, siendo ellas los ángeles ya que ellos no son corpóreos sino formas separadas la una de la otra. ¿Qué significa entonces lo que dicen los Profetas que vieron a cierto ángel incandescente y alado? Todo según la visión profética y metafóricamente, queriendo decir que es incorpóreo y carente de peso como los cuerpos pesados, como está escrito "Porque el Señor, tu Dios, es fuego que consume" (Dt. 4:24) no siendo fuego sino solo una ejemplificación, tal cual está escrito: "Hace de Sus ángeles vientos" (Sal. 104:4)
å [ä] åÌáÇîÌÆä éÄôÌÈøÀãåÌ äÇöÌåÌøåÉú æåÉ îÄæÌåÉ, åÇäÂøÅé àÅéðÈï âÌåÌôÄéï--ìÀôÄé ùÑÀàÅéðÈï ùÑåÉåÄéï áÌÄîÀöÄéàÈúÈï, àÅìÈà ëÌÈì àÆçÈã îÅäÆï ìÀîÇèÌÈä îÄîÌÇòÂìÈúåÉ ùÑÆìÌÇçÂáÅøåÉ åÀäåÌà îÈöåÌé îÄëÌåÉçåÉ æÆä ìÀîÇòÀìÈä îÄæÌÆä; åÀäÇëÌÉì ðÄîÀöÈàÄéí îÄëÌåÉçåÉ ùÑÆìÌÀäÇ÷ÌÈãåÉùÑ áÌÈøåÌêÀ äåÌà åÀèåÌáåÉ. åÀæÆä äåÌà ùÑÆøÈîÇæ ùÑÀìÉîÉä áÌÀçÈëÀîÈúåÉ åÀàÈîÇø "ëÌÄé âÈáÉäÌÇ îÅòÇì âÌÈáÉäÌÇ, ùÑÉîÅø, åÌâÀáÉäÄéí, òÂìÅéäÆí" (÷åäìú ä,æ). 6 Y ¿qué diferencia a estas entidades la una de la otra? Ya que son incorpóreas y no son de equivalente existencia sino cada una de ellas está por debajo del nivel de encumbramiento de su semejante, dependiendo su existencia de la del anterior nivel. Y existiendo todas por el poder del Santo, bendito Sea, y su bondad. Siendo ésto lo que insinuó Shelomó, según su sabiduría, y dijo: "ya que uno más alto que el alto vigila, habiendo más altos sobre ellos" (Ecl. 5:7).
æ [å] æÆä ùÑÆàÈîÇøÀðåÌ ìÀîÇèÌÈä îÄîÌÇòÂìÈúåÉ, àÅéðÈäÌ îÇòÂìÇú îÈ÷åÉí ëÌÀîåÉ àÈãÈí ùÑÆéÌåÉùÑÅá ìÀîÇòÀìÈä îÅçÂáÅøåÉ; àÅìÈà ëÌÀîåÉ ùÑÆàåÉîÀøÄéï áÌÄùÑÀðÅé çÂëÈîÄéí ùÑÆàÆçÈã âÌÈãåÉì îÅçÂáÅøåÉ áÌÀçÈëÀîÈä, ùÑÀäåÌà ìÀîÇòÀìÈä îÄîÌÇòÂìÈúåÉ ùÑÆìÌÀæÆä, åÌëÀîåÉ ùÑÆàåÉîÀøÄéï áÌÈòÄìÌÈä, ùÑÀäÄéà ìÀîÇòÀìÈä îÄï äÆòÈìåÌì. 7 Aquello que dijimos “por debajo del nivel de encumbramiento de su” no se refiere a una situación como la de un hombre sentado por encima de su prójimo sino como se dice respecto de dos Sabios, cuando la sabiduría de uno es mayor que la del otro, que “éste resalta exaltadamente respecto del otro” y como decimos respecto de la acción “que está por encima de la reacción”.
ç [æ] ùÑÄðÌåÌé ùÑÀîåÉú äÇîÌÇìÀàÈëÄéí, òÇì ùÑÅí îÇòÂìåÉúÈí äÄéà; åÌìÀôÄéëÌÈêÀ ðÄ÷ÀøÈàÄéí çÇéÌåÉú äÇ÷ÌÉãÆùÑ åÀäÆí ìÀîÇòÀìÈä îÄï äÇëÌÉì, àåÉôÇðÌÄéí, åÀàÆøÀàÆìÌÄéí, åÀçÇùÑÀîÇìÌÄéí, åÌùÒÀøÈôÄéí, åÌîÇìÀàÈëÄéí, åÅàìÉäÄéí, åÌáÀðÅé àÁìÉäÄéí, åÌëÇøÌåÌáÄéí, åÀàÄéùÑÄéí. 8 El cambio de nombres de los ángeles está relacionado con su nivel de exaltación, por lo tanto se llaman “Jaiot ha-Qodesh” -siendo ellos los del nivel superior a todos-, “Ofanim”, “Erelim”, “Jashmalim”, “Serafim”, “Malakhim”, “Elohim”, “Bené Elohim”, “Keruvim” e “Ishim”.
è ëÌÈì àÅìÌåÌ òÂùÒÈøÈä äÇùÌÑÅîåÉú ùÑÆðÌÄ÷ÀøÀàåÌ áÌÈäÆí äÇîÌÇìÀàÈëÄéí, òÇì ùÑÅí òÆùÒÆø îÇòÂìåÉú ùÑÆìÌÈäÆí äÆí. åÌîÇòÂìÈä ùÑÀàÅéï ìÀîÇòÀìÈä îÄîÌÆðÌÈä àÅìÈà îÇòÂìÇú äÈàÅì áÌÈøåÌêÀ äåÌà, äÄéà îÇòÂìÇú äÇöÌåÌøåÉú ùÑÆðÌÄ÷ÀøÅàú çÇéÌåÉú; ìÀôÄéëÌÈêÀ ðÆàÁîÈø áÌÇðÌÀáåÌàÈä, ùÑÀäÆï úÌÇçÇú äÇëÌÄñÌÅà. åÌîÇòÂìÈä òÂùÒÄéøÄéú, äÄéà îÇòÂìÇú äÇöÌåÌøÈä ùÑÆðÌÄ÷ÀøÅàú àÄéùÑÄéí, åÀäÆí äÇîÌÇìÀàÈëÄéí ùÑÆîÌÀãÇáÌÀøÄéí òÄí äÇðÌÀáÄéàÄéí åÀðÄøÀàÄéí ìÈäÆí áÌÀîÇøÀàÅä äÇðÌÀáåÌàÈä; ìÀôÄéëÌÈêÀ ðÄ÷ÀøÀàåÌ àÄéùÑÄéí, ùÑÆîÌÇòÂìÈúÈí ÷ÀøåÉáÈä îÄîÌÇòÂìÇú ãÌÇòÇú äÈàÈãÈí. 9 Los diez nombres por los que se ha llamado a los ángeles corresponden a sus diez niveles de exaltación. Y aquel encumbramiento por sobre el cual no hay otro nivel de exaltación sino el de Dios, bendito Sea, es el de las entidades llamadas “Jaiot”, por lo tanto está escrito en la Profecía que ellas están debajo de “La Silla”. Y el décimo nivel de encumbramiento es el de las entidades llamadas “Ishim”, siendo ellos los ángeles que hablan con los Profetas presentándoseles en las visiones proféticas; por lo cual se llaman “Ishim” ya que su nivel de encumbramiento es cercano al nivel de percepción del hombre.
é [ç] åÀëÈì äÇöÌåÌøåÉú äÈàÅìÌåÌ çÇéÌÄéí åÌîÇëÌÄéøÄéí àÆú äÇáÌåÉøÅà, åÀéåÉãÀòÄéï àåÉúåÉ ãÌÅòÈä âÌÀãåÉìÈä òÇã ìÄîÀàåÉã. ëÌÈì öåÌøÈä åÀöåÌøÈä ìÀôÄé îÇòÂìÈúÈäÌ, ìÉà ìÀôÄé âÌÈãÀìåÉ. àÇôÄìÌåÌ îÇòÂìÈä äÈøÄàùÑåÉðÈä àÅéðÈäÌ éÀëåÌìÈä ìÀäÇùÌÒÄéâ àÂîÄúÌÇú äÇáÌåÉøÅà ëÌÀîÇä ùÑÀäÄéà, àÅìÈà ãÌÇòÀúÌÈäÌ ÷ÀöÈøÈä ìÀäÇùÌÒÄéâ. 10 Y todas esas entidades viven y conocen al Creador y Le perciben con mayúscula percepción. Cada una de las entidades según su própio encumbramiento, no según Su grandeza. Ni siquiera al primer nivel le es posible comprender la veracidad del Creador tal cual es, siendo su percepción insuficiente para comprenderla.
éà àÂáÈì îÇùÌÒÆâÆú åÀéåÉãÇòÇú éÈúÅø, îÄîÌÇä ùÑÆîÌÇùÌÒÆâÆú åÀéåÉãÇòÇú öåÌøÈä ùÑÆìÌÀîÇèÌÈä îÄîÌÆðÌÈä; åÀëÅï ëÌÈì îÇòÂìÈä åÌîÇòÂìÈä, òÇã îÇòÂìÈä òÂùÒÄéøÄéú. åÌîÇòÂìÈä òÂùÒÄéøÄéú âÌÇí äÄéà éåÉãÇòÇú äÇáÌåÉøÅà, ãÌÅòÈä ùÑÀàÅéï ëÌåÉçÇ áÌÀðÅé àÈãÈí äÇîÌÀçËáÌÈøÄéï îÄâÌÉìÆí åÀöåÌøÈä éÈëåÉì ìÀäÇùÌÒÄéâ åÀìÅéãÇò ëÌÀîåÉúÈäÌ. åÀäÇëÌÉì àÅéðÈï éåÉãÀòÄéï àÆú äÇáÌåÉøÅà, ëÌÀîåÉ ùÑÀäåÌà éåÉãÅòÇ òÇöÀîåÉ. 11 Pero ella comprende y percibe más que la entidad del nivel inferior a ella y, asimismo, ocurre con cada una de las entidades hasta el décimo nivel. Y el décimo nivel percibe al Creador con una comprensión imposible de ser igualada por la capacidad de percepción del hombre compuesto por materia y esencia. Y ninguno percibe al Creador como Él se percibe a Sí mismo.
éá [è] ëÌÈì äÇðÌÄîÀöÈàÄéí çåÌõ îÄï äÇáÌåÉøÅà, îÄöÌåÌøÈä äÈøÄàùÑåÉðÈä òÇã éÀúåÌùÑ ÷ÈèÈï ùÑÆéÌÄäÀéÆä áÌÀèÇáÌåÌø äÈàÈøÆõ--äÇëÌÉì îÄëÌåÉçÇ àÂîÄúÌåÉ ðÄîÀöÀàåÌ. åÌìÀôÄé ùÑÀäåÌà éåÉãÅòÇ òÇöÀîåÉ åÌîÇëÌÄéø âÌÈãÀìåÉ åÀúÄôÀàÇøÀúÌåÉ åÇàÂîÄúÌåÉ, äåÌà éåÉãÅòÇ äÇëÌÉì åÀàÅéï ãÌÈáÈø ðÆòÀìÈí îÄîÌÆðÌåÌ. 12 Todo lo que existe, a excepción del Creador, desde la primera entidad hasta el pequeño mosquito que se haya en los confines de la tierra. Todo ello existe por razón de Su veracidad. Y, debido a que Él se auto-percibe y conoce Su grandeza, gloria y veracidad, Él es omnisapiente, no siéndole nada imperceptible.
éâ [é] äÇ÷ÌÈãåÉùÑ áÌÈøåÌêÀ äåÌà îÇëÌÄéø àÂîÄúÌåÉ, åÀéåÉãÅòÇ àåÉúÈäÌ ëÌÀîåÉú ùÑÀäÄéà. åÀàÅéðåÌ éåÉãÅòÇ áÌÀãÅòÈä ùÑÀäÄéà çåÌõ îÄîÌÆðÌåÌ ëÌÀîåÉ ùÑÆàÈðåÌ éåÉãÀòÄéï, ùÑÀàÅéï àÈðåÌ åÀãÇòÀúÌÅðåÌ àÆçÈã. àÂáÈì äÇáÌåÉøÅà--äåÌà åÀãÇòÀúÌåÉ åÀçÇéÌÈéå àÆçÈã, îÄëÌÈì öÇã åÌîÄëÌÈì ôÌÄðÌÈä: ùÑÆàÄìÀîÈìÅà äÈéÈä çÇé áÌÀçÇéÌÄéí åÀéåÉãÅòÇ áÌÀãÅòÈä, äÈéåÌ ùÑÈí àÁìåÉäåÉú äÇøÀáÌÅä--äåÌà åÀçÇéÌÈéå åÀãÇòÀúÌåÉ; åÀàÅéï äÇãÌÈáÈø ëÌÅï, àÅìÈà àÆçÈã îÄëÌÈì öÇã åÌîÄëÌÈì ôÌÄðÌÈä åÌáÀëÈì ãÌÆøÆêÀ éÅçåÌã. 13 El Santo, bendito Sea, conoce su veracidad y la percibe tal cual es. No percibiendo con una percepción impropia a sí mismo como lo hacemos nosotros, ya que nuestra percepción y nosotros no somos uno. Sin embargo, el Creador tanto Él como su percepción y su vida son uno, desde cualquier punto de vista. Ya que si su vida y percepción fueran cual las corrientes, habrían muchas deidades; Él y su vida y su percepción, no siendo ésto así sino se trata de Uno desde cualquier punto de vista y defición de la unicidad.
éã ðÄîÀöÅàúÈ àåÉîÅø: äåÌà äÇéÌåÉãÅòÇ, åÀäåÌà äÇéÌÈãåÌòÇ, åÀäåÌà äÇãÌÅòÈä òÇöÀîÈäÌ--äÇëÌÉì àÆçÈã. åÀãÈáÈø æÆä--àÅéï ëÌåÉçÇ áÌÇôÌÆä ìÀàÈîÀøåÉ åÀìÉà áÌÈàÉæÆï ìÀùÑÈîÀòåÉ åÀìÉà áÌÀìÅá äÈàÈãÈí ìÀäÇëÌÄéøåÉ, òÇì áÌÈøÀéåÉ. åÌìÀôÄéëÌÈêÀ àåÉîÀøÄéï "çÅé ôÇøÀòÉä" (áøàùéú îá,èå; áøàùéú îá,èæ) åÀ"çÅé ðÇôÀùÑÀêÈ" (ùîåàì à à,ëå; åòåã äøáä, áöéøä), åÀàÅéï àåÉîÀøÄéï çÅé ä' àÅìÈà "çÇé-ä'" (ùåôèéí ç,éè; åòåã äøáä, áôúç)--ùÑÀàÅéï äÇáÌåÉøÅà åÀçÇéÌÈéå ùÑÀðÇéÄí ëÌÀîåÉ çÇéÌÅé äÇâÌåÌôåÉú äÇçÇéÌÄéí, àåÉ ëÌÀçÇéÌÅé äÇîÌÇìÀàÈëÄéí. 14 Es decir que Él es el Omnisapiente, y Él es el percibido y el es la percepción en sí, todo en uno. Siéndole a la boca imposible expresar tal afirmación como le es al oído escucharla y al corazón humano comprenderla plenamente. Y por lo tanto decimos "por la vida del faraón" (Gn. 42:15;Gn. 42:16) y "por la vida de tu alma" (1 Sam. 1:26), pero no decimos “por la vida del Señor” sino "Vive el Señor" (Jc. 8:19). Ya que la vida del Creador y Él mismo no son dos como aquella de los cuerpos vivientes ni como la de los ángeles.
èå ìÀôÄéëÌÈêÀ àÅéðåÌ îÇëÌÄéø äÇáÌÀøåÌàÄéí åÀéåÉãÀòÈí îÅçÂîÇú äÇáÌÀøåÌàÄéí, ëÌÀîåÉú ùÑÆàÈðåÌ éåÉãÀòÄéí àåÉúÈí, àÅìÈà îÅçÂîÇú òÇöÀîåÉ éÀãÈòÈí; ìÀôÄéëÌÈêÀ îÄôÌÀðÅé ùÑÀäåÌà éåÉãÅòÇ òÇöÀîåÉ, éÈãÇò äÇëÌÉì--ùÑÆäÇëÌÉì ðÄñÀîÈêÀ áÌÇäÂåÈéÈúåÉ ìåÉ. 15 Por lo tanto Él no conoce a los creados ni los percibe debido a sí mismos como nosotros les percibimos sino les percibe debido a Sí mismo. Por tal motivo, como consecuencia de Su auto-percepción, Él lo percibe todo ya que toda existencia depende de Él.
èæ [éà] ãÌÀáÈøÄéí àÅìÌåÌ ùÑÆàÈîÇøÀðåÌ áÌÀòÄðÀéÈï æÆä áÌÄùÑÀðÅé ôÌÀøÈ÷Äéí àÅìÌåÌ, ëÌÀîåÉ èÄôÌÈä îÄï äÇéÌÈí äÆï îÄîÌÇä ùÑÆöÌÈøÄéêÀ ìÀáÈàÅø áÌÀòÄðÀéÈï æÆä. åÌáÅàåÌø ëÌÈì äÈòÄé÷ÈøÄéí ùÑÆáÌÄùÑÀðÅé ôÌÀøÈ÷Äéí àÅìÌåÌ--äåÌà äÇðÌÄ÷ÀøÈà îÇòÂùÒÅä îÆøÀëÌÈáÈä. 16 Esas cosas que dijimos acerca de este tema en estos dos capítulos son como una gota del agua del mar de lo que hay que esclarecer respecto a él. Y el esclarecimiento de los principios inherentes a estos dos capítulos es lo llamado “El Asunto del Carruaje”.
éæ [éá] öÄåÌåÌ çÂëÈîÄéí äÈøÄàùÑåÉðÄéí ùÑÆìÌÉà ìÄãÀøÉùÑ áÌÄãÀáÈøÄéí àÅìÌåÌ àÅìÈà ìÀàÄéùÑ àÆçÈã áÌÄìÀáÈã, åÀäåÌà ùÑÆéÌÄäÀéÆä çÈëÈí åÌîÅáÄéï îÄãÌÇòÀúÌåÉ. åÀàÇçÇø ëÌÈêÀ îåÉñÀøÄéï ìåÉ øÈàùÑÅé äÇôÌÀøÈ÷Äéí, åÌîåÉãÄéòÄéï àåÉúåÉ ùÑÆîÆõ îÄï äÇãÌÈáÈø; åÀäåÌà îÅáÄéï îÄãÌÇòÀúÌåÉ, åÀéåÉãÅòÇ ñåÉó äÇãÌÈáÈø åÀòÈîÀ÷åÉ. 17 Los antiguos Sabios nos ordenaron que no explicáramos acerca de esas cosas sino a un solo hombre, a condición de que sea un sabio autodidacto. Solo entonces se le revelan los principios sintetizados y se le informan pequeñeces del asunto, entendiéndolas él por propia percepción y percibiéndolas en toda su profundidad.
éç åÌãÀáÈøÄéí àÅìÌåÌ ãÌÀáÈøÄéí òÂîåÌ÷Äéí äÆí òÇã ìÄîÀàåÉã, åÀàÅéï ëÌÈì ãÌÇòÇú åÀãÇòÇú øÀàåÌéÈä ìÀñÈáÀìÈï. åÇòÂìÅéäÆï àÈîÇø ùÑÀìÉîÉä áÌÀçÈëÀîÈúåÉ ãÌÆøÆêÀ îÈùÑÈì, "ëÌÀáÈùÒÄéí ìÄìÀáåÌùÑÆêÈ" (îùìé ëæ,ëå); ëÌÈêÀ àÈîÀøåÌ çÂëÈîÄéí áÌÀôÅøåÌùÑ îÈùÑÈì æÆä, ãÌÀáÈøÄéí ùÑÀäÆï ëÌÄáÀùÑåÉðåÉ ùÑÆìÌÈòåÉìÈí éÄäÀéåÌ ìÄìÀáåÌùÑÈêÀ, ëÌÀìåÉîÇø ìÈêÀ ìÀáÇãÌÈêÀ, åÀàÇì úÌÄãÀøÉùÑ àåÉúÈï áÌÈøÇáÌÄéí. åÇòÂìÅéäÆí àÈîÇø "éÄäÀéåÌ-ìÀêÈ ìÀáÇãÌÆêÈ; åÀàÅéï ìÀæÈøÄéí, àÄúÌÈêÀ" (îùìé ä,éæ). åÇòÂìÅéäÆï àÈîÇø "ãÌÀáÇùÑ åÀçÈìÈá úÌÇçÇú ìÀùÑåÉðÅêÀ" (ùéø äùéøéí ã,éà); ëÌÈêÀ ôÌÅøÀùÑåÌ çÂëÈîÄéí äÈøÄàùÑåÉðÄéí, ãÌÀáÈøÄéí ùÑÀäÆï ëÌÄãÀáÇùÑ åÀçÈìÈá, éÄäÀéåÌ úÌÇçÇú ìÀùÑåÉðÈêÀ. 18 Y esas cosas son muy complicadas, no estando todo intelecto capacitado para captarlas. Y acerca de ellas dijo sabiamente Shelomó, a manera de proverbio, "Corderos para tu vestimenta" (Pr. 27:26); así dijeron los Sabios al explicar este proverbio ¡“que las cosas que son los enigmas del mundo, deseando todos saberlas, sean para tí como tu vestimenta”! es decir ¡“sólo para tí y no las expliques públicamente”!. Y sobre ellas dijo "¡Que sean para tí solo y no lo compartan extraños"! (Pr. 5:17). Y dijo acerca de ellas "hay miel y leche debajo de tu lengua" (Ct. 4:11); explicando ésto así los Antiguos Sabios ¡“que las cosas que son como miel y leche estén debajo de tu lengua”!


Esta nota antecede a la traducción de este capítulo debido a la decisión de algunos traductores de saltearlo al traducir las Leyes de los Fundamentos de la Torá por creerlo inocuo por su modo de tratar la astronomía. Nosotros, sin embargo, lo hemos traducido porque apreciamos la información, avanzada para su época, que el Rambam reprodujo en él ya que nos demuestra la enorme información con la cual este sabio contaba y su exactitud científica en muchos casos. Asimismo nos parece una desdeñosa falta no comprender que la intención del Rambam al incluir esta información en su Compendio de la Ley Hebrea es la de recalcar la importancia que la Torá le asigna a la ciencia para su buen conocimiento y para el reconocimiento de las maravillas de la creación. Llevándonos tal sobrecogimiento a admirar “a Aquel cuyo dicho realizara al mundo”.

ôÌÅøÆ÷ â Capítulo Tres

à åÀäÇâÌÇìÀâÌÇìÌÄéí, äÆí äÇðÌÄ÷ÀøÈàÄéí ùÑÈîÇéÄí åÀøÈ÷ÄéòÇ åÌæÀáåÌì åÇòÂøÈáåÉú; åÀäÆí úÌÄùÑÀòÈä âÌÇìÀâÌÇìÌÄéí--âÌÇìÀâÌÇì äÇ÷ÌÈøåÉá îÄîÌÆðÌåÌ äåÌà âÌÇìÀâÌÇì äÇéÌÈøÅçÇ, åÀäÇùÌÑÅðÄé ùÑÆìÌÀîÇòÀìÈä îÄîÌÆðÌåÌ âÌÇìÀâÌÇì ùÑÆáÌåÉ äÇëÌåÉëÈá äÇðÌÄ÷ÀøÈà ëÌåÉëÈá, åÀâÇìÀâÌÇì ùÑÀìÄéùÑÄé ùÑÆìÌÀîÇòÀìÈä îÄîÌÆðÌåÌ ùÑÆáÌåÉ ðÉâÇäÌ, åÀâÇìÀâÌÇì øÀáÄéòÄé ùÑÆáÌåÉ çÇîÌÈä, åÀâÇìÀâÌÇì çÂîÄéùÑÄé ùÑÆáÌåÉ îÇàÀãÌÄéí, åÀâÇìÀâÌÇì ùÑÄùÌÑÄé ùÑÆáÌåÉ ëÌåÉëÈá öÆãÆ÷, åÀâÇìÀâÌÇì ùÑÀáÄéòÄé ùÑÆáÌåÉ ùÑÇáÌÀúÇàé, åÀâÇìÀâÌÇì ùÑÀîÄéðÄé ùÑÆáÌåÉ ùÑÀàÈø ëÌÈì äÇëÌåÉëÈáÄéí ùÑÆðÌÄøÀàÄéí áÌÈøÈ÷ÄéòÇ, åÀâÇìÀâÌÇì úÌÀùÑÄéòÄé äåÌà âÌÇìÀâÌÇì äÇçåÉæÅø áÌÀëÈì éåÉí îÄîÌÄæÀøÈç ìÀîÇòÀøÈá. 1 Los zodiacos son los llamados cielo y firmamento, y zevul y `aravot; y son en total nueve. El más próximo a nosotros es el de la Luna, y el segundo encima de él es el zodiaco en el cual se encuentra la estrella llamada Estrella, y en el tercero se halla Venus, y en el cuarto se halla el Sol, y en el quinto se halla Marte, y en el sexto se halla la estrella Júpiter, y en el séptimo se halla Saturno, y en el octavo se halla el resto de los astros que se ven en el firmamento. Y el noveno zodiaco es aquel que todos los días se mueve desde el oriente hacia el occidente.
á åÀäåÌà äÇîÌÇ÷ÌÄéó àÆú äÇëÌÉì åÌîÀñÇáÌÅá àÆú äÇëÌÉì. åÀæÆä ùÑÆúÌÄøÀàÆä ëÌÈì äÇëÌåÉëÈáÄéí ëÌÀàÄìÌåÌ äÆï ëÌËìÌÈï áÌÀâÇìÀâÌÇì àÆçÈã åÀàÇó òÇì ôÌÄé ùÑÆéÌÅùÑ áÌÈäÆí æÆä ìÀîÇòÀìÈä îÄæÌÆä, îÄôÌÀðÅé ùÑÆäÇâÌÇìÀâÌÇìÌÄéí èÀäåÉøÄéí åÀæÇëÌÄéí ëÌÇæÌÀëåÉëÄéú åÀëÇñÌÇôÌÄéø; åÌìÀôÄéëÌÈêÀ øåÉàÄéï ëÌåÉëÈáÄéí ùÑÆáÌÀâÇìÀâÌÇì äÇùÌÑÀîÄéðÄé îÄúÌÇçÇú âÌÇìÀâÌÇì äÈøÄàùÑåÉï. 2 Siendo éste el que gira en torno a todo y todo lo circunda. Y la razón por la cual ves a todos los astros como si estuviesen en el mismo zodiaco, a pesar de hallarse unos más arriba que los otros, es por el hecho de que son puros y límpidos como el vidrio y el safiro. Y por eso se ven los astros hallados en el octavo zodiaco debajo del primero.
â [á] ëÌÈì âÌÇìÀâÌÇì åÀâÇìÀâÌÇì îÄùÌÑÀîåÉðÇú äÇâÌÇìÀâÌÇìÌÄéí ùÑÆáÌÈäÆí äÇëÌåÉëÈáÄéí, ðÆçÀìÈ÷ ìÀâÇìÀâÌÇìÌÄéí äÇøÀáÌÅä æÆä ìÀîÇòÀìÈä îÄæÌÆä ëÌÀîåÉ âÌÄìÀãÅé áÌÀöÈìÄéí: îÅäÆí âÌÇìÀâÌÇìÌÄéí ñåÉáÀáÄéí îÄîÌÇòÀøÈá ìÀîÄæÀøÈç, åÌîÅäÆí ñåÉáÀáÄéí îÄîÌÄæÀøÈç ìÀîÇòÀøÈá ëÌÀîåÉ äÇâÌÇìÀâÌÇì äÇçåÉæÅø äÇúÌÀùÑÄéòÄé. åÀëËìÌÈí, àÅéï áÌÅéðÅéäÆï îÈ÷åÉí ôÌÈðåÌé. 3 Cada uno de los ocho zodiacos en los cuales se hallan los astros se subdivide en muchos zodiacos, uno encima del otro. Asemejándose a los involucros de las cebollas, moviéndose algunos de ellos de occidente a oriente y otros de oriente a occidente como el noveno. Y entre todos ellos no hay espacio vacio.
ã [â] ëÌÈì äÇâÌÇìÀâÌÇìÌÄéí, àÅéðÈí ìÉà ÷ÇìÌÄéí åÀìÉà ëÌÀáÅãÄéí. åÀàÅéï ìÈäÆí ìÉà òÇéÄï àÈãÉí åÀìÉà òÇéÄï ùÑÈçåÉø åÀìÉà ùÑÀàÈø òÂéÈðåÉú; åÀæÆä ùÑÆàÈðåÌ øåÉàÄéï àåÉúÈï ëÌÀòÅéï äÇúÌÀëÅìÆú, ìÀîÇøÀàÄéú äÈòÇéÄï áÌÄìÀáÈã äåÌà, ìÀôÄé âÌÉáÇäÌ äÈàÇåÌÅéø. åÀëÅï àÅéï ìÈäÆí ìÉà èÇòÇí åÀìÉà øÅéçÇ, ìÀôÄé ùÑÀàÅéï àÅìÌåÌ äÇîÌÀàÉøÈòÄéí îÀöåÌéÄéí àÅìÈà áÌÇâÌåÌôåÉú ùÑÆìÌÀîÇèÌÈä îÅäÆí. 4 Los zodiacos no son ni pesados ni livianos. Ni tampoco son rojos, ni negros ni de ningún otro color y el hecho de que los vemos de color “tekhelet” se debe a una ilusión óptica causada por la altura del espacio. Asimismo no tienen ni gusto ni olor ya que tales cosas no son propias sino de los cuerpos inferiores a ellos.
ä [ã] ëÌÈì äÇâÌÇìÀâÌÇìÌÄéí äÈàÅìÌåÌ äÇîÌÇ÷ÌÄéôÄéï àÆú äÈòåÉìÈí ëÌËìÌåÉ--äÆï òÂâåÌìÄéï ëÌÇãÌåÌø, åÀäÈàÈøÆõ úÌÀìåÌéÈä áÌÈàÆîÀöÈò. åÀéÅùÑ ìÀîÄ÷ÀöÈú îÄï äÇëÌåÉëÈáÄéí, âÌÇìÀâÌÇìÌÄéí ÷ÀèÇðÌÄéí ùÑÀäÆï ÷ÀáåÌòÄéï áÌÈäÆï; åÀàÅéï àåÉúÈí äÇâÌÇìÀâÌÇìÌÄéí îÇ÷ÌÄéôÄéï àÆú äÈàÈøÆõ, àÅìÈà âÌÇìÀâÌÇì ÷ÈèÈï ùÑÀàÅéðåÌ îÇ÷ÌÄéó ÷ÈáåÌòÇ áÌÇâÌÇìÀâÌÇì âÌÈãåÉì äÇîÌÇ÷ÌÄéó. 5 Todos esos zodiacos que contornean a todo el mundo son redondos como una bola y está la Tierra pendiendo en el centro. Algunos de los astros se hallan fijos en pequeños zodiacos, no contorneando los mismos a la Tierra sino un pequeño zodiaco que no la contornea está fijo en uno grande que lo hace.
å [ä] îÄñÀôÌÇø ëÌÈì äÇâÌÇìÀâÌÇìÌÄéí äÇîÌÇ÷ÌÄéôÄéï àÆú ëÌÈì äÈòåÉìÈí, ùÑÀîåÉðÈä òÈùÒÈø; åÌîÄñÀôÌÇø ëÌÈì äÇâÌÇìÀâÌÇìÌÄéí äÇ÷ÌÀèÇðÌÄéí ùÑÀàÅéðÈï îÇ÷ÌÄéôÄéï, ùÑÀîåÉðÈä. åÌîÄîÌÇäÀìÇêÀ äÇëÌåÉëÈáÄéí åÄéãÄéòÇú ùÑÅòåÌø ñÀáÄéáÈúÈï áÌÀëÈì éåÉí åÌáÀëÈì ùÑÈðÈä åÌðÀèÄéÌÈúÈï ìÀøåÌçÇ öÈôåÉï åÀøåÌçÇ ãÌÈøåÉí åÌîÄâÌÈáÀäÈï îÅòÇì äÈàÈøÆõ åÌ÷ÀøÄéáÈúÈï, éÄåÌÈãÇò îÄñÀôÌÇø ëÌÈì àÅìÌåÌ äÇâÌÇìÀâÌÇìÌÄéí, åÀöåÌøÇú äÂìÄéëÈúÈï, åÀãÆøÆêÀ äÇ÷ÌÈôÈúÈï. åÀæåÉ äÄéà çÈëÀîÇú çÆùÑÀáÌåÉï úÌÀ÷åÌôåÉú åÌîÇæÌÈìåÉú, åÌñÀôÈøÄéí øÇáÌÄéí çÄáÌÀøåÌ áÌÈäÌ çÇëÀîÅé éÈåÈï. 6 Dieciocho es el número de zodiacos que contornean a todo el mundo y ocho el de los pequeños que no lo hacen. Y de la órbita de los astros y del conocimiento del tiempo de su órbita diaria y anual y de su inclinación hacia el norte y el sur y de su altura respecto de la Tierra y su proximidad a ella, se sabrá el número del total de los zodiacos y su tipo de movimiento y de giro. Esa es la ciencia del cálculo de las épocas y las constelaciones acerca de la cual escribieron muchos libros los sabios griegos
æ [å] âÌÇìÀâÌÇì äÇúÌÀùÑÄéòÄé ùÑÀäåÌà îÇ÷ÌÄéó àÆú äÇëÌÉì--çÄìÌÀ÷åÌäåÌ äÇçÂëÈîÄéí äÇ÷ÌÇãÀîåÉðÄéí ìÄùÑÀðÅéí òÈùÒÈø çÅìÆ÷, ëÌÈì çÅìÆ÷ åÈçÅìÆ÷ äÆòÁìåÌ ìåÉ ùÑÅí òÇì ùÑÅí öåÌøÈä ùÑÆúÌÅøÈàÆä áÌåÉ îÄï äÇëÌåÉëÈáÄéí ùÑÆìÌÀîÇèÌÈä îÄîÌÆðÌåÌ ùÑÀäÆí îÀëËåÌÈðÄéí úÌÇçÀúÌÈéå; åÀäÆí äÇîÌÇæÌÈìåÉú--ùÑÆùÌÑÀîåÉúÈí èÈìÆä, ùÑåÉø, úÌÀàåÉîÄéí, ñÇøÀèÈï, àÇøÀéÅä, áÌÀúåÌìÈä, îÉàæÀðÇéÄí, òÇ÷ÀøÈá, ÷ÇùÌÑÈú, âÌÀãÄé, ãÌÀìÄé, ãÌÈâÄéí. 7 Al noveno zodiaco, que todo lo contorna, lo dividieron los sabios de la antigüedad en doce partes, llamando a cada una de ellas de acuerdo a la forma que se distinga al observar a las estrellas que están por debajo de ella, en su dirección, siendo éstas las constelaciones cuyos nombres son: aries, tauro, géminis, cáncer, leo, virgo, libra, escorpión, sagitario, capricornio, acuario y piscis.
ç [æ] âÌÇìÀâÌÇì äÇúÌÀùÑÄéòÄé òÇöÀîåÉ, àÅéï áÌåÉ ìÉà çÂìË÷ÌÈä åÀìÉà öåÌøÈä îÄëÌÈì äÇöÌåÌøåÉú äÈàÅìÌåÌ åÀìÉà ëÌåÉëÈá, àÅìÈà áÌÀçÄáÌåÌø äÇëÌåÉëÈáÄéí ùÑÆáÌÀâÌÇìÀâÌÇì ùÑÀîÄéðÄé äåÌà ùÑÆéÌÅøÈàÆä áÌÀëåÉëÈáÄéí âÌÀãåÉìÄéí ùÑÆáÌåÉ úÌÇáÀðÄéú äÇöÌåÌøåÉú äÈàÅìÌåÌ, àåÉ ÷ÈøåÉá îÅäÆï. 8 El noveno zodiaco en sí no posee subdivisión alguna ni se distingue en el forma alguna como las mencionadas ni estrella alguna, sino es en su itercalación con el octavo zodiaco en que se le ven estrellas grandes formando esas formas u otras parecidas.
è åÀàÅìÌåÌ äÇùÌÑÀúÌÅéí òÆùÒÀøÅä öåÌøåÉú, ìÉà äÈéåÌ îÀëËåÌÈðåÉú ëÌÀðÆâÆã àåÉúÈï äÇçÂìÈ÷Äéí àÅìÈà áÌÄæÀîÈï äÇîÌÇáÌåÌì, ùÑÆáÌåÉ äÆòÁìåÌ ìÈäÆï ùÑÅîåÉú àÅìÌåÌ; àÂáÈì áÌÇæÌÀîÈï äÇæÌÆä, ëÌÀáÈø ñÈáÀáåÌ îÀòÇè, ìÀôÄé ùÑÆëÌÈì äÇëÌåÉëÈáÄéí ùÑÆáÌÀâÇìÀâÌÇì ùÑÀîÄéðÄé ëÌËìÌÈí ñåÉáÀáÄéí ëÌÀîåÉ äÇùÌÑÆîÆùÑ åÀäÇéÌÈøÅçÇ, àÅìÈà ùÑÀäÆï ñåÉáÀáÄéï áÌÄëÀáÅãåÌú. åÀçÅìÆ÷ ùÑÆúÌÀäÇìÌÇêÀ äÇùÌÑÆîÆùÑ ëÌÀðÆâÀãÌåÉ áÌÀéåÉí àÆçÈã, éÅìÅêÀ ëÌÀðÆâÀãÌåÉ ëÌÈì ëÌåÉëÈá îÅäÆï áÌÀ÷ÈøåÉá îÄùÌÑÄáÀòÄéí ùÑÈðÈä. 9 Esas doce formas no estuvieron alineadas respecto de esas subdivisiones sino en la época del diluvio, que fue cuando les pusieron tales nombres, pero en ésta época ya han girado un poco debido a que todas las estrellas del octavo zodiaco giran como el Sol y la Luna, aunque lo hacen pesadamente. Y el espacio que recorra el Sol en un día será el que recorra cualquiera de las estrellas en aproximadamente setenta años.
é [ç] ëÌÈì äÇëÌåÉëÈáÄéí äÇðÌÄøÀàÄéí--éÅùÑ îÅäÆï ëÌåÉëÈáÄéí ÷ÀèÇðÌÄéí ùÑÆäÈàÈøÆõ âÌÀãåÉìÈä îÅàÆçÈã îÅäÆï, åÀéÅùÑ îÅäÆï ëÌåÉëÈáÄéí ùÑÆëÌÈì àÆçÈã îÅäÆï âÌÈãåÉì îÄï äÈàÈøÆõ ëÌÇîÌÈä ôÌÀòÈîÄéí. åÀäÈàÈøÆõ âÌÀãåÉìÈä îÄï äÇéÌÈøÅçÇ ëÌÀîåÉ àÇøÀáÌÈòÄéí ôÌÀòÈîÄéí, åÀäÇùÌÑÆîÆùÑ âÌÀãåÉìÈä îÄï äÈàÈøÆõ ëÌÀîåÉ îÅàÈä åÀùÑÄáÀòÄéí ôÌÀòÈîÄéí; ðÄîÀöÈà äÇéÌÈøÅçÇ àÆçÈã îÄùÌÑÅùÑÆú àÂìÈôÄéí åÌùÑÀîåÉðÆä îÅàåÉú îÄï äÇùÌÑÆîÆùÑ áÌÀ÷ÅøåÌá. åÀàÅéï áÌÀëÈì äÇëÌåÉëÈáÄéí, ëÌåÉëÈá âÌÈãåÉì îÄï äÇùÌÑÆîÆùÑ åÀìÉà ÷ÈèÈï îÄëÌåÉëÈá ùÑÆáÌÀâÌÇìÀâÌÇì ùÑÅðÄé. 10 De todos los astros visibles hay algunos que son pequeños, siendo la Tierra mayor que uno de ellos, mientras hay otros varias veces mayores que la Tierra. La Tierra es mayor que la Luna unas cuarenta veces y el Sol es mayor que la Tierra unas ciento setenta veces. Por lo tanto la Luna es aproximadamente una de seis mil ochocientas veces del tamaño del Sol. No hay entre todos los astros ni uno mayor que el Sol ni uno menor que la Estrella que se halla en el segundo zodiaco.
éà [è] ëÌÈì äÇëÌåÉëÈáÄéí åÀäÇâÌÇìÀâÌÇìÌÄéí, ëÌËìÌÈí áÌÇòÂìÅé ðÆôÆùÑ åÀãÅòÈä åÀäÇùÒÀëÌÅì äÆí; åÀäÆí çÇéÌÄéí åÀòåÉîÀãÄéí åÌîÇëÌÄéøÄéí àÆú îÄé ùÑÆàÈîÇø åÀäÈéÈä äÈòåÉìÈí, ëÌÈì àÆçÈã åÀàÆçÈã ìÀôÄé âÌÈãÀìåÉ åÌìÀôÄé îÇòÂìÈúåÉ îÀùÑÇáÌÀçÄéí åÌîÀôÈàÂøÄéí ìÀéåÉöÀøÈí ëÌÀîåÉ äÇîÌÇìÀàÈëÄéí. åÌëÀùÑÅí ùÑÆîÌÇëÌÄéøÄéí àÅú äÇ÷ÌÈãåÉùÑ áÌÈøåÌêÀ äåÌà, ëÌÈêÀ îÇëÌÄéøÄéí àÆú òÇöÀîÈï åÌîÇëÌÄéøÄéí àÆú äÇîÌÇìÀàÈëÄéí ùÑÆìÌÀîÇòÀìÈä îÅäÆï. åÀãÇòÇú äÇëÌåÉëÈáÄéí åÀäÇâÌÇìÀâÌÇìÌÄéí, îÀòåÌèÈä îÄãÌÇòÇú äÇîÌÇìÀàÈëÄéí åÌâÀãåÉìÈä îÄãÌÇòÇú áÌÀðÅé äÈàÈãÈí. 11 Todos los astros poseen un alma, una percepción y un intelecto, y viven y existen y conocen a Aquel cuyo dicho realizara al mundo, cada uno de acuerdo con su grandeza y su nivel de encumbramiento loa y enaltece a su Formador, como los ángeles. Y así como conocen al Santo, bendito Sea, se conocen a sí mismos y a los ángeles que se hallan por encima de ellos. Y la percepción de los astros y los zodiacos es menor que la de los ángeles y mayor que la de los humanos.
éá [é] áÌÈøÈà äÈàÅì ìÀîÇèÌÈä îÄâÌÇìÀâÌÇì äÇéÌÈøÅçÇ, âÌÉìÆí àÆçÈã ùÑÀàÅéðåÌ ëÌÀâÉìÆí äÇâÌÇìÀâÌÇìÌÄéí; åÌáÈøÈà àÇøÀáÌÇò öåÌøåÉú ìÀâÉìÆí æÆä, åÀàÅéðÈí ëÌÀöåÌøÇú äÇâÌÇìÀâÌÇìÌÄéí. åÀðÄ÷ÀáÌÀòÈä ëÌÈì öåÌøÈä åÀöåÌøÈä áÌÀîÄ÷ÀöÇú âÌÉìÆí æÆä. 12 Creo Dios debajo del zodiaco lunar un elemento que no es como el de los zodiacos, y le creó cuatro formas, no siendo como las formas que se hallan en los zodiacos. Fijándose cada una de las formas en cierta parte de tal elemento.
éâ öåÌøÈä øÄàùÑåÉðÈä, öåÌøÇú äÈàÅùÑ ðÄúÀçÇáÌÀøÈä áÌÀîÄ÷ÀöÇú âÌÉìÆí æÆä åÀðÄäÀéÈä îÄùÌÑÀðÅéäÆí âÌåÌó äÈàÅùÑ; åÀöåÌøÈä ùÑÀðÄéÌÈä, öåÌøÇú äÈøåÌçÇ ðÄúÀçÇáÌÀøÈä áÌÀîÄ÷ÀöÈúåÉ åÀðÄäÀéÈä îÄùÌÑÀðÅéäÆí âÌåÌó äÈøåÌçÇ; åÀöåÌøÈä ùÑÀìÄéùÑÄéú, öåÌøÇú äÇîÌÇéÄí ðÄúÀçÇáÌÀøÈä áÌÀîÄ÷ÀöÈúåÉ åÀðÄäÀéÈä îÄùÌÑÀðÅéäÆí âÌåÌó äÇîÌÇéÄí; åÀöåÌøÈä øÀáÄéòÄéú, öåÌøÇú äÈàÈøÆõ ðÄúÀçÇáÌÀøÈä áÌÀîÄ÷ÀöÈúåÉ åÀðÄäÀéÈä îÄùÌÑÀðÅéäÆí âÌåÌó äÈàÈøÆõ. 13 La primera forma, la forma ígnea, se intercaló con cierta parte de este elemento y se formó de ellos el fuego; y la segunda forma, la forma aérea, se intercaló con cierta parte suya y se formó de ellos el aire; y la tercera forma, la forma acuática, se intercaló con cierta parte suya y se formó de ellos el agua; y la cuarta forma, la forma terrestre, se intercaló con cierta parte suya y se formó la tierra.
éã ðÄîÀöÈà ìÀîÇèÌÈä îÄï äÈøÈ÷ÄéòÇ, àÇøÀáÌÈòÈä âÌåÌôÄéï îËçÀìÈ÷Äéï æÆä ìÀîÇòÀìÈä îÄæÌÆä, åÀëÈì àÆçÈã åÀàÆçÈã îÇ÷ÌÄéó àÆú ùÑÆìÌÀîÇèÌÈä îÄîÌÆðÌåÌ îÄëÌÈì øåÌçåÉúÈéå ëÌÀîåÉ âÌÇìÀâÌÇì. äÇâÌåÌó äÈøÄàùÑåÉï äÇñÌÈîåÌêÀ ìÀâÇìÀâÌÇì äÇéÌÈøÅçÇ, äåÌà âÌåÌó äÈàÅùÑ; ìÀîÇèÌÈä îÄîÌÆðÌåÌ, âÌåÌó äÈøåÌçÇ; ìÀîÇèÌÈä îÄîÌÆðÌåÌ, âÌåÌó äÇîÌÇéÄí; ìÀîÇèÌÈä îÄîÌÆðÌåÌ, âÌåÌó äÈàÈøÆõ. åÀàÅéï áÌÅéðÅéäÆí îÈ÷åÉí ôÌÈðåÌé áÌÀìÉà âÌåÌó, ëÌÀìÈì. 14 Es decir que debajo del firmamento hay cuatro elementos divididos, el uno por sobre el otro, envolviendo cada uno al inferior por sus cuatro lados como una esfera. El primer elemento, el próximo al zodiaco lunar, es el fuego, debajo de él se halla el aire, debajo de él se halla el agua, debajo de él se halla la tierra. No habiendo entre ellos ningún lugar vacio carente de forma alguna.
èå [éà] àÇøÀáÌÈòÈä âÌåÌôåÉú äÈàÅìÌåÌ--àÅéðÈí áÌÇòÂìÅé ðÆôÆùÑ åÀàÅéðÈí éåÉãÀòÄéï åÀìÉà îÇëÌÄéøÄéï, àÅìÈà ëÌÀâåÌôÄéí îÅúÄéí; åÀéÅùÑ ìÀëÈì àÆçÈã åÀàÆçÈã îÅäÆí, îÄðÀäÈâ ùÑÀàÅéðåÌ éåÉãÀòåÉ åÀìÉà îÇùÌÒÄéâåÉ åÀàÅéðåÌ éÈëåÉì ìÀùÑÇðÌåÉúåÉ. åÀæÆä ùÑÆàÈîÇø ãÌÈåÄéã "äÇìÀìåÌ àÆú-ä', îÄï-äÈàÈøÆõ--úÌÇðÌÄéðÄéí, åÀëÈì-úÌÀäÉîåÉú. àÅùÑ åÌáÈøÈã" (úäéìéí ÷îç,æ-ç)--òÄðÀéÇï äÇãÌÀáÈøÄéí, äÇìÌÀìåÌäåÌ áÌÀðÅé àÈãÈí îÄâÌÀáåÌøåÉúÈéå ùÑÆúÌÄøÀàåÌ áÌÀàÅùÑ åÌáÈøÈã åÌáÄùÑÀàÈø áÌÀøåÌàÄéí ùÑÆúÌÄøÀàåÌ ìÀîÇèÌÈä îÄï äÈøÈ÷ÄéòÇ, ùÑÆâÌÀáåÌøÈúÈí úÌÈîÄéã ðÄëÌÆøÆú, ìÇ÷ÌÈèÈï åÀìÇâÌÈãåÉì. 15 Esos cuatro elementos carecen de alma, ni perciben ni conocen, siendo como cuerpos muertos y poseyendo cada uno una rutina que él no percibe ni cogita, no pudiendo cambiarla. Y aquello que dijera David "Alabad al Señor, desde la Tierra, monstruos y todos los abismos. El fuego y el granizo" (Sal. 148:7-8) se refiere a que Le loen los humanos cuando veáis Sus grandiosidades en el fuego, el granizo y el resto de las creaciones que veáis bajo el firmamento, ya que su grandiosidad siempre resalta, tanto ante el pequeño como ante el grande.


ôÌÅøÆ÷ ã Capítulo Cuatro

à àÇøÀáÌÈòÈä âÌåÌôÄéí äÈàÅìÌåÌ ùÑÀäÆï àÅùÑ åÀøåÌçÇ åÌîÇéÄí åÀàÆøÆõ, äÆí éÀñåÉãåÉú ëÌÈì äÇðÌÄáÀøÈàÄéí ìÀîÇèÌÈä îÄï äÈøÈ÷ÄéòÇ; åÀëÈì ùÑÆéÌÄäÀéÆä îÅàÈãÈí åÌáÀäÅîÈä åÈòåÉó åÀøÆîÆùÒ åÀãÈâ åÀöÆîÇç åÌîÇúÌÆëÆú åÇàÂáÈðÄéí èåÉáåÉú åÌîÇøÀâÌÈìÄéÌåÉú åÌùÑÀàÈø àÇáÀðÅé áÌÄðÀéÈï åÀäÈøÄéí åÀâåÌùÑÅé òÈôÈø--äÇëÌÉì, âÌËìÀîåÉ îÀçËáÌÈø îÅàÇøÀáÌÇò éÀñåÉãåÉú äÈàÅìÌåÌ. 1 Esos cuatro elementos que son el fuego, el aire, el agua y la tierra; ellos son los fundamentos de todas las creaciones bajo el firmamento. Estando todo, desde el hombre y los animales, y las aves y los reptiles y los peces, y los metales y las piedras y las piedras preciosas, como así también las piedras usadas en las construcciones, y los montes y los montículos, todo compuesto esencialmente por estos cuatro fundamentos.
á ðÄîÀöÀàåÌ ëÌÈì äÇâÌåÌôÄéí ùÑÆìÌÀîÇèÌÈä îÄï äÈøÈ÷ÄéòÇ, çåÌõ îÅàÇøÀáÌÇò éÀñåÉãåÉú äÈàÅìÌåÌ, îÀçËáÌÈøÄéí îÄâÌÉìÆí åÀöåÌøÈä, åÀâÉìÆí ùÑÆìÌÈäÆí îÀçËáÌÈø îÅàÇøÀáÌÇò éÀñåÉãåÉú àÅìÌåÌ; àÂáÈì ëÌÈì àÆçÈã îÅàÇøÀáÌÇò éÀñåÉãåÉú, àÅéðåÌ îÀçËáÌÈø àÅìÈà îÄâÌÉìÆí åÀöåÌøÈä áÌÄìÀáÈã. 2 Es decir que todos los cuerpos debajo del firmamento, a excepción de esos cuatro, están compuestos por materia y forma, siendo su materia de esos cuatro elementos. Sin embargo cada uno de esos cuatro fundamentos no está integrado sino solo de materia y forma.
â [á] ãÌÆøÆêÀ äÈàÅùÑ åÀäÈøåÌçÇ, ìÄäÀéåÉú îÇäÀìÈëÈí îÄîÌÇèÌÈä îÄèÌÇáÌåÌø äÈàÈøÆõ ìÀîÇòÀìÈä ëÌÀìÇôÌÅé äÈøÈ÷ÄéòÇ; åÀãÆøÆêÀ äÇîÌÇéÄí åÀäÈàÈøÆõ, ìÄäÀéåÉú îÇäÀìÈëÈí îÄúÌÇçÇú äÈøÈ÷ÄéòÇ ìÀîÇèÌÈä ìÈàÆîÀöÈò--ùÑÆàÆîÀöÇò äÈøÈ÷ÄéòÇ, äåÌà äÇîÌÇèÌÈä ùÑÀàÅéï ìÀîÇèÌÈä îÄîÌÆðÌåÌ. åÀàÅéï äÄìÌåÌëÈí áÌÀãÇòÀúÌÈí åÀìÉà áÌÀçÆôÀöÈí, àÅìÈà îÄðÀäÈâ ùÑÆðÌÄ÷ÀáÌÇò áÌÈäÆí åÀèÆáÇò ùÑÆðÌÄèÀáÌÇò áÌÈäÆí. 3 La peculiaridad del fuego y el aire es la de moverse desde debajo del centro de la Tierra hacia arriba, hasta el firmamento; y la del agua y la tierra es la de moverse debajo del firmamento en dirección al centro, siendo el centro del firmamento el “abajo” que no hay abajo de él. No se mueven ni consciente ni voluntariamente sino por una costumbre que fijóseles y por una naturaleza que se les dispuso.
ã èÆáÇò äÈàÅùÑ çÇí éÈáÅùÑ, åÀäåÌà ÷Çì îÄëÌËìÌÈí; åÀäÈøåÌçÇ çÇí ìÇç; åÀäÇîÌÇéÄí ÷ÈøÄéí ìÇçÄéí; åÀäÈàÈøÆõ éÀáÅùÑÈä ÷ÈøÈä, åÀäÄéà ëÌÀáÅãÈä îÄëÌËìÌÈí. åÀäÇîÌÇéÄí ÷Çì îÄîÌÆðÌÈä, ìÀôÄéëÌÈêÀ ðÄîÀöÈà ìÀîÇòÀìÈä îÄï äÈàÈøÆõ; åÀäÈøåÌçÇ ÷Çì îÄï äÇîÌÇéÄí, ìÀôÄéëÌÈêÀ äåÌà îÀøÇçÅó òÇì ôÌÀðÅé äÇîÌÇéÄí; åÀäÈàÅùÑ ÷Çì îÄï äÈøåÌçÇ. 4 El fuego es por naturaleza caliente y seco, siendo el más liviano de todos; y el aire es caliente y humedo; y el agua es fria y humeda; y la tierra es seca y fria, siendo el más pesado de todos. Y el agua es más liviana que ella por lo cual se encuentra por sobre la tierra, y el aire es más liviano que el agua por lo cual el flota sobre el agua; y el fuego es más liviano que el aire.
ä åÌîÄôÌÀðÅé ùÑÀäÆí éÀñåÉãåÉú ìÀëÈì âÌåÌôÄéí ùÑÆúÌÇçÇú äÈøÈ÷ÄéòÇ, éÄîÌÈöÅà ëÌÈì âÌåÌó åÀâåÌó îÅàÈãÈí åÌáÀäÅîÈä åÀçÇéÌÈä åÈòåÉó åÀãÈâ åÀöÆîÇç åÌîÇúÌÆëÆú åÀàÆáÆï, âÌËìÀîåÉ îÀçËáÌÈø îÅàÅùÑ åÀøåÌçÇ åÌîÇéÄí åÀòÈôÈø; åÀàÇøÀáÌÇòÀúÌÈï éÄúÀòÈøÀáåÌ áÌÀéÇçÇã åÀéÄùÑÀúÌÇðÌÆä ëÌÈì àÆçÈã îÅäÆí áÌÀòÅú äÈòÅøåÌá, òÇã ùÑÆéÌÄîÌÈöÅà äÇîÌÀçËáÌÈø îÅàÇøÀáÌÇòÀúÌÈï àÅéðåÌ ãÌåÉîÆä ìÀàÆçÈã îÅäÆï ëÌÄùÑÀäåÌà ìÀáÇãÌåÉ. åÀàÅéï áÌÇîÌÀòÉøÈá îÅäÆï, àÇôÄìÌåÌ çÅìÆ÷ àÆçÈã ùÑÀäåÌà àÅùÑ áÌÄôÀðÅé òÇöÀîÈäÌ àåÉ îÇéÄí áÌÄôÀðÅé òÇöÀîÈï àåÉ àÆøÆõ áÌÄôÀðÅé òÇöÀîÈäÌ àåÉ øåÌçÇ áÌÄôÀðÅé òÇöÀîÈäÌ; àÅìÈà äÇëÌÉì ðÄùÑÀúÌÇðÌåÌ, åÀðÇòÂùÒåÌ âÌåÌó àÆçÈã. 5 Por ser ellos los fundamentos de todos los cuerpos debajo del firmamento, todo cuerpo -desde los hombres hasta los animales domésticos y salvajes, las aves, los peces, los vegetales, los metales y las piedras- se halla materialmente compuesto de fuego, aire, agua y polvo, mesclándose los cuatro y transformándose durante su mezcla hasta que que el compuesto de ellos no se asemeja a ninguno como fuera al mezclarse. Y no habiendo en tal compuesto ni una parte que sea sólo fuego o sólo agua o sólo tierra o sólo aire; sino todos cambiaron, convirtiéndose en un único cuerpo.
å åÀëÈì âÌåÌó åÀâåÌó äÇîÌÀçËáÌÈø îÅàÇøÀáÌÇòÀúÌÈï, éÄîÌÈöÅà áÌåÉ ÷Éø åÀçÉí ìÅçÇ åÀéÉáÆùÑ ëÌÀàÆçÈã. àÂáÈì éÅùÑ îÅäÆí âÌåÌôÄéí ùÑÆéÌÄäÀéÆä áÌÈäÆí çÈæÀ÷Èä îÄéÌÀñåÉã äÈàÅùÑ ëÌÀîåÉ áÌÇòÂìÅé ðÆôÆùÑ çÇéÌÈä, ìÀôÄéëÌÈêÀ éÅøÈàÆä áÌÈäÆí äÇçÉí éÈúÅø; åÀéÅùÑ îÅäÆí âÌåÌôÄéí ùÑÆéÌÄäÀéÆä áÌÈäÆí çÈæÀ÷Èä îÄéÌÀñåÉã äÈàÈøÆõ ëÌÀîåÉ äÈàÂáÈðÄéí, ìÀôÄéëÌÈêÀ éÅøÈàÆä áÌÈäÆí äÇéÌÉáÆùÑ äÇøÀáÌÅä. 6 Y en cada cuerpo formado por los cuatro se hallará frio, calor, humedad y sequedad a la vez. Pero hay entre ellos cuerpos en los cuales preponderará el fuego, como en los seres vivos y por ello se denotará en ellos abundancia de calor; y hay entre ellos cuerpos en los cuales predominará la tierra, como en las piedras y por ello se denotará en ellos la sequedad en abundancia.
æ åÀòÇì äÇãÌÆøÆêÀ äÇæÌÆä, éÄîÌÈöÅà âÌåÌó çÇí éÈúÅø îÄâÌåÌó àÇçÅø çÇí, åÀâåÌó éÈáÅùÑ éÈúÅø îÄâÌåÌó àÇçÅø éÈáÅùÑ. åÀëÅï éÄîÌÈöÅà âÌåÌôÄéí, éÅøÈàÆä áÌÈäÆí äÇ÷ÌÉø áÌÄìÀáÈã; åÀâåÌôÄéí, éÅøÈàÆä áÌÈäÆí äÇìÌÅçÇ áÌÄìÀáÈã. åÀâåÌôÄéí, éÅøÈàÆä áÌÈäÆí äÇ÷ÌÉø åÀäÇéÌÉáÆùÑ ëÌÀàÆçÈã áÌÀùÑåÉåÆä, àåÉ äÇ÷ÌÉø åÀäÇìÌÅçÇ ëÌÀàÆçÈã áÌÀùÑåÉåÆä, àåÉ äÇçÉí åÀäÇéÌÉáÆùÑ ëÌÀàÆçÈã áÌÀùÑåÉåÆä, àåÉ äÇçÉí åÀäÇìÌÅçÇ ëÌÀàÆçÈã áÌÀùÑåÉåÆä. ìÀôÄé øÉá äÇéÌÀñåÉã ùÑÆäÈéÈä áÌÀòÄé÷Çø äÇúÌÇòÂøÉáÆú, éÅøÈàåÌ îÇòÂùÒÅä àåÉúåÉ äÇéÌÀñåÉã åÀèÄáÀòåÉ áÌÇâÌåÌó äÇîÌÀòÉøÈá. 7 Y siendo así, se hallan cuerpos que son más calientes que otros cuerpos calientes, y cuerpos que son más secos que otros cuerpos secos. Y asimismo en ciertos cuerpos tan solo se hallará el frio; y en ciertos cuerpos tan solo se hallará la humedad. Y en ciertos cuerpos se hallarán a la vez el frio y la sequedad o el frio y la humedad o el calor y la sequedad o el calor y la humedad. Según sea mayor cierto elemento en la mezcla, su influencia natural se notará en la composición del cuerpo resultante.
ç [â] åÀëÈì äÇîÌÀçËáÌÈø îÅàÇøÀáÌÇò éÀñåÉãåÉú àÅìÌåÌ, ìÈäÆí äåÌà ðÄôÀøÈã áÌÇñÌåÉó. éÅùÑ ùÑÀäåÌà ðÄôÀøÈã ìÀàÇçÇø éÈîÄéí àÂçÈãÄéí, åÀéÅùÑ ùÑÀäåÌà ðÄôÀøÈã ìÀàÇçÇø ùÑÈðÄéí øÇáÌÄéí; åÀëÈì ùÑÆðÌÄúÀçÇáÌÇø îÅäÆí--àÅé àÄôÀùÑÈø ùÑÆìÌÉà éÄôÌÈøÅã ìÈäÆí, àÇôÄìÌåÌ äÇæÌÈäÈá åÀäÈàÉãÆí: àÅé àÄôÀùÑÈø ùÑÆìÌÉà éÄôÌÈñÅã åÀéÇçÀæÉø ìÄéñåÉãåÉúÈéå, åÀéÇçÀæÉø îÄ÷ÀöÈúåÉ ìÀàÅùÑ åÌîÄ÷ÀöÈúåÉ ìÀîÇéÄí åÌîÄ÷ÀöÈúåÉ ìÀøåÌçÇ åÌîÄ÷ÀöÈúåÉ ìÀàÆøÆõ. 8 Y todo lo formado por esos cuatro elementos finalmente se tornará en ellos. Algunos se separan al cabo de unos días y algunos lo hacen al cabo de muchos años; y es imposible que todo lo que de ellos se haya formado no se torne en ellos, incluso el oro y el rubí. Es imposible que no se descompongan y tornen en sus elementos básicos, convirtiéndose en parte en fuego, y en parte en agua, y en parte en aire y en parte en tierra.
è [ã] äåÉàÄéì åÀëÈì äÇðÌÄôÀøÈã ìÀàÅìÌåÌ éÄôÌÈøÅã, ìÈîÌÈä ðÆàÁîÈø ìÈàÈãÈí "åÀàÆì-òÈôÈø úÌÈùÑåÌá" (áøàùéú â,éè)--ìÀôÄé ùÑÆøÉá áÌÄðÀéÈðåÉ îÄï äÆòÈôÈø. åÀìÉà ëÌÈì äÇðÌÄôÀñÈã, ëÌÀùÑÆéÌÄôÌÈñÅã, îÄéÌÈã éÇçÀæÉø ìÀàÇøÀáÌÇò äÇéÌÀñåÉãåÉú; àÅìÈà éÄôÌÈñÅã åÀéÇçÀæÉø ìÀãÈáÈø àÇçÅø, åÀãÈáÈø àÇçÅø ìÀãÈáÈø àÇçÅø, åÀñåÉó äÇãÌÀáÈøÄéí éÇçÀæÉø ìÇéÌÀñåÉãåÉú. åÀðÄîÀöÀàåÌ ëÌÈì äÇãÌÀáÈøÄéí çåÉæÀøÄéï çÈìÄéìÈä. 9 Teniendo en cuenta que todo, al separarse, se convertirá en esos ¿por qué se le dijo a Adam "y al polvo volverás" (Gn. 3:19)? Debido a que la mayor parte de su confección es de polvo. Pero no todo lo que se descompone, al hacerlo, se convierte inmediatamente en los cuatro fundamentos sino se descompondrá y convertirá en otra cosa, y esa en otra cosa, volviendo finalmente a los fundamentos. De hecho todas las cosas vuelven continuamente.
é [ä] àÇøÀáÌÈòÈä éÀñåÉãåÉú àÅìÌåÌ, îÄùÑÀúÌÇðÌÄéí æÆä ìÀæÆä úÌÈîÄéã áÌÀëÈì éåÉí åÌáÀëÈì ùÑÈòÈä--îÄ÷ÀöÈúÈï, ìÉà ëÌÈì âÌåÌôÈï. ëÌÅéöÇã: îÄ÷ÀöÇú äÈàÈøÆõ äÇ÷ÌÀøåÉáÈä îÄï äÇîÌÇéÄí, îÄùÑÀúÌÇðÌÅéú åÌîÄúÀôÌåÉøÆøÆú åÀðÇòÂùÒÅéú îÇéÄí; åÀëÅï îÄ÷ÀöÇú äÇîÌÇéÄí äÇñÌÀîåÌëÄéï ìÈøåÌçÇ, îÄùÑÀúÌÇðÌÄéí åÌîÄúÀîÇñÀîÀñÄéï åÀäåÉåÄéï øåÌçÇ; åÀëÅï äÈøåÌçÇ, îÄ÷ÀöÈúåÉ äÇñÌÈîåÌêÀ ìÈàÅùÑ îÄùÑÀúÌÇðÌÆä åÌîÄúÀçåÉìÅì åÀðÇòÂùÒÆä àÅùÑ. åÀëÅï äÈàÅùÑ, îÄ÷ÀöÈúÈäÌ äÇñÌÈîåÌêÀ ìÈøåÌçÇ îÄùÑÀúÌÇðÌÆä åÌîÄúÀëÌÇðÌÅñ åÀðÇòÂùÒÆä øåÌçÇ; åÀëÅï äÈøåÌçÇ, îÄ÷ÀöÈúåÉ äÇñÌÈîåÌêÀ ìÇîÌÇéÄí îÄùÑÀúÌÇðÌÆä åÌîÄúÀëÌÇðÌÅñ åÀðÇòÂùÒÆä îÇéÄí; åÀëÅï äÇîÌÇéÄí, îÄ÷ÀöÈúÈï äÇñÌÈîåÌêÀ ìÈàÈøÆõ îÄùÑÀúÌÇðÌÆä åÌîÄúÀëÌÇðÌÅñ åÀðÇòÂùÒÆä àÆøÆõ. 10 Estos cuatro fundamentos se transforman continuamente el uno en el otro, cada día y cada noche, pero algunos solo parcialmente. ¿de qué modo? parte de la tierra cercana al agua cambia desmenuzándose hasta hacerse agua; asimismo parte del agua próxima al aire cambia evaporándose y haciendose aire; asimismo parte del aire próximo al fuego cambia regenerándose y tornándose en fuego. Y asimismo parte del fuego próximo al aire cambia concentrándose y tornándose en aire; y asimismo parte del aire próximo al agua cambia concentrándose hasta tornarse en agua; y asimismo parte del agua próxima a la tierra cambia concentrándose y tornándose en tierra.
éà åÀùÑÄðÌåÌé æÆä, îÀòÇè îÀòÇè åÌìÀôÄé àÉøÆêÀ äÇéÌÈîÄéí; åÀàÅéï ëÌÈì äÇéÌÀñåÉã îÄùÑÀúÌÇðÌÆä òÇã ùÑÆéÌÅòÈùÒÆä ëÌÈì äÇîÌÇéÄí øåÌçÇ àåÉ ëÌÈì äÈøåÌçÇ àÅùÑ, ùÑÀàÅé àÄôÀùÑÈø ùÑÆéÌÄáÌÈèÅì àÆçÈã îÄï äÇéÌÀñåÉãåÉú äÈàÇøÀáÌÈòÈä. àÅìÈà îÄ÷ÀöÈú éÄùÑÀúÌÇðÌÆä îÅàÅùÑ ìÀøåÌçÇ åÌîÄ÷ÀöÈú îÅøåÌçÇ ìÀàÅùÑ; åÀëÅï áÌÅéï ëÌÈì àÆçÈã åÇçÂáÅøåÉ, éÄîÌÈöÅà äÇùÌÑÄðÌåÌé áÌÅéï àÇøÀáÌÇòÀúÌÈí åÀçåÉæÀøåÉú çÈìÄéìÈä. 11 Y este cambio se produce paulatinamente, y según sea necesario; no tornándose ningún fundamento de modo que toda el agua se convierta en aire o todo el aire en fuego. Ya que es imposible que uno de los cuatro fundamentos se anule sino tornaráse un poco del fuego en aire y un poco del aire en fuego y el uno en el otro; produciéndose el cambio entre los cuatro continuamente.
éá [å] åÀùÑÄðÌåÌé æÆä éÄäÀéÆä áÌÄñÀáÄéáÇú äÇâÌÇìÀâÌÇì, åÌîÄñÌÀáÄéáÈúåÉ éÄúÀçÇáÌÀøåÌ àÇøÀáÌÇòÀúÌÈí åÀéÄäÀéÆä îÅäÆí ùÑÀàÈø âÌËìÀîÅé áÌÀðÅé àÈãÈí åÀðÆôÆùÑ çÇéÌÈä åÀöÆîÇç åÀàÆáÆï åÌîÇúÌÆëÆú. åÀäÈàÅì ðåÉúÅï ìÀëÈì âÌÉìÆí åÀâÉìÆí öåÌøÈä äÈøÀàåÌéÈä ìåÉ, òÇì éÀãÅé äÇîÌÇìÀàÈêÀ äÈòÂùÒÄéøÄé ùÑÀäÄéà äÇöÌåÌøÈä äÇðÌÄ÷ÀøÅàú àÄéùÑÄéí. 12 Tal mutación ocurre en torno a la esfera, y su movimiento causa la unión de los cuatro transformándose en el resto de las materias humanas, y almas vivientes, y vegetales, y piedras y metales. Proporcionándole Dios a cada materia la esencia que le corresponde por medio del décimo ángel, que es la esencia llamada Ishim.
éâ [æ] ìÀòåÉìÈí àÅéï àÇúÌÈä øåÉàÆä âÌÉìÆí áÌÀìÉà öåÌøÈä, àåÉ öåÌøÈä áÌÀìÉà âÌÉìÆí. àÅìÈà ìÅá äÈàÈãÈí--äåÌà ùÑÆîÌÀçÇìÌÅ÷ äÇâÌåÌó äÇðÌÄîÀöÈà áÌÀãÇòÀúÌåÉ, åÀéåÉãÅòÇ ùÑÀäåÌà îÀçËáÌÈø îÄâÌÉìÆí åÀöåÌøÈä, åÀéåÉãÅòÇ ùÑÆéÌÅùÑ ùÑÈí âÌåÌôÄéí ùÑÆâÌËìÀîÈí îÀçËáÌÈø îÅàÇøÀáÌÇò éÀñåÉãåÉú, åÀâåÌôÄéí ùÑÆâÌËìÀîÈí ôÌÈùÑåÌè åÀàÅéðåÌ îÀçËáÌÈø îÄâÌÉìÆí àÇçÅø. åÀäÇöÌåÌøåÉú ùÑÀàÅéï ìÈäÆí âÌÉìÆí, àÅéðÈï ðÄøÀàÄéï ìÈòÇéÄï, àÅìÈà áÌÀòÅéï äÇìÌÅá äÆí éÀãåÌòÄéí, ëÌÀîåÉ ùÑÆéÌÈãÇòÀðåÌ àÂãåÉï äÇëÌÉì áÌÀìÉà øÀàÄéÌÇú òÇéÄï. 13 Jamás podrás ver materia sin forma o forma sin materia. Sino es el corazón del hombre el que distingue al cuerpo que se halla en su imaginacón y sabe que el mismo está formado por materia y forma, y sabe que hay cuerpos cuya materia está formada por los cuatro fundamentos, y cuerpos cuya materia es simple, no estando formados por otra materia. En cuanto a las formas inmateriales, son invisibles a los ojos, siendo solo percibidas por el corazón, tal como percibimos al Señor de todo sin verlo.
éã [ç] ðÆôÆùÑ ëÌÈì áÌÈùÒÈø, äÄéà öåÌøÈúåÉ ùÑÆðÌÈúÇï ìåÉ äÈàÅì. åÀäÇãÌÇòÇú äÇéÌÀúÅøÈä äÇîÌÀöåÌéÈä áÌÀðÇôÀùÑåÉ ùÑÆìÌÈàÈãÈí, äÄéà öåÌøÇú äÈàÈãÈí äÇùÌÑÈìÅí áÌÀãÇòÀúÌåÉ; åÀòÇì öåÌøÈä æåÉ ðÆàÁîÈø áÌÇúÌåÉøÈä "ðÇòÂùÒÆä àÈãÈí áÌÀöÇìÀîÅðåÌ ëÌÄãÀîåÌúÅðåÌ" (áøàùéú à,ëå), ëÌÀìåÉîÇø ùÑÆúÌÄäÀéÆä ìåÉ öåÌøÈä äÇéÌåÉãÇòÇú åÌîÇùÌÒÆâÆú äÇãÌÅòåÉú ùÑÀàÅéï ìÈäÆí âÌÉìÆí, òÇã ùÑÆéÌÄãÌÈîÆä ìÈäÆï. åÀàÅéðåÌ àåÉîÅø òÇì öåÌøÈä æåÉ äÇðÌÄëÌÆøÆú ìÈòÅéðÇéÄí, ùÑÀäÄéà äÇôÌÆä åÀäÇçÉèÆí åÀäÇìÌÀñÈúåÉú åÌùÑÀàÈø øÉùÑÆí äÇâÌåÌó, ùÑÆæÌåÉ úÌÉàÇø ùÑÀîÈäÌ. 14 El alma de toda carne es la esencia que le fuera dada por Dios. Y el intelecto, adicionalmente presente, en el alma humana es la esencia del hombre cuya percepción es plena; habiéndose la Torá referido a tal esencia al decir: "hagamos un hombre a nuestra imagen y semejanza" (Gn. 1:26). Es decir: que posea una esencia que perciba y comprenda los conocimientos inmateriales, hasta que se les asemeje. No se refiere esto a las formas reconocibles visualmente, como la boca, la nariz, las mandíbulas y las demás características corporales, ya que ellas no son sino características.
èå åÀàÅéðÈäÌ äÇðÌÆôÆùÑ äÇîÌÀöåÌéÈä ìÀëÈì ðÆôÆùÑ çÇéÌÈä, ùÑÆáÌÈäÌ àåÉëÅì åÀùÑåÉúÆä åÌîåÉìÄéã åÌîÇøÀâÌÄéùÑ åÌîÀäÇøÀäÅø. àÅìÈà äÇãÌÅòÈä--ùÑÀäÄéà öåÌøÇú äÇðÌÆôÆùÑ, åÌáÀöåÌøÇú äÇðÌÆôÆùÑ äÇëÌÈúåÌá îÀãÇáÌÅø. åÌôÀòÈîÄéí øÇáÌåÉú, úÌÄ÷ÌÈøÅà æåÉ äÇöÌåÌøÈä ðÆôÆùÑ åÀøåÌçÇ; åÌìÀôÄéëÌÈêÀ öÈøÄéêÀ ìÀäÄæÌÈäÅø áÌÇùÌÑÅîåÉú, ùÑÆìÌÉà úÄèÀòÆä: åÀëÈì ùÑÅí åÀùÑÅí, éÄìÌÈîÅã îÅòÄðÀéÈðåÉ. 15 Ni se trata del alma común a todo ser vivo, debido a la cual él bebe, procrea, siente y piensa. Sino es la percepción, que es la forma del alma, refiriéndose a ella la Escritura. Siendo muchas veces tal forma llamada tanto alma como espíritu, por lo tanto débese tener cuidado de no confundir los nombres, aprendiéndose sobre cada nombre según su contexto.
èæ [è] àÅéï öåÌøÇú äÇðÌÆôÆùÑ äÇæÌÉàú îÀçËáÌÆøÆú îÄï äÇéÌÀñåÉãåÉú, ëÌÀãÅé ùÑÆúÌÄôÌÈøÅã ìÈäÆí, åÀàÅéðÈäÌ îÄëÌåÉçÇ äÇðÌÀùÑÈîÈä, òÇã ùÑÆúÌÀäÆà öÀøÄéëÈä ìÇðÌÀùÑÈîÈä ëÌÀîåÉ ùÑÆäÇðÌÀùÑÈîÈä öÀøÄéëÈä ìÇâÌåÌó; àÅìÈà îÅàÅú ä', îÄï äÇùÌÑÈîÇéÄí äÄéà. ìÀôÄéëÌÈêÀ ëÌÀùÑÆéÌÄôÌÈøÅã äÇâÌÉìÆí ùÑÀäåÌà îÀçËáÌÈø îÄï äÇéÌÀñåÉãåÉú, åÀúÉàáÇã äÇðÌÀùÑÈîÈä îÄôÌÀðÅé ùÑÀàÅéðÈäÌ îÀöåÌéÈä àÅìÈà òÄí äÇâÌåÌó åÌöÀøÄéëÈä ìÇâÌåÌó áÌÀëÈì îÇòÂùÒÆéäÈ, ìÉà úÄëÌÈøÅú äÇöÌåÌøÈä äÇæÌÉàú, ìÀôÄé ùÑÀàÅéðÈäÌ öÀøÄéëÈä ìÇðÌÀùÑÈîÈä áÌÀîÇòÂùÒÆéäÈ--àÅìÈà éåÉãÇòÇú åÌîÇùÌÒÆâÆú äÇãÌÅòåÉú äÇôÌÀøåÌãåÉú îÄï äÇâÌÀìÈîÄéí, åÀéåÉãÇòÇú áÌåÉøÅà äÇëÌÉì, åÀòåÉîÆãÆú ìÀòåÉìÈí, åÌìÀòåÉìÀîÅé òåÉìÈîÄéí. äåÌà ùÑÆàÈîÇø ùÑÀìÉîÉä áÌÀçÈëÀîÈúåÉ, "åÀéÈùÑÉá äÆòÈôÈø òÇì-äÈàÈøÆõ, ëÌÀùÑÆäÈéÈä; åÀäÈøåÌçÇ úÌÈùÑåÌá, àÆì-äÈàÁìÉäÄéí àÂùÑÆø ðÀúÈðÈäÌ" (÷åäìú éá,æ). 16 Esta forma espiritual no está compuesta por los fundamentos para que se convierta en ellos ni depende del alma para que dependa de ésta como el alma necesita al cuerpo, sino proviene de Dios, es celestial. Por lo tanto cuando se descomponga la materia que está formada por los fundamentos y se desvanezca el alma ya que no se halla sino en el cuerpo, necesitándole definitivamente, ésta forma no perecerá ya que es definitivamente independiente del alma; comprendiendo y percibiendo a los conocimientos que son inmateriales y percibe al Creador de todo y existe eternamente y por siempre. Como lo dijera Shelomó en su sabiduría: "Y el polvo retornará a la tierra, como era, y el espíritu volverá a Dios que lo dio" (Ecl. 12:7)
éæ [é] ëÌÈì äÇãÌÀáÈøÄéí äÈàÅìÌåÌ ùÑÆãÌÄáÌÇøÀðåÌ áÌÀòÄðÀéÈï æÆä, ëÌÀîÇø îÄãÌÀìÄé äÆí; åÌãÀáÈøÄéí òÂîåÌ÷Äéí äÆí, àÂáÈì àÅéðÈí ëÌÀòÉîÆ÷ òÄðÀéÇï ôÌÅøÆ÷ øÄàùÑåÉï åÀùÑÅðÄé. åÌáÅàåÌø ëÌÈì àÅìÌåÌ äÇãÌÀáÈøÄéí ùÑÆáÌÀôÅøÆ÷ ùÑÀìÄéùÑÄé åÌøÀáÄéòÄé, äåÌà äÇðÌÄ÷ÀøÈà îÇòÂùÒÅä áÌÀøÅàùÑÄéú. åÀëÌÈêÀ öÄåÌåÌ çÂëÈîÄéí äÈøÄàùÑåÉðÄéí, ùÑÀàÅéï ãÌåÉøÀùÑÄéï âÌÇí áÌÇãÌÀáÈøÄéí äÈàÅìÌåÌ áÌÈøÇáÌÄéí, àÅìÈà ìÀàÈãÈí àÆçÈã áÌÄìÀáÈã îåÉãÄéòÄéí ãÌÀáÈøÄéí àÅìÌåÌ åÌîÀìÇîÌÀãÄéï àåÉúåÉ. 17 Todo lo que hemos mencionado sobre este asunto es como una gota en un balde y son cosas profundas, pero no tanto como el asunto tratado en los capítulos primero y segundo. El esclarecimiento de todas estas cosas del tercer y cuarto capítulo es lo llamado “El Asunto del Principio”. Y asimismo nos ordenaron los antiguos Sabios que no explicáramos acerca de esas cosas públicamente sino a una sola persona pueden transmitírse y enseñarse.
éç [éà] åÌîÇä áÌÅéï òÄðÀéÇï îÇòÂùÒÅä îÆøÀëÌÈáÈä ìÀòÄðÀéÇï îÇòÂùÒÅä áÌÀøÅàùÑÄéú--ùÑÆòÄðÀéÇï îÇòÂùÒÅä îÆøÀëÌÈáÈä, àÇôÄìÌåÌ ìÀàÆçÈã àÅéï ãÌåÉøÀùÑÄéï áÌåÉ, àÅìÈà àÄí ëÌÅï äÈéÈä çÈëÈí åÌîÅáÄéï îÄãÌÇòÀúÌåÉ, ðåÉúÀðÄéï ìåÉ øÈàùÑÅé äÇôÌÀøÈ÷Äéí; åÀòÄðÀéÇï îÇòÂùÒÅä áÌÀøÅàùÑÄéú, îÀìÇîÌÀãÄéï àåÉúåÉ ìÇéÌÈçÄéã, àÇó òÇì ôÌÄé ùÑÀàÅéðåÌ îÅáÄéï àåÉúåÉ îÄãÌÇòÀúÌåÉ, åÌîåÉãÄéòÄéï àåÉúåÉ ëÌÈì ùÑÆéÌÈëåÉì ìÅéãÇò îÄãÌÀáÈøÄéí àÅìÌåÌ. åÀìÈîÌÈä àÅéï îÀìÇîÌÀãÄéï àåÉúåÉ áÌÈøÇáÌÄéí, ìÀôÄé ùÑÀàÅéï ëÌÈì àÈãÈí éÅùÑ ìåÉ ãÌÇòÇú øÀçÈáÈä ìÀäÇùÌÒÄéâ ôÌÅøåÌùÑ åÌáÅàåÌø ëÌÈì äÇãÌÀáÈøÄéí òÇì áÌÈøÀéÈï. 18 Y ¿cúal es la diferencia entre “El Asunto del Carruaje” y “El Asunto del Principio”? la misma es que respecto del “Asunto del Carruaje” no se le instruye a una persona a menos que sea sabia y autodidacta, caso en el cual se le dan a conocer los principios sintetizados. Mientras que respecto del “Asunto del Principio” se le enseña a un individuo a pesar de ser incapaz de comprenderlo por sí mismo, informándosele acerca de todo lo que logre entender respecto de esas cosas. Y ¿por qué no se enseña respecto del mismo públicamente? debido a que no toda persona posee el amplio conocimiento requerido para comprender la explicación y el esclarecimiento de estas cosas plenamente.
éè [éá] áÌÄæÀîÈï ùÑÆàÈãÈí îÄúÀáÌåÉðÅï áÌÄãÀáÈøÄéí àÅìÌåÌ, åÌîÇëÌÄéø ëÌÈì äÇáÌÀøåÌàÄéí îÄîÌÇìÀàÈêÀ åÀâÇìÀâÌÇì åÀàÈãÈí åÀëÇéÌåÉöÆà áÌåÉ, åÀéÄøÀàÆä çÈëÀîÈúåÉ ùÑÆìÌÀäÇ÷ÌÈãåÉùÑ áÌÈøåÌêÀ äåÌà áÌÀëÈì äÇéÌÀöåÌøÄéí åÀëÈì äÇáÌÀøåÌàÄéí--îåÉñÄéó àÇäÂáÈä ìÇîÌÈ÷åÉí, åÀúÄöÀîÈà ðÇôÀùÑåÉ åÀéÄëÀîÇäÌ áÌÀùÒÈøåÉ ìÆàÁäÉá äÇîÌÈ÷åÉí áÌÈøåÌêÀ äåÌà; åÀéÄéøÈà åÀéÄôÀçÇã îÄùÌÑÄôÀìåÌúåÉ åÀãÇìÌåÌúåÉ åÀ÷ÇìÌåÌúåÉ, ëÌÀùÑÆéÌÇòÂøÉêÀ òÇöÀîåÉ ìÀàÆçÈã îÅäÇâÌåÌôåÉú äÇ÷ÌÀãåÉùÑÄéí äÇâÌÀãåÉìÄéí, åÀëÈì ùÑÆëÌÅï ìÀàÆçÈã îÅäÇöÌåÌøåÉú äÇèÌÀäåÉøåÉú äÇðÌÄôÀøÈãåÉú îÄï äÇâÌÀìÈîÄéí, ùÑÆìÌÉà ðÄúÀçÇáÌÀøåÌ áÌÀâÉìÆí ëÌÀìÈì. åÀéÄîÀöÈà òÇöÀîåÉ, ùÑÀäåÌà ëÌÄëÀìÄé îÈìÅà áÌåÌùÑÈä åÌëÀìÄîÌÈä, øÅé÷ åÀçÈñÅø. 19 Cuando una persona reflexiona acerca de estas cosas y conoce a todas las creaciones, desde los ángeles hasta las esferas y el hombre y cosas por el estilo, reconociendo la Sabiduría del Santo, bendito Sea, en las criaturas y creaciones, acrecienta el amor a Dios. Y su alma tendrá sed, y anhelo su carne, de amar al Eterno, bendito Sea. Y temerá y se atemorizará debido a su inferioridad e insignificancia al compararse con los grandes cuerpos sagrados, y más aún al compararse con una de las formas puras inmateriales, que no fueron formadas por materia alguna. Entonces se percatará de ser como un utensilio repleto de vergüenza y oprobio, vacuo y carente.
ë [éâ] åÀòÄðÀéÀðÅé àÇøÀáÌÈòÈä ôÌÀøÈ÷Äéí àÅìÌåÌ ùÑÆáÌÀçÈîÅùÑ îÄöÀååÉú äÈàÅìÌåÌ--äÆí ùÑÆçÂëÈîÄéí äÈøÄàùÑåÉðÄéí ÷åÉøÀàÄéï àåÉúÈï ôÌÇøÀãÌÅñ, ëÌÀîåÉ ùÑÆàÈîÀøåÌ àÇøÀáÌÈòÈä ðÄëÀðÀñåÌ ìÇôÌÇøÀãÌÅñ: åÀàÇó òÇì ôÌÄé ùÑÆâÌÀãåÉìÅé éÄùÒÀøÈàÅì äÈéåÌ åÇçÂëÈîÄéí âÌÀãåÉìÄéí äÈéåÌ, ìÉà ëÌËìÌÈí äÈéÈä áÌÈäÆï ëÌåÉçÇ ìÅéãÇò åÌìÀäÇùÌÒÄéâ ëÌÈì äÇãÌÀáÈøÄéí òÇì áÌÈøÀéÈï. 20 Y los asuntos de estos cuatro capítulos correspondientes a estos cinco preceptos son lo llamado por los Antiguos Sabios “Pardes”. Como lo dijeran "Cuatro entraron al Pardes". Y, a pesar de que fueran grandes Sabios de Israel, no todos tuvieron la fortaleza necesaria para comprender y percibir todas las cosas plenamente.
ëà åÇàÂðÄé àåÉîÅø ùÑÀàÅéï øÈàåÌé ìÀäÄèÌÇéÌÇì áÌÇôÌÇøÀãÌÅñ, àÅìÈà îÄé ùÑÆðÌÄúÀîÇìÌÈà ëÌÀøÅñåÉ ìÆçÆí åÌáÈùÒÈø; åÀìÆçÆí åÌáÈùÒÈø æÆä, äåÌà ìÅéãÇò áÌÅàåÌø äÈàÈñåÌø åÀäÇîÌËúÌÈø åÀëÇéÌåÉöÆà áÌÈäÆï îÄùÌÑÀàÈø äÇîÌÄöÀååÉú. åÀàÇó òÇì ôÌÄé ùÑÆãÌÀáÈøÄéí àÅìÌåÌ, ãÌÈáÈø ÷ÈèÈï ÷ÈøÀàåÌ àåÉúÈí çÂëÈîÄéí, ùÑÆäÂøÅé àÈîÀøåÌ çÂëÈîÄéí ãÌÈáÈø âÌÈãåÉì îÇòÂùÒÅä îÆøÀëÌÈáÈä, åÀãÈáÈø ÷ÈèÈï äÂåÈéÈä ãÌÀàÇáÌÇéÌÅé åÀøÈáÈà; àÇó òÇì ôÌÄé ëÅï, øÀàåÌéÄéï äÆï ìÀäÇ÷ÀãÌÄéîÈï: ùÑÀäÆï îÀéÇùÌÑÀáÄéï ãÌÇòÀúÌåÉ ùÑÆìÌÈàÈãÈí úÌÀçÄìÌÈä, åÀòåÉã ùÑÀäÆï äÇèÌåÉáÈä äÇâÌÀãåÉìÈä ùÑÆäÄùÑÀôÌÄéòÇ äÇ÷ÌÈãåÉùÑ áÌÈøåÌêÀ äåÌà ìÀéÄùÌÑåÌá äÈòåÉìÈí äÇæÌÆä, ëÌÀãÅé ìÄðÀçÉì çÇéÌÅé äÈòåÉìÈí äÇáÌÈà. åÀàÄôÀùÑÈø ùÑÆéÌÅãÈòÅí äÇëÌÉì--âÌÈãåÉì åÀ÷ÈèÈï, àÄéùÑ åÀàÄùÌÑÈä, áÌÇòÇì ìÅá øÈçÅá åÌáÇòÇì ìÅá ÷ÈöÅø. 21 Y yo digo que no es apropiado que pasee por el “Huerto” sino quien se haya saciado de pan y carne. Siendo este pan y carne la comprensión de lo prohibido y lo permitido, y demás cosas concernientes al resto de los Preceptos. Y a pesar de que a tales cosas las llamaron los Sabios “pequeñeces” ya que dijeron "El Asunto del Carruaje es una cosa grandiosa y los debates entre Abaié y Rabá son pequeñeces". A pesar de eso, es apropiado anteponerlas ya que, primero, afirman la conciencia del hombre y además son el gran bien que nos hiciera el Santo, bendito Sea, para que el mundo sea habitado y para heredar la vida del Mundo Venidero. Y a todos les es posible saberlos, grandes y chicos, varones y mujeres, avispados y lerdos.


ôÌÅøÆ÷ ä Capítulo Cinco

à ëÌÈì áÌÅéú éÄùÒÀøÈàÅì îÀöËåÌÄéï òÇì ÷ÄãÌåÌùÑ äÇùÌÑÅí äÇâÌÈãåÉì äÇæÌÆä, ùÑÆðÌÆàÁîÈø "åÀðÄ÷ÀãÌÇùÑÀúÌÄé, áÌÀúåÉêÀ áÌÀðÅé éÄùÒÀøÈàÅì" (åé÷øà ëá,ìá); åÌîËæÀäÈøÄéï ùÑÆìÌÉà ìÀçÇìÌÀìåÉ, ùÑÆðÌÆàÁîÈø "åÀìÉà úÀçÇìÌÀìåÌ, àÆú-ùÑÅí ÷ÈãÀùÑÄé" (ùí). ëÌÅéöÇã--áÌÀùÑÈòÈä ùÑÆéÌÇòÂîÉã âÌåÉé åÀéÆàÁðÉñ àÆú éÄùÒÀøÈàÅì ìÇòÂáÉø òÇì àÇçÇú îÄëÌÈì îÄöÀååÉú äÈàÂîåÌøåÉú áÌÇúÌåÉøÈä àåÉ éÇäÇøÀâÆðÌåÌ, éÇòÂáÉø åÀàÇì éÅäÈøÅâ: ùÑÆðÌÆàÁîÈø áÌÇîÌÄöÀååÉú, "àÂùÑÆø éÇòÂùÒÆä àÉúÈí äÈàÈãÈí åÈçÇé áÌÈäÆí" (åé÷øà éç,ä)--åÀìÉà ùÑÆéÌÈîåÌú áÌÈäÆí. åÀàÄí îÅú åÀìÉà òÈáÇø, äÂøÅé æÆä îÄúÀçÇéÌÅá áÌÀðÇôÀùÑåÉ. 1 A toda la Casa de Israel le atañe la orden de santificar este gran Nombre, como está escrito: "y me santificaré en medio de los hijos de Israel" (Lv. 22:32); y se le advierte no profanarlo, como está escrito: "Y no profanaréis mi sagrado Nombre" (Ídem). ¿cómo se cumple con esto? en el momento en que se presente un gentil y obligue a un israelita a que transgreda uno de los Preceptos mencionados en la Torá so pena de muerte, a de transgredirlo y no morir, ya que está escrito acerca de los Preceptos: "con los cuales cumplirá el hombre y por ellos vivirá" (Lv. 18:5), y no que muera por su causa. Y de haberse hecho matar por no transgredirlo, su alma quedaría en deuda.
á áÌÇîÌÆä ãÌÀáÈøÄéí àÂîåÌøÄéí, áÌÄùÑÀàÈø îÄöÀååÉú--çåÌõ îÅòÂáåÉãÈä æÈøÈä, åÀâÄìÌåÌé òÂøÈéåÉú, åÌùÑÀôÄéëåÌú ãÌÈîÄéí. àÂáÈì ùÑÈìåÉùÑ òÂáÅøåÉú àÅìÌåÌ, àÄí éÉàîÇø ìåÉ òÂáÉø òÇì àÇçÇú îÅäÆï àåÉ úÌÅäÈøÅâ, éÅäÈøÅâ åÀàÇì éÇòÂáÉø. 2 ¿a qué casos se hace referencia? respecto de todos los Preceptos, excepto la idolatría, las relaciones sexuales ilícitas y el asesinato ya que en lo concerniente a esas tres prohibiciones, si le dijera “¡transgrede una de ellas o morirás?”, preferirá la muerte a la transgresión.
â áÌÇîÌÆä ãÌÀáÈøÄéí àÂîåÌøÄéí, áÌÄæÀîÈï ùÑÆäÇâÌåÉé îÄúÀëÌÇåÌÅï ìÇäÂðÈàÇú òÇöÀîåÉ, ëÌÀâåÉï ùÑÆàÂðÈñåÉ ìÄáÀðåÉú ìåÉ áÌÅéúåÉ áÌÇùÌÑÇáÌÈú àåÉ ìÀáÇùÌÑÇì ìåÉ úÌÇáÀùÑÄéìåÉ àåÉ àÈðÇñ àÄùÌÑÈä ìÀáÈòÃìÈäÌ åÀëÇéÌåÉöÆà áÌÀæÆä. àÂáÈì àÄí ðÄúÀëÌÇåÌÇï ìÀäÇòÀáÌÄéøåÉ òÇì äÇîÌÄöÀååÉú áÌÄìÀáÈã--àÄí äÈéÈä áÌÅéðåÉ ìÀáÅéï òÇöÀîåÉ, åÀàÅéï ùÑÈí òÂùÒÈøÈä îÄéÌÄùÒÀøÈàÅì--éÇòÂáÉø åÀàÇì éÅäÈøÅâ; åÀàÄí àÂðÈñåÉ ìÀäÇòÀáÌÄéøåÉ áÌÇòÂùÒÈøÈä îÄéÌÄùÒÀøÈàÅì--éÅäÈøÅâ åÀàÇì éÇòÂáÉø, åÀàÇôÄìÌåÌ ìÉà ðÄúÀëÌÇåÌÇï ìÀäÇòÀáÌÄéøåÉ àÅìÈà òÇì îÄöÀåÈä îÄùÌÑÀàÈø îÄöÀååÉú áÌÄìÀáÈã. 3 ¿a qué casos se hace referencia? a aquellos en los que la intención del gentil es su goce personal, como cuando le forzó a construirle su casa en Shabat o a cocinarle, o violó una mujer, y casos semejantes. Pero si solo intentó forzarle a transgredir los Preceptos, si se hallaban a solas, y no hubieran allí diez israelitas, preferirá transgredir a morir; y si le forzó a transgredir ante diez israelitas, preferirá morir a transgredir, incluso al no ser su intención que transgreda sino cualquier otro de los Preceptos.
ã [â] åÀëÈì äÇãÌÀáÈøÄéí äÈàÅìÌåÌ, ùÑÆìÌÉà áÌÀùÑÈòÇú äÇùÌÑÀîÈã. àÂáÈì áÌÀùÑÈòÇú äÇùÌÑÀîÈã, åÀäåÌà ëÌÀùÑÆéÌÇòÂîÉã îÆìÆêÀ øÈùÑÈò ëÌÄðÀáåÌëÇãÀðÆàöÌÇø åÇçÂáÅøÈéå åÀéÄâÀæÉø ùÑÀîÈã òÇì éÄùÒÀøÈàÅì ìÀáÇèÌÇì ãÌÈúÈí àåÉ îÄöÀåÈä îÄï äÇîÌÄöÀååÉú--éÅäÈøÅâ åÀàÇì éÇòÂáÉø, àÇôÄìÌåÌ òÇì àÇçÇú îÄùÌÑÀàÈø îÄöÀååÉú, áÌÅéï ðÆàÁðÈñ áÌÀúåÉêÀ òÂùÒÈøÈä, áÌÅéï ðÆàÁðÈñ áÌÅéðåÉ ìÀáÅéï âÌåÉéÄéí. 4 Todo lo dicho anteriormente es vigente mientras no se trate de “She`at ha-Shemad”. Ya que entonces, cuando rija un rey malvado como Nabucodonosor y sus compinches y decrete el exterminio de Israel al invalidar su Ley o cualquier Precepto, preferirá la muerte a la transgresión, incluso si se trata de un Precepto de los restantes, sin tener en cuenta si se le forzó ante diez o ante otros gentiles.
ä [ã] ëÌÈì îÄé ùÑÆðÌÆàÁîÈø áÌåÉ éÇòÂáÉø åÀàÇì éÅäÈøÅâ, åÀðÆäÀøÇâ åÀìÉà òÈáÇø--äÂøÅé æÆä îÄúÀçÇéÌÅá áÌÀðÇôÀùÑåÉ. åÀëÈì îÄé ùÑÆðÌÆàÁîÈø áÌåÉ éÅäÈøÅâ åÀàÇì éÇòÂáÉø, åÀðÆäÀøÇâ åÀìÉà òÈáÇø--äÂøÅé æÆä ÷ÄãÌÇùÑ àÆú äÇùÌÑÅí. åÀàÄí äÈéÈä áÌÇòÂùÒÈøÈä îÄéÌÄùÒÀøÈàÅì--äÂøÅé æÆä ÷ÄãÌÇùÑ àÆú äÇùÌÑÅí áÌÈøÇáÌÄéí, ëÌÀãÈðÄéÌÅàì çÂðÇðÀéÈä îÄéùÑÈàÅì åÇòÂæÇøÀéÈä åÌëÀøÄáÌÄé òÂ÷ÄéáÈä åÇçÂáÅøÈéå; åÀàÅìÌåÌ äÆí äÂøåÌâÅé îÇìÀëåÌú, ùÑÀàÅéï îÇòÂìÈä òÇì îÇòÂìÈúÈí, åÇòÂìÅéäÆí ðÆàÁîÈø "ëÌÄé-òÈìÆéêÈ, äÉøÇâÀðåÌ ëÈì-äÇéÌåÉí; ðÆçÀùÑÇáÀðåÌ, ëÌÀöÉàï èÄáÀçÈä" (úäéìéí îã,ëâ), åÇòÂìÅéäÆí ðÆàÁîÈø "àÄñÀôåÌ-ìÄé çÂñÄéãÈé--ëÌÉøÀúÅé áÀøÄéúÄé, òÂìÅé-æÈáÇç" (úäéìéí ð,ä). 5 Todo aquel acerca del cual se dijo que transgrediera y no muera, y prefirió la muerte a la transgresión, su alma queda en deuda. Y todo aquel acerca del cual se dijo que prefiera la muerte a la transgresión, y fue asesinado y no transgredió, santificó el Nombre. Y si se hallaba ante diez israelitas, santificó el Nombre en público como lo hicieron Daniel, Jananiá, Mishael y `Azariá, y como Ribí `Aquivá y sus compañeros, siendo ellos los “Muertos por el Reino”, cuyo encumbramiento no tiene par, habiéndose dicho acerca de ellos: "Ya que por tí somos matados todo el día, tratándosenos como rebaño de matadero" (Sal. 44:23) y díjose acerca de ellos: "Reunidme a mis piadosos; los que pactaron conmigo por sacrificio" (Sal. 50:5).
å åÀëÈì îÄé ùÑÆðÌÆàÁîÈø áÌåÉ éÅäÈøÅâ åÀàÇì éÇòÂáÉø, åÀòÈáÇø åÀìÉà ðÆäÀøÇâ--äÂøÅé æÆä îÀçÇìÌÅì àÆú äÇùÌÑÅí, åÀàÄí äÈéÈä áÌÇòÂùÒÈøÈä îÄéÌÄùÒÀøÈàÅì, äÂøÅé æÆä çÄìÌÇì àÆú äÇùÌÑÅí áÌÈøÇáÌÄéí; åÌáÄèÌÇì îÄöÀåÇú òÂùÒÅä ùÑÀäÄéà ÷ÄãÌåÌùÑ äÇùÌÑÅí, åÀòÈáÇø òÇì îÄöÀåÇú ìÉà úÇòÂùÒÆä ùÑÀäÄéà çÄìÌåÌì äÇùÌÑÅí. åÀàÇó òÇì ôÌÄé ëÅï, îÄôÌÀðÅé ùÑÆòÈáÇø áÌÀàÉðÆñ, àÅéï îÇìÀ÷Äéï àåÉúåÉ åÀàÅéï öÈøÄéêÀ ìåÉîÇø ùÑÀàÅéï îÀîÄéúÄéï àåÉúåÉ áÌÅéú ãÌÄéï, àÇôÄìÌåÌ äÈøÇâ áÌÀàÉðÆñ: ùÑÀàÅéï îÇìÀ÷Äéï åÌîÀîÄéúÄéï, àÅìÈà ìÈòåÉáÅø áÌÄøÀöåÉðåÉ áÌÀòÅãÄéí åÀäÇúÀøÈàÈä, ùÑÆðÌÆàÁîÈø áÌÀðåÉúÅï îÄæÌÇøÀòåÉ ìÇîÌÉìÆêÀ, "åÀðÈúÇúÌÄé àÂðÄé àÆú-ôÌÈðÇé áÌÈàÄéùÑ äÇäåÌà" (øàä åé÷øà ë,â; åé÷øà ë,ä); åÌîÄôÌÄé äÇùÌÑÀîåÌòÈä ìÈîÀãåÌ, "äÇäåÌà" ìÉà àÈðåÌñ åÀìÉà ùÑåÉâÅâ åÀìÉà îËèÀòÆä. 6 Todo aquel acerca del cual se dijo que prefiera la muerte a la transgresión, y transgredió en lugar de morir, profanó el Nombre, y de haberlo hecho ante diez israelitas, lo profanó en público, y suprimió un Precepto Positivo que es el de santificar el Nombre a la vez que transgredió un Precepto Negativo que es la profanación del Nombre. Y a pesar de eso, debido a haber sido forzado a transgredir, no se le azota ni le ejecuta un Bet Dín sino sólo a quien transgrede adrede, habiendo testigos de ello y habiéndosele advertido al respecto, tal como está escrito respecto del que da de su progenie a Mólekh "Y pondré mi rostro contra ese varón" (Vea Lv. 20:3; Lv. 20:5); por “shemu`a” aprendieron “ese”, ni un forzado ni un inintencionado ni un equivocado.
æ åÌîÇä àÄí òÂáåÉãÈä æÈøÈä, ùÑÀäÄéà çÂîåÌøÈä îÄï äÇëÌÉì, äÈòåÉáÅã àåÉúÈäÌ áÌÀàÉðÆñ àÅéðåÌ çÇéÌÈá ëÌÈøÅú, åÀàÅéï öÈøÄéêÀ ìåÉîÇø îÄéúÇú áÌÅéú ãÌÄéï--÷Çì åÀçÉîÆø ìÄùÑÀàÈø îÄöÀååÉú äÈàÂîåÌøåÉú áÌÇúÌåÉøÈä. åÌáÈòÂøÈéåÉú, äåÌà àåÉîÅø "åÀìÇðÌÇòÂøÈä ìÉà-úÇòÂùÒÆä ãÈáÈø" (ãáøéí ëá,ëå). 7 Y si tratándose de idolatría, considerada la falta más grave, al transgresor forzado no se le aplica el “karet” ni falta hace mencionar que tampoco una pena capital sentenciada por un Bet Dín le es aplicada, está claro como se juzgará respecto del resto de los Preceptos de la Torá. Ya que respecto a las relaciones sexuales ilícitas él dice: "Y a la muchacha no le harás nada" (Dt. 22:26).
ç [ä] ðÈùÑÄéí ùÑÆàÈîÀøåÌ ìÈäÆí âÌåÉéÄéí, úÌÀðåÌ ìÈðåÌ àÇçÇú îÄëÌÆí åÌðÀèÇîÌÅà àåÉúÈäÌ, åÀàÄí ìÈàå, ðÀèÇîÌÅà àÆú ëÌËìÌÀëÆí--éÀèÇîÌÀàåÌ àÆú ëÌËìÌÈï, åÀàÇì éÄîÀñÀøåÌ ìÈäÆí ðÆôÆùÑ àÇçÇú îÄéÌÄùÒÀøÈàÅì. åÀëÅï àÄí àÈîÀøåÌ ìÈäÆí âÌåÉéÄéí, úÌÀðåÌ ìÈðåÌ àÆçÈã îÄëÌÆí åÀðÇäÇøÀâÆðÌåÌ, åÀàÄí ìÈàå, ðÇäÂøÉâ àÆú ëÌËìÌÀëÆí--éÅäÈøÀâåÌ ëÌËìÌÈí, åÀàÇì éÄîÀñÀøåÌ ìÈäÆí ðÆôÆùÑ àÇçÇú îÄéÌÄùÒÀøÈàÅì. åÀàÄí éÅçÂãåÌäåÌ ìÈäÆí åÀàÈîÀøåÌ, úÌÀðåÌ ìÈðåÌ ôÌÀìåÉðÄé àåÉ ðÇäÂøÉâ àÆú ëÌËìÌÀëÆí--àÄí äÈéÈä îÀçËéÌÈá îÄéúÈä ëÌÀùÑÆáÇò áÌÆï áÌÄëÀøÄé, éÄúÌÀðåÌ àåÉúåÉ ìÈäÆí, åÀàÅéï îåÉøÄéï ìÈäÆí ëÌÅï, ìÀëÇúÌÀçÄìÌÈä; åÀàÄí àÅéðåÌ çÇéÌÈá--éÅäÈøÀâåÌ ëÌËìÌÈí, åÀàÇì éÄîÀñÀøåÌ ìÈäÆí ðÆôÆùÑ àÇçÇú îÄéÌÄùÒÀøÈàÅì. 8 Unas mujeres a las que unos gentiles les dicen: "Dadnos a una de vosotras y la impurificaremos o, de lo contrario, os impurificaremos a todas". Las impurificarán a todas, pero no aceptarán entregarles a una israelita. Asimismo si les dijeran unos gentiles a unos israelitas: "Dadnos a uno de vosotros para asesinarlo, de lo contrario os asesinaremos a todos". Los asesinarán a todos, pero no aceptarán entregarles a un israelita. Empero, si escogieran a uno y dijeran: "Dadnos a fulano o os asesinaremos a todos". Si estuviera condenado a muerte, como Shev`a ben Bikhri, lo entregarán, pero no se les instruye a actuar así en primeria instancia; en caso de no tratarse de un condenado serán asesinados todos, no aceptando entregarles a un israelita.
è [å] ëÌÀòÄðÀéÈï ùÑÆàÈîÀøåÌ áÌÈàËðÀñÄéï, ëÌÈêÀ àÈîÀøåÌ áÌÈçÃìÈàÄéí. ëÌÅéöÇã--îÄé ùÑÆçÈìÈä åÀðÈèÈä ìÈîåÌú åÀàÈîÀøåÌ äÈøåÉôÀàÄéí ùÑÆøÀôåÌàÈúåÉ áÌÀãÈáÈø ôÌÀìåÉðÄé îÅàÄñÌåÌøÄéï ùÑÆáÌÇúÌåÉøÈä, òåÉùÒÄéï ìåÉ. åÌîÄúÀøÇôÌÀàÄéï áÌÀëÈì àÄñÌåÌøÄéï ùÑÆáÌÇúÌåÉøÈä, áÌÄîÀ÷åÉí ñÇëÌÈðÈä: çåÌõ îÅòÂáåÉãÈä æÈøÈä åÀâÄìÌåÌé òÂøÈéåÉú åÌùÑÀôÄéëåÌú ãÌÈîÄéí--ùÑÆàÇôÄìÌåÌ áÌÄîÀ÷åÉí ñÇëÌÈðÈä, àÅéï îÄúÀøÇôÌÀàÄéï áÌÈäÆí; åÀàÄí òÈáÇø åÀðÄúÀøÇôÌÈà--òåÉðÀùÑÄéï àåÉúåÉ áÌÅéú ãÌÄéï, òÉðÆùÑ äÈøÈàåÌé ìåÉ. 9 Lo mismo que dijeron respecto de los forzamientos se aplica a las enfermedades. Es decir que si alquien enfermase, corriendo peligro de muerte, y los doctores afirmaran que le curaría algo prohibido por la Torá, se le cura así. Y se cura uno por medio de toda cosa prohibida por la Torá salvo la idolatría, las relaciones sexuales ilícitas y el asesinato; ya que incluso en caso de peligro, uno no ha de curarse por su medio, y si uno se curara transgrediendo ha de ser castigado por un Bet Dín según corresponda.
é [æ] åÌîÀðÇéÄï ùÑÆàÇôÄìÌåÌ áÌÄîÀ÷åÉí ñÇëÌÈðÇú ðÀôÈùÑåÉú, àÅéï òåÉáÀøÄéï òÇì àÇçÇú îÄùÌÑÈìåÉùÑ òÂáÅøåÉú àÅìÌåÌ: ùÑÆðÌÆàÁîÈø "åÀàÈäÇáÀúÌÈ, àÅú ä' àÁìÉäÆéêÈ, áÌÀëÈì-ìÀáÈáÀêÈ åÌáÀëÈì-ðÇôÀùÑÀêÈ, åÌáÀëÈì-îÀàÉãÆêÈ" (ãáøéí å,ä), àÇôÄìÌåÌ äåÌà ðåÉèÅì àÆú ðÇôÀùÑÈêÀ. åÇäÂøÄéâÇú ðÆôÆùÑ îÄéÌÄùÒÀøÈàÅì ìÀøÇôÌåÉú ðÆôÆùÑ àÇçÆøÆú, àåÉ ìÀäÇöÌÄéì àÈãÈí îÄéÌÇã àÇðÌÈñ--ãÌÈáÈø ùÑÆäÇãÌÇòÇú ðåÉèÈä ìåÉ äåÌà, ùÑÀàÅéï îÀàÇáÌÀãÄéï ðÆôÆùÑ îÄôÌÀðÅé ðÆôÆùÑ; åÇòÂøÈéåÉú äË÷ÌÀùÑåÌ ìÄðÀôÈùÑåÉú, ùÑÆðÌÆàÁîÈø "ëÌÄé ëÌÇàÂùÑÆø éÈ÷åÌí àÄéùÑ òÇì-øÅòÅäåÌ, åÌøÀöÈçåÉ ðÆôÆùÑ--ëÌÅï, äÇãÌÈáÈø äÇæÌÆä" (ãáøéí ëá,ëå). 10 Y ¿cómo se deduce que incluso en caso de peligro de muerte no se comete ninguna de esas tres transgresiones? ya que está escrito: "Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus posesiones" (Dt. 6:5). Incluso si Él te quita la vida. Y matar a un israelita para curar a otro o para salvar a un hombre de un forzamiento, es algo irracional ya que no se destruye a un alma a cambio de otra, y el caso de las relaciones sexuales ilícitas fue aprendido del de las almas ya que está escrito: "ya que tal como cuando se levanta uno contra su prójimo y lo asesina, tal cual es este caso" (Dt. 22:26).
éà [ç] áÌÇîÌÆä ãÌÀáÈøÄéí àÂîåÌøÄéí ùÑÀàÅéï îÄúÀøÇôÌÀàÄéï áÌÄùÑÀàÈø àÄñÌåÌøÄéï àÅìÈà áÌÄîÀ÷åÉí ñÇëÌÈðÈä--áÌÄæÀîÈï ùÑÀäÆï ãÌÆøÆêÀ äÂðÈàÈúÈï, ëÌÀîåÉ ùÑÆîÌÇàÂëÄéìÄéï àÆú äÇçåÉìÆä ùÑÀ÷ÈöÄéí åÌøÀîÈùÒÄéí, àåÉ çÈîÅõ áÌÇôÌÆñÇç, àåÉ ùÑÆîÌÇàÂëÄéìÄéï àåÉúåÉ áÌÀéåÉí äÇëÌÄôÌåÌøÄéí. àÂáÈì ùÑÆìÌÉà ãÌÆøÆêÀ äÂðÈàÈúÈï, ëÌÀâåÉï ùÑÆòåÉùÒÄéï ìåÉ øÀèÄéÌÈä àåÉ îÀìËâÀîÈä îÅçÈîÅõ àåÉ îÅòÈøÀìÈä, àåÉ ùÑÆîÌÇùÑÀ÷Äéï àåÉúåÉ ãÌÀáÈøÄéí ùÑÆéÌÅùÑ áÌÈäÆï îÇø îÀòÉøÈá òÄí àÄñÌåÌøÅé îÇàÂëÈì, ùÑÆäÂøÅé àÅéï áÌÈäÆï äÂðÈéÈä ìÇçÅêÀ--äÂøÅé æÆä îËúÌÈø, åÀàÇôÄìÌåÌ ùÑÆìÌÉà áÌÄîÀ÷åÉí ñÇëÌÈðÈä: çåÌõ îÄëÌÄìÀàÅé äÇëÌÆøÆí åÌáÈùÒÈø áÌÀçÈìÈá--ùÑÀäÆï àÂñåÌøÄéï, àÇôÄìÌåÌ ùÑÆìÌÉà ãÌÆøÆêÀ äÂðÈàÈúÈï; ìÀôÄéëÌÈêÀ àÅéï îÄúÀøÇôÌÀàÄéï áÌÈäÆï, àÇôÄìÌåÌ ùÑÆìÌÉà ãÌÆøÆêÀ äÂðÈàÈä, àÅìÈà áÌÄîÀ÷åÉí ñÇëÌÈðÈä. 11 ¿A qué casos se hace referencia al decir que uno no ha de curarse por medio de cosas prohibidas a no ser que corra peligro su vida? Cuando al hacerlo se goza de ellos, como al darle de comer al enfermo insectos y reptiles, o “jamets” en Pesaj, o se le alimenta en Iom ha-Kipurim. Pero si al curársele no se le provoca gozo alguno, como al aplicársele bendajes de “jamets” o de “`orlá” o al darle de beber algo amargo mezclado con un alimento prohibido, no causándosele goce alguno al paladar en tales casos, está permitido incluso cuando no existe peligro alguno. Exceptuados quedan los usos de “kilé ha-kerem” y de carne con leche que son vedados incluso al no gozarse de ellos, por lo cual uno no ha de curarse por su medio incluso al no implicar ello gozo alguno, salvo en casos de peligro.
éá [è] îÄé ùÑÆðÌÈúÇï òÅéðÈéå áÌÀàÄùÌÑÈä åÀçÈìÈä åÀðÈèÈä ìÈîåÌú, åÀàÈîÀøåÌ äÈøåÉôÀàÄéí àÅéï ìåÉ øÀôåÌàÈä òÇã ùÑÆúÌÄáÌÈòÅì ìåÉ--àÇôÄìÌåÌ äÈéÀúÈä ôÌÀðåÌéÈä, åÀàÇôÄìÌåÌ ìÀãÇáÌÇø òÄîÌåÉ îÅàÂçåÉøÅé äÇâÌÈãÅø--àÅéï îåÉøÄéï ìåÉ áÌÀëÌÈêÀ, åÀéÈîåÌú åÀìÉà éåÉøåÌ ìåÉ ìÀãÇáÌÇø òÄîÌåÉ îÅàÂçåÉøÅé äÇâÌÈãÅø: ùÑÆìÌÉà éÀäåÌ áÌÀðåÉú éÄùÒÀøÈàÅì äÆôÀ÷Åø, åÀéÈáåÉàåÌ áÌÄãÀáÈøÄéí àÅìÌåÌ ìÄôÀøÉõ áÌÈòÂøÈéåÉú. 12 Si alguien se encegueciera por una mujer y enfermase, corriendo peligro su vida, y dijeran los doctores que no tiene cura a menos que ella cohabite con él. Aunque fuera una soltera ni siquiera que le hable por detrás del vallado ha de permitírsele, y morirá y no se le permitirá que le hable por detrás del vallado para que las hijas de Israel no sean mostrencas, y por causa de eso ellos sean incitados a tener relaciones sexuales ilícitas.
éâ [é] ëÌÈì äÈòåÉáÅø îÄãÌÇòÀúÌåÉ áÌÀìÉà àÉðÆñ òÇì àÇçÇú îÄëÌÈì îÄöÀååÉú äÈàÂîåÌøåÉú áÌÇúÌåÉøÈä, áÌÄùÑÀàÈè áÌÀðÆôÆùÑ ìÀäÇëÀòÄéñ--äÂøÅé æÆä îÀçÇìÌÅì àÆú äÇùÌÑÅí; åÌìÀôÄéëÌÈêÀ ðÆàÁîÈø áÌÄùÑÀáåÌòÇú ùÑÆ÷Æø, "åÀçÄìÌÇìÀúÌÈ àÆú-ùÑÅí àÁìÉäÆéêÈ, àÂðÄé ä'" (åé÷øà éè,éá). åÀàÄí òÈáÇø áÌÇòÂùÒÈøÈä îÄéÌÄùÒÀøÈàÅì, äÂøÅé æÆä çÄìÌÇì àÆú äÇùÌÑÅí áÌÈøÇáÌÄéí. åÀëÅï ëÌÈì äÇôÌåÉøÅùÑ îÅòÂáÅøÈä àåÉ òÈùÒÈä îÄöÀåÈä, ìÉà îÄôÌÀðÅé ãÌÈáÈø áÌÈòåÉìÈí, ìÉà ôÌÇçÇã åÀìÉà éÄøÀàÈä, åÀìÉà ìÀáÇ÷ÌÇùÑ ëÌÈáåÉã, àÅìÈà îÄôÌÀðÅé äÇáÌåÉøÅà áÌÈøåÌêÀ äåÌà, ëÌÄîÀðÄéòÇú éåÉñÅó äÇöÌÇãÌÄé÷ òÇöÀîåÉ îÅàÅùÑÆú øÄáÌåÉ--äÂøÅé æÆä îÀ÷ÇãÌÅùÑ àÆú äÇùÌÑÅí. 13 Todo aquel que transgrede conscientemente, sin ser forzado a ello, cualquier Precepto de la Torá, haciéndolo con desdén y menosprecio; profana el Nombre, por eso fue dicho respecto del juramento en falso: "profanando el Nombre de Dios, yo soy el Señor" (Lv. 19:12). Y si transgredió ante diez israelitas, ha profanado el Nombre en público. Contrariamente, quien evita transgreder y cumple un Precepto, no por temor ni miedo ni para que se le honre por ello, sino por el Creador, bendito Sea, como lo hiciera Iosef, el Justo, al evitar a la esposa de su amo, es considerado un santificador del Nombre.
éã [éà] åÀéÅùÑ ãÌÀáÈøÄéí àÂçÅøÄéí ùÑÀäÆí áÌÄëÀìÇì çÄìÌåÌì äÇùÌÑÅí, åÀäåÌà ùÑÆéÌÇòÂùÒÆä àÈãÈí âÌÈãåÉì áÌÇúÌåÉøÈä åÌîÀôËøÀñÈí áÌÇçÂñÄéãåÌú, ãÌÀáÈøÄéí ùÑÆäÇáÌÀøÄéÌåÉú îÀøÇðÌÀðÄéí àÇçÂøÈéå áÌÄùÑÀáÄéìÈï, åÀàÇó òÇì ôÌÄé ùÑÀàÅéðÈí òÂáÅøåÉú--äÂøÅé æÆä îÀçÇìÌÅì àÆú äÇùÌÑÅí: ëÌÀâåÉï ùÑÆìÌåÉ÷ÅçÇ åÀàÅéðåÌ ðåÉúÅï ãÌÀîÅé äÇìÌÆ÷Çç ìÀàÇìÀúÌÇø, åÀäåÌà ùÑÆéÌÅùÑ ìåÉ, åÀðÄîÀöÀàåÌ äÇîÌåÉëÀøÄéï úÌåÉáÀòÄéï àåÉúåÉ, åÀäåÌà îÇ÷ÌÄéôÈï; àåÉ ùÑÆéÌÇøÀáÌÆä áÌÄùÒÀçåÉ÷, àåÉ áÌÇàÂëÄéìÈä åÌùÑÀúÄéÌÈä àÅöÆì òÇîÌÅé äÈàÈøÆõ åÌáÅéðÅéäÆï; àåÉ ùÑÀàÅéï ãÌÄáÌåÌøåÉ áÌÀðÇçÇú òÄí äÇáÌÀøÄéÌåÉú, åÀàÅéðåÌ îÇ÷ÀáÌÄéìÈï áÌÀñÅáÆø ôÌÈðÄéí éÈôåÉú, àÅìÈà áÌÇòÇì ÷ÀèÈèÈä åÀëÇòÇñ; åÀëÇéÌåÉöÆà áÌÇãÌÀáÈøÄéí äÈàÅìÌåÌ. äÇëÌÉì ìÀôÄé âÌÈãÀìåÉ ùÑÆìÌÆçÈëÈí--öÈøÄéêÀ ùÑÆéÌÀãÇ÷ÀãÌÇ÷ òÇì òÇöÀîåÉ, åÀéÇòÂùÒÆä ìÄôÀðÄéí îÄùÌÑåÌøÇú äÇãÌÄéï. 14 Y hay otras cosas consideradas también una profanación del Nombre sin son realizadas por alguien de gran conocimiento de la Torá y de afamada piedad, si se trata de cosas que provocan el murmuro de la gente acerca de él, a pesar de no ser transgresiones, estará profanando el Nombre. Por ejemplo, si compra y no paga inmediatamente, teniendo recursos para ello, y causa así la demanda de los vendedores a quienes elude; o si a menudo exagera en su jovialidad su comer y su beber al hallarse entre indoctos en la Torá o si no trata amablemente a la gente sino es reñidor e iracundo, o su conducta es de cualquier modo inapropiada. Cuanto mayor sea la grandiosidad del Sabio, mejor deberá comportarse e incluso hacer allende lo que la Ley le exige.
èå åÀëÅï àÄí ãÌÄ÷ÀãÌÇ÷ äÆçÈëÈí òÇì òÇöÀîåÉ, åÀäÈéÈä ãÌÄáÌåÌøåÉ áÌÀðÇçÇú òÄí äÇáÌÀøÄéÌåÉú, åÀãÇòÀúÌåÉ îÀòÉøÆáÆú òÄîÌÈäÆí, åÌîÇ÷ÀáÌÄéìÈï áÌÀñÅáÆø ôÌÈðÄéí éÈôåÉú, åÀðÆòÀìÈá îÅäÆï åÀàÅéðåÌ òåÉìÀáÈï, îÀëÇáÌÅã ìÈäÆï åÀàÇôÄìÌåÌ ìÇîÌÀ÷ÄéìÄéï ìåÉ, åÀðåÉùÒÅà åÀðåÉúÅï áÌÆàÁîåÌðÈä, åÀìÉà éÇøÀáÌÆä áÌÇàÂøÄéçåÌú òÇîÌÅé äÈàÈøÆõ åÄéùÑÄéáÈúÈï, åÀìÉà éÅøÈàÆä úÌÈîÄéã àÅìÈà òåÉñÅ÷ áÌÇúÌåÉøÈä òÈèåÌó áÌÀöÄéöÄéú îËëÀúÌÈø áÌÄúÀôÄìÌÄéï, åÀòåÉùÒÆä áÌÀëÈì îÇòÂùÒÈéå ìÄôÀðÄéí îÄùÌÑåÌøÇú äÇãÌÄéï--åÀäåÌà ùÑÆìÌÉà éÄúÀøÇçÇ÷ äÇøÀáÌÅä, åÀìÉà éÄùÑÀúÌåÉîÅí äÇøÀáÌÅä--òÇã ùÑÆéÌÄîÌÈöÀàåÌ äÇëÌÉì îÀ÷ÇìÌÀñÄéï àåÉúåÉ åÀàåÉäÂáÄéï àåÉúåÉ, åÌîÄúÀàÇåÌÄéï ìÀîÇòÂùÒÈéå: äÂøÅé æÆä ÷ÄãÌÇùÑ àÆú äÇùÌÑÅí, åÀòÈìÈéå äÇëÌÈúåÌá àåÉîÅø "åÇéÌÉàîÆø ìÄé, òÇáÀãÌÄé-àÈúÌÈä--éÄùÒÀøÈàÅì, àÂùÑÆø-áÌÀêÈ àÆúÀôÌÈàÈø" (éùòéäå îè,â). 15 Asimismo si tal Sabio fuera meticuloso consigo mismo y hablase amablemente con la gente y supiese conducirse en su presencia y la recibiera amablemente y aunque fuera ofendido evitaría ofender, honrando incluso a quienes no le respetan, y negociara con ella de buena fe, y no se hallase a menudo como huesped o en compañía de indoctos en la Torá, y no fuera visto siempre sino estudiando Torá cubierto de tsitsit y coronado con su tefilín y comportándose siempre allende lo exigido por la Ley, aunque evitando toda actitud exageradamente inusual; provocando su modus vivendi el elogio y el amor de todos y su ansia de imitarle, habrá él santificado el Nombre, refiriéndosele así la Escritura: "Tú ere mi siervo Israel, en tí me glorificaré" (Is. 49:3).


ôÌÅøÆ÷ å Capítulo Seis

à ëÌÈì äÇîÌÀàÇáÌÅã ùÑÅí îÄï äÇùÌÑÅîåÉú äÇ÷ÌÀãåÉùÑÄéí äÇèÌÀäåÉøÄéí ùÑÆðÌÄ÷ÀøÈà áÌÈäÆï äÇ÷ÌÈãåÉùÑ áÌÈøåÌêÀ äåÌà, ìåÉ÷Æä îÄï äÇúÌåÉøÈä--ùÑÆäÂøÅé äåÌà àåÉîÅø áÌÇòÂáåÉãÈä æÈøÈä, "åÀàÄáÌÇãÀúÌÆí àÆú-ùÑÀîÈí . . . ìÉà-úÇòÂùÒåÌï ëÌÅï, ìÇä' àÁìÉäÅéëÆí" (ãáøéí éá,â-ã). 1 Todo aquel que destruya cualquiera de los Nombres santos y puros por los cuales se denomina al Santo, bendito Sea, es pacible de “malkut” ya que respecto de la “`avodá zará” dice: "y extirparéis sus nombres...no le haréis tal cosa al Señor vuestro Dios" (Dt. 12:3-4).
á åÀùÑÄáÀòÈä ùÑÅîåÉú äÆï--äÇùÌÑÅí äÇðÌÄëÀúÌÈá éåÉã äÅà åÈàå äÅà åÀäåÌà äÇùÌÑÅí äÇîÌÀôÉøÈùÑ, àåÉ äÇðÌÄëÀúÌÈá àÈìÆó ãÌÇàì ðåÌï éåÉã, åÀàÅì, åÆàÁìåÉäÌÇ, åÅàìÉäÄéí, åÀàÆäÀéÆä, åÀùÑÇãÌÇé, åÌöÀáÈàåÉú. ëÌÈì äÇîÌåÉçÅ÷ àÇôÄìÌåÌ àåÉú àÇçÇú îÄùÌÑÄáÀòÈä ùÑÅîåÉú àÅìÌåÌ, ìåÉ÷Æä. 2 Se trata de siete Nombres: el Nombre que se escribe
éåÉã-äÅà-åÈàå-äÅà, es decir el Nombre Explícito y el Nombre que se escribe àÈìÆó-ãÌÇàì-ðåÌï-éåÉã y àÅì y àÁìåÉäÌÇ y àÁìÉäÄéí y àÆäÀéÆä y ùÑÇãÌÇé y öÀáÈàåÉú. Todo aquel que borra siquiera un letra de estos siete Nombres, es azotado.
â ëÌÈì äÇðÌÄèÀôÌÈì ìÇùÌÑÅí îÄìÌÀôÈðÈéå, îËúÌÈø ìÀîÈçÃ÷åÉ: ëÌÀâåÉï ìÈîÆã îÄìÌÇä', åÌáÅéú îÄáÌÅàìÉäÄéí, åÀëÇéÌåÉöÆà áÌÈäÆï--àÅéðÈï áÌÄ÷ÀãËùÌÑÇú äÇùÌÑÅí. åÀëÈì äÇðÌÄèÀôÌÈì ìÇùÌÑÅí îÅàÂçåÉøÈéå, ëÌÀâåÉï ëÌÈó ùÑÆìÌÆàÁìÉäÆéêÈ, åÀëÈó îÅí ùÑÆìÌÆàÁìÉäÅéëÆí, åÀëÇéÌåÉöÆà áÌÈäÆï--àÅéðÈï ðÄîÀçÈ÷Äéí; åÇäÂøÅé äÆï ëÌÄùÑÀàÈø àåÉúÄéÌåÉú ùÑÆìÌÇùÌÑÅí, îÄôÌÀðÅé ùÑÆäÇùÌÑÅí îÀ÷ÇãÌÀùÑÈï. åÀàÇó òÇì ôÌÄé ùÑÆðÌÄúÀ÷ÇãÌÀùÑåÌ åÀàÈñåÌø ìÀîÈçÃ÷Èï, äÇîÌåÉçÅ÷ àÅìÌåÌ äÈàåÉúÄéÌåÉú äÇðÌÄèÀôÌÈìåÉú àÅéðåÌ ìåÉ÷Æä, àÂáÈì îÇëÌÄéï àåÉúåÉ îÇëÌÇú îÇøÀãÌåÌú. 3 Está permitido borrar todo lo prefijo al Nombre, por ejemplo: la “ìÈîÆã” de Ladonay y la “áÌÅéú” de Belohim, y cosas por el estilo, ya que el Nombre no les santifica. Pero, todo lo anexo a un Nombre como sufijo, como: la “ëÌÈó” de LeElohékha y la “ëÌÈó y la îÅí” de Elohekhem, y cosas por el estilo, no se borran ya que son como el resto de las letras del Nombre, ya que el Nombre las santificó. Y a pesar de haber sido santificadas y estar prohibido borrarlas, si alguien borra una de esas letras sufijas no es azotado, sino recibe “makat mardut”.
ã ëÌÈúÇá àÈìÆó ìÈîÆã îÅàÁìÉäÄéí, éåÉã äÅà îÅä'--àÅéðåÌ ðÄîÀçÈ÷; åÀàÅéï öÈøÄéêÀ ìåÉîÇø éÈäÌ, ùÑÀäåÌà ùÑÅí áÌÄôÀðÅé òÇöÀîåÉ, îÄôÌÀðÅé ùÑÆæÌÆä äÇùÌÑÅí, îÄ÷ÀöÇú ùÑÅí äÇîÌÀôÉøÈùÑ äåÌà. àÂáÈì äÇëÌåÉúÅá ùÑÄéï ãÌÈìÆú îÄùÌÑÇãÌÇé, öÇàã áÌÅéú îÄöÌÀáÈàåÉú--äÂøÅé æÆä ðÄîÀçÈ÷. 4 Si alguien ha escrito àÈìÆó-ìÈîÆã de àÁìÉäÄéí o éåÉã-äÅà de Ha-Shem ellas no se pueden borrar. Y demás está mencionar el caso de éÈäÌ, ya que se trata de un Nombre por sí mismo, debido a que éste es de hecho parte del Nombre Explícito. Pero en caso de que haya escrito ùÑÄéï-ãÌÈìÆú de ùÑÇãÌÇé o öÇàã-áÌÅéú de öÀáÈàåÉú, tales letras pueden borrarse.
ä ùÑÀàÈø äÇëÌÄðÌåÌéÄéï ùÑÆîÌÀùÑÇáÌÀçÄéï áÌÈäÆï äÇ÷ÌÈãåÉùÑ áÌÈøåÌêÀ äåÌà, ëÌÀâåÉï çÇðÌåÌï åÀøÇçåÌí äÇâÌÈãåÉì äÇâÌÄáÌåÉø åÀäÇðÌåÉøÈà äÇðÌÆàÁîÈï ÷ÇðÌÈà åÀçÈæÈ÷ åÀëÇéÌåÉöÆà áÌÈäÆï--äÂøÅé äÆï ëÌÄùÑÀàÈø ãÌÄáÀøÅé äÇ÷ÌÉãÆùÑ, åÌîËúÌÈø ìÀîÈçÃ÷Èï. 5 El resto de los motes por los cuales se enaltece al Santo, bendito Sea, como: Compasivo, Misericordioso, el Grandioso, el Poderoso, el Temible, el Fiel, el Celoso, el Fuerte y sus similares son como otro escritos sagrados, permitiéndose borrarlos.
å ëÌÀìÄé ùÑÆäÈéÈä ùÑÅí ëÌÈúåÌá òÈìÈéå--÷åÉöÅõ àÆú îÀ÷åÉí äÇùÌÑÅí, åÀâåÉðÀæåÉ. àÇôÄìÌåÌ äÈéÈä äÇùÌÑÅí çÈ÷åÌ÷ áÌÄëÀìÄé îÇúÌÀëåÉú àåÉ áÌÄëÀìÄé æÀëåÉëÄéú, åÀäÄúÌÄéêÀ äÇëÌÀìÄé--äÂøÅé æÆä ìåÉ÷Æä: àÅìÈà çåÉúÅêÀ àÆú îÀ÷åÉîåÉ, åÀâåÉðÀæåÉ. åÀëÅï àÄí äÈéÈä ùÑÅí ëÌÈúåÌá òÇì áÌÀùÒÈøåÉ, äÂøÅé æÆä ìÉà éÄøÀçÉõ åÀìÉà éÈñåÌêÀ åÀìÉà éÇòÂîÉã áÌÄîÀ÷åÉí äÇèÌÄðÌÉôÆú. ðÄæÀãÌÇîÌÀðÈä ìåÉ èÀáÄéìÈä ùÑÆìÌÀîÄöÀåÈä--ëÌåÉøÅêÀ òÈìÈéå âÌÃîÄé, åÀèåÉáÅì; åÀàÄí ìÉà îÈöÈà âÌÃîÄé, îÀñÇáÌÅá àÇçÂøÈéå. åÀìÉà éÀäÇãÌÇ÷, ëÌÀãÅé ùÑÆìÌÉà éÈçÉõ--ùÑÆìÌÉà àÈîÀøåÌ ìÄëÀøÉêÀ òÈìÈéå, àÅìÈà îÄôÌÀðÅé ùÑÆàÈñåÌø ìÇòÂîÉã áÌÄôÀðÅé äÇùÌÑÅí òÈøÉí. 6 Si un Nombre estuviera escrito en un objeto, se corta el lugar del Nombre y se lo oculta. Incluso si el Nombre estuviera labrado en un objeto de metal o de vidrio, y alguien derritierá tal objeto, recibiría azotes. Sino, ha de cortar tal lugar y ocultarlo. Asimismo, si tuviera un Nombre tatuado, no se bañará ni se untará ni se hallará en un lugar hediondo. De serle Precepto una inmersión, se lo envolverá con un elástico y se sumergirá, y de no hallar un elástico se pondrá de costado, pero no lo oprimirá demasiado para evitar impedimentos ya que no dijeron que se lo envolviera sino porque está prohibido hallarse delante del Nombre desnudo.
æ äÇñÌåÉúÅø àÇôÄìÌåÌ àÆáÆï àÇçÇú ãÌÆøÆêÀ äÇùÑÀçÈúÈä îÄï äÇîÌÄæÀáÌÅçÇ, àåÉ îÄï äÇäÅéëÈì, àåÉ îÄùÌÑÀàÈø äÈòÂæÈøÈä--ìåÉ÷Æä: ùÑÆðÌÆàÁîÈø áÌÇòÂáåÉãÈä æÈøÈä, "ëÌÄé àÆú-îÄæÀáÌÀçÉúÈí úÌÄúÌÉöåÌï" (ùîåú ìã,éâ; åøàä ãáøéí éá,â); åÀëÈúåÌá "ìÉà-úÇòÂùÒåÌï ëÌÅï, ìÇä' àÁìÉäÅéëÆí" (ãáøéí éá,ã). åÀëÅï äÇùÌÒåÉøÅó òÂöÅé äÆ÷ÀãÌÅùÑ ãÌÆøÆêÀ äÇùÑÀçÈúÈä--ìåÉ÷Æä, ùÑÆðÌÆàÁîÈø "åÇàÂùÑÅøÅéäÆí úÌÄùÒÀøÀôåÌï áÌÈàÅùÑ . . . ìÉà-úÇòÂùÒåÌï ëÌÅï, ìÇä' àÁìÉäÅéëÆí" (ãáøéí éá,â-ã). 7 Quien quita siquiera una piedra del Altar o del “Hekhal” o del resto del Atrio por destruirla es azotado ya que estó escrito: "Mas derribaréis sus altares" (Ex. 34:13; ver también Dt. 12:3), y está escrito: "No haréis tal cosa al Señor, vuestro Dios" (Dt. 12:4). Asimismo quien quema leños consagrados por destruirlos es azotado ya que está escrito: "y quemaréis sus asherot...No haréis tal cosa al Señor, vuestro Dios" (Dt. 12:3-4).
ç ëÌÄúÀáÅé äÇ÷ÌÉãÆùÑ ëÌËìÌÈï, åÌôÅøåÌùÑÅéäÆï åÌáÅàåÌøÅéäÆï--àÈñåÌø ìÄùÒÀøÉó àåÉúÈï àåÉ ìÀàÇáÌÀãÈï áÌÇéÌÈã; åÀäÇîÌÀàÇáÌÅã áÌÇéÌÈã, ìåÉ÷Æä îÇëÌÇú îÇøÀãÌåÌú. áÌÇîÌÆä ãÌÀáÈøÄéí àÂîåÌøÄéí, áÌÀëÄúÀáÅé äÇ÷ÌÉãÆùÑ ùÑÆëÌÈúÀáåÌ àåÉúÈï éÄùÒÀøÈàÅì áÌÄ÷ÀãËùÌÑÈä. àÂáÈì îÄéï éÄùÒÀøÈàÅì ùÑÆëÌÈúÇá ñÅôÆø úÌåÉøÈä, ùÒåÉøÀôÄéï àåÉúåÉ òÄí äÈàÇæÀëÌÈøåÉú ùÑÆáÌåÉ, îÄôÌÀðÅé ùÑÀàÅéðåÌ îÇàÂîÄéï áÌÄ÷ÀãËùÌÑÇú äÇùÌÑÅí, åÀìÉà ëÀúÈáåÉ àÅìÈà åÀäåÌà îÇòÂìÆä áÌÀãÇòÀúÌåÉ ùÑÆæÌÆä ëÌÄùÑÀàÈø äÇãÌÀáÈøÄéí; åÀäåÉàÄéì åÀãÇòÀúÌåÉ ëÌÅï, ìÉà ðÄúÀ÷ÇãÌÇùÑ äÇùÌÑÅí, åÌîÄöÀåÈä ìÀùÒÈøÀôåÉ, ëÌÀãÅé ùÑÆìÌÉà ìÀäÇðÌÄéçÇ ùÑÅí ìÇîÌÄéðÄéí åÀìÉà ìÀîÇòÂùÒÅéäÆí. àÂáÈì âÌåÉé ùÑÆëÌÈúÇá àÆú äÇùÌÑÅí, âÌåÉðÀæÄéï àåÉúåÉ; åÀëÅï ëÌÄúÀáÅé äÇ÷ÌÉãÆùÑ ùÑÆáÌÈìåÌ àåÉ ùÑÆëÌÀúÈáÈï âÌåÉé, éÄâÌÈðÀæåÌ. 8 Está prohibido quemar o echar a perder tanto las Sagradas Escrituras como sus exégesis y aclaraciones, castigándose a quien lo haga infligiéndole “makat mardut”. ¿a qué se hace referencia? a Escrituras Sagradas escritas por un israelita consagrándolas. Pero si un “israelita min” escribe un Sefer Torá, éste será quemado incluyendo sus Nombres ya que el susodicho no cree en la santidad del Nombre, no habiéndolo escrito sino como si fuera cualquier cosa, y habiendo sido tal su disposición, el Nombre no fue consagrado siendo un Precepto el quemarlo para no perpetuar ni el recuerdo de los “minim” ni sus obras. Sin embargo, si un gentil escribe un Nombre, se le oculta, haciéndose lo mismo con Escrituras Sagradas que se han estropeado o que han sido escritas por gentiles.
è ëÌÈì äÇùÌÑÅîåÉú äÈàÂîåÌøåÉú áÌÀàÇáÀøÈäÈí, ÷ÉãÆùÑ; àÇó æÆä ùÑÆðÌÆàÁîÈø "àÂãÉðÈé, àÄí-ðÈà îÈöÈàúÄé çÅï áÌÀòÅéðÆéêÈ" (áøàùéú éç,â), äÂøÅé äåÌà ÷ÉãÆùÑ. ëÌÈì äÇùÌÑÅîåÉú äÈàÂîåÌøåÉú áÌÀìåÉè--çÉì, çåÌõ îÄæÌÆä: "àÇì-ðÈà, àÂãÉðÈé. äÄðÌÅä-ðÈà îÈöÈà òÇáÀãÌÀêÈ çÅï" (áøàùéú éè,éç-éè). ëÌÈì äÇùÌÑÅîåÉú äÈàÂîåÌøåÉú áÌÀâÄáÀòÇú áÌÄðÀéÈîÄéï, ÷ÉãÆùÑ. ëÌÈì äÇùÌÑÅîåÉú äÈàÂîåÌøåÉú áÌÀîÄéëÈä, çÉì. ëÌÈì äÇùÌÑÅîåÉú äÈàÂîåÌøåÉú áÌÀðÈáåÉú, ÷ÉãÆùÑ. 9 Todos los nombres mencionados en el contexto de Abraham son sagrados, incluso el mencionado en: "Señor, si he hallado gracia en tus ojos" (Gn. 18:3) es sagrado. Todos los nombres mencionados en el contexto de Lot son profanos, excepto este: "No, os lo ruego Señor, ya que he hallado gracia" (Gn. 19:18-19). Todos los nombres mencionados en el contexto de la “Colina de Benjamin” son sagrados. Todos los nombres mencionados en el contexto de Mikhá son profanos. Todos los nombres mencionados en el contexto de Navot son sagrados.
é ëÌÈì ùÑÀìÉîÉä äÈàÈîåÌø áÌÀùÑÄéø äÇùÌÑÄéøÄéí--÷ÉãÆùÑ, åÇäÂøÅé äåÌà ëÌÄùÑÀàÈø äÇëÌÄðÌåÌéÄéï; çåÌõ îÄæÌÆä: "äÈàÆìÆó ìÀêÈ ùÑÀìÉîÉä" (ùéø äùéøéí ç,éá). ëÌÈì îÇìÀëÇéÌÈà äÈàÈîåÌø áÌÀãÈðÄéÌÅàì--çÉì, çåÌõ îÄæÌÆä: "àÇðÀúÌÀ îÇìÀëÌÈà, îÆìÆêÀ îÇìÀëÇéÌÈà" (ãðééàì á,ìæ), åÇäÂøÅé äåÌà ëÌÄùÑÀàÈø äÇëÌÄðÌåÌéÄéï. 10 Todo Shelomó mencionado en El Cantar de los Cantares es sagrado, considerándoselo como al resto de los motes, a excepción de este: "los mil son para tí Shelomó" Ct. 8:12. Todo “malkhaiá” mencionado en Daniel es profano, a excepción de este: "Tú eres el Rey, el Rey de los reyes" Dn. 2:37, considerándoselo como al resto de los motes.


ôÌÅøÆ÷ æ Capítulo Siete

à îÄéÌÀñåÉãÅé äÇãÌÈú, ìÅéãÇò ùÑÆäÈàÅì îÀðÇáÌÅà àÆú áÌÀðÅé äÈàÈãÈí; åÀàÅéï äÇðÌÀáåÌàÈä çÈìÈä àÅìÈà òÇì çÈëÈí âÌÈãåÉì áÌÀçÈëÀîÈä, âÌÄáÌåÉø áÌÀîÄãÌåÉúÈéå, åÀìÉà éÄäÀéÆä éÄöÀøåÉ îÄúÀâÌÇáÌÅø òÈìÈéå áÌÀãÈáÈø áÌÈòåÉìÈí àÅìÈà äåÌà îÄúÀâÌÇáÌÅø áÌÀãÇòÀúÌåÉ òÇì éÄöÀøåÉ úÌÈîÄéã, áÌÇòÇì ãÌÅòÈä øÀçÈáÈä ðÀëåÉðÈä òÇã îÀàåÉã. 1 Uno de los fundamentos de la Ley es comprender que Dios concede la profecía a los seres humanos; no siéndole receptaculo sino un hombre sabio poseedor de gran sabiduría, de virtuosa moral y que no se deja dominar de ningún modo por sus instintos sino él los domina concienzudamente, siendo alguien de muy aguda percepción.
á àÈãÈí ùÑÀäåÌà îÀîËìÌÈà áÌÀëÈì äÇîÌÄãÌåÉú äÈàÅìÌåÌ, ùÑÈìÅí áÌÀâåÌôåÉ, ëÌÀùÑÆéÌÄëÌÈðÅñ ìÇôÌÇøÀãÌÅñ åÀéÄîÌÈùÑÅêÀ áÌÀàåÉúÈï äÈòÄðÀéÈðåÉú äÇâÌÀãåÉìÄéí äÈøÀçåÉ÷Äéí, åÀúÄäÀéÆä ìåÉ ãÌÇòÇú ðÀëåÉðÈä ìÀäÈáÄéï åÌìÀäÇùÌÒÄéâ, åÀäåÌà îÄúÀ÷ÇãÌÅùÑ åÀäåÉìÅêÀ ôÌåÉøÅùÑ îÄãÌÇøÀëÅé ëÌÀìÇì äÈòÈí äÇäåÉìÀëÄéí áÌÀîÇçÀùÑÇëÌÅé äÇæÌÀîÈï, åÀäåÉìÅêÀ îÀæÈøÅæ òÇöÀîåÉ åÌîÀìÇîÌÅã ðÇôÀùÑåÉ ùÑÆìÌÉà úÄäÀéÆä ìåÉ îÇçÀùÑÈáÈä ëÌÀìÈì áÌÀàÆçÈã îÄãÌÀáÈøÄéí áÌÀèÅìÄéí, åÀìÉà îÅäÇáÀìÅé äÇæÌÀîÈï åÀúÇçÀáÌåÌìåÉúÈéå, àÅìÈà ãÌÇòÀúÌåÉ úÌÈîÄéã ôÌÀðåÌéÈä ìÀîÇòÀìÈä, ÷ÀùÑåÌøÈä úÌÇçÇú äÇëÌÄñÌÅà, ìÀäÈáÄéï áÌÀàåÉúÈï äÇöÌåÌøåÉú äÇ÷ÌÀãåÉùÑåÉú äÇèÌÀäåÉøåÉú, åÌîÄñÀúÌÇëÌÅì áÌÀçÈëÀîÈúåÉ ùÑÆìÌÀäÇ÷ÌÈãåÉùÑ áÌÈøåÌêÀ äåÌà ëÌËìÌÈäÌ îÄöÌåÌøÈä øÄàùÑåÉðÈä òÇã èÇáÌåÌø äÈàÈøÆõ, åÀéåÉãÅòÇ îÅäÆí âÌÈãÀìåÉ--îÄéÌÈã øåÌçÇ äÇ÷ÌÉãÆùÑ ùÑåÉøÈä òÈìÈéå. 2 Un hombre pleno de tales cualidades, que sea corporalmente sano, cuando entre al “Pardés” y escrute todos aquellos asuntos magníficos y distantes y posea la capacidad de raciocinio correcta para entender y excogitar, continuando él consagrándose y apartándose de las actitudes del pueblo que se dedica a vanalidades, y animándose y enseñandose a evitar ocuparse ni de nonadas ni de pasatiempos ni de argucias, sino su percepción está siempre libre ante lo altísimo, pendiendo bajo “La Silla” para entender a aquellas formas sagradas y puras, mientras observa toda la sapiencia del Santo, bendito Sea, desde la primera entidad hasta los confines de la tierra, alcanzando por su medio a comprender Su grandiosidad. Inmediatamente reposa en él un espiritu de santidad.
â åÌáÀòÅú ùÑÆúÌÈðåÌçÇ òÈìÈéå äÈøåÌçÇ--úÌÄúÀòÈøÇá ðÇôÀùÑåÉ áÌÀîÇòÂìÇú äÇîÌÇìÀàÈëÄéí äÇðÌÄ÷ÀøÈàÄéí àÄéùÑÄéí, åÀéÅäÈôÅêÀ ìÀàÄéùÑ àÇçÅø, åÀéÈáÄéï áÌÀãÇòÀúÌåÉ ùÑÀàÅéðåÌ ëÌÀîåÉú ùÑÆäÈéÈä, àÅìÈà ùÑÆðÌÄúÀòÇìÌÈä òÇì îÇòÂìÇú ùÑÀàÈø áÌÀðÅé àÈãÈí äÇçÂëÈîÄéí: ëÌÀîåÉ ùÑÆðÌÆàÁîÈø áÌÀùÑÈàåÌì, "åÀäÄúÀðÇáÌÄéúÈ òÄîÌÈí; åÀðÆäÀôÌÇëÀúÌÈ, ìÀàÄéùÑ àÇçÅø" (ùîåàì à é,å). 3 Y, en cuanto repose sobre él el espíritu, su alma alcanzará el nivel de encumbramiento de los ángeles llamados “Ishim”, tornándose entonces en una persona diferente y comprendiendo por sí mismo que ya no es como era sino se ha elevado del nivel de encumbramiento del resto de los hombres sabios, como está escrito respecto de Shaul: "y profetizarás con ellos y te tornarás en otro hombre" (1 S. 10:6).
ã [á] äÇðÌÀáÄéàÄéí, îÇòÂìåÉú îÇòÂìåÉú äÆï: ëÌÀîåÉ ùÑÆéÌÅùÑ áÌÀçÈëÀîÈä çÈëÈí âÌÈãåÉì îÅçÂáÅøåÉ, ëÌÈêÀ áÌÇðÌÀáåÌàÈä ðÈáÄéà âÌÈãåÉì îÄðÌÈáÄéà. åÀëËìÌÈï àÅéï øåÉàÄéï îÇøÀàÅä äÇðÌÀáåÌàÈä àÅìÈà áÌÇçÂìåÉí áÌÀçÆæÀéåÉï äÇìÌÇéÀìÈä, àåÉ áÌÇéÌåÉí àÇçÇø ùÑÆúÌÄôÌÉì òÂìÅéäÆï úÌÇøÀãÌÅîÈä: ëÌÀîåÉ ùÑÆðÌÆàÁîÈø "áÌÇîÌÇøÀàÈä àÅìÈéå àÆúÀåÇãÌÈò, áÌÇçÂìåÉí àÂãÇáÌÆø-áÌåÉ" (áîãáø éá,å). 4 Los profetas se dividen en niveles, tal como entre los sabios hay quien es más grande que su prójimo, también hay entre los profetas quien es mayor que otro profeta. Sin embargo, todos ellos no ven su profecía sino en sueños, como una visión nocturna, o de día, después de ser adormecidos, como está escrito: "en visión Me le revelaré, en sueños le hablaré" (Nm. 12:6).
ä åÀëËìÌÈï, ëÌÀùÑÆîÌÄúÀðÇáÌÀàÄéï, àÅáÈøÅéäÆï îÄæÀãÌÇòÀæÀòÄéï åÀëåÉçÇ äÇâÌåÌó ëÌåÉùÑÅì, åÀòÆùÑÀúÌåÉðåÉúÅéäÆí îÄèÌÈøÀôåÉú åÀúÄùÌÑÈàÅø äÇãÌÅòÈä ôÌÀðåÌéÈä ìÀäÈáÄéï îÇä ùÑÆúÌÄøÀàÆä: ëÌÀîåÉ ùÑÆðÌÆàÁîÈø áÌÀàÇáÀøÈäÈí, "åÀäÄðÌÅä àÅéîÈä çÂùÑÅëÈä âÀãÉìÈä, ðÉôÆìÆú òÈìÈéå" (áøàùéú èå,éá); åÌëÀîåÉ ùÑÆðÌÆàÁîÈø áÌÀãÈðÄéÌÅàì, "åÀäåÉãÄé, ðÆäÀôÌÇêÀ òÈìÇé ìÀîÇùÑÀçÄéú, åÀìÉà òÈöÇøÀúÌÄé, ëÌÉçÇ" (ãðééàì é,ç). 5 Y todos, al profetizar, experimentan una sacudida de sus miembros y su cuerpo se debilita, y se tornan inconscientes, quedando su percepción libre para comprender lo que verán, como está escrito respecto de Abraham: "y entonces un pavor, una gran oscuridad, se le abatió" (Gn. 15:12); y como está escrito respecto de Daniel: "y mi semblante, tornóse lívido, no podiendo retener mis fuerzas" (Dn. 10:8).
å [â] äÇãÌÀáÈøÄéí ùÑÆîÌåÉãÄéòÄéï ìÇðÌÈáÄéà áÌÀîÇøÀàÅä äÇðÌÀáåÌàÈä--ãÌÆøÆêÀ îÈùÑÈì îåÉãÄéòÄéï ìåÉ, åÌîÄéÌÈã éÅçÈ÷Å÷ áÌÀìÄáÌåÉ ôÌÄúÀøåÉï äÇîÌÈùÑÈì áÌÀîÇøÀàÅä äÇðÌÀáåÌàÈä, åÀéÅãÇò îÇä äåÌà: ëÌÀîåÉ äÇñÌËìÌÈí ùÑÆøÈàÈä éÇòÂ÷åÉá àÈáÄéðåÌ, åÌîÇìÀàÈëÄéí òåÉìÄéí åÀéåÉøÀãÄéí áÌåÉ, åÀäåÌà äÈéÈä îÈùÑÈì ìÀîÇìÀëÄéÌåÉú, åÀùÑÄòÀáÌåÌãÈï; åÌëÀîåÉ äÇçÇéÌåÉú ùÑÆøÈàÈä éÀçÆæÀ÷Åàì, åÀäÇñÌÄéø äÇðÌÈôåÌçÇ åÌîÇ÷ÌÅì ùÑÈ÷Åã ùÑÆøÈàÈä éÄøÀîÀéÈä, åÀäÇîÌÀâÄìÌÈä ùÑÆøÈàÈä éÀçÆæÀ÷Åàì, åÀäÈàÅéôÈä ùÑÆøÈàÈä æÀëÇøÀéÈä. 6 Las cosas que se le comunican a un profeta como visión profética, le son comunicadas alegóricamente e inmediatamente, proféticamente, se le graba en el corazón como interpretar la alegoría, percibiendo entonces a qué se refiere. Como “la escalera” que vió I`aqob nuestro padre, por la cual subían y bajaban ángeles, representando ella al avasallamiento de los reinos; y como “los animales” que vió Iejezquel, y la “olla bulliente” y la “vara de almendro” que vió Irmiá, y el “rollo” que vió Iejezqel y la “efá” que vió Zekhariá.
æ åÀëÅï ùÑÀàÈø äÇðÌÀáÄéàÄéí, éÅùÑ îÅäÆï àåÉîÀøÄéï äÇîÌÈùÑÈì åÌôÄúÀøåÉðåÉ ëÌÀîåÉ àÅìÌåÌ; åÀéÅùÑ îÅäÆï àåÉîÀøÄéï äÇôÌÄúÀøåÉï áÌÄìÀáÈã. åÌôÀòÈîÄéí àåÉîÀøÄéï äÇîÌÈùÑÈì áÌÄìÀáÈã áÌÀìÉà ôÌÄúÀøåÉï, ëÌÀîÄ÷ÀöÇú ãÌÄáÀøÅé éÀçÆæÀ÷Åàì åÌæÀëÇøÀéÈä. åÀëËìÌÈí, áÌÀîÈùÑÈì åÀãÆøÆêÀ çÄéãÈä äÆí îÄúÀðÇáÌÀàÄéí. 7 Tal cual ocurre con el resto de los profetas, hay quienes dicen la alegoría y su explicación como esos y hay quienes solo dicen la explicación. Y algunas veces sólo dicen la alegoría omitiendo su explicación, como algunas de las palabras de Iejezquel y Zekhariá. Y en todos los casos profetizan por medio de alegorías y enigmas.
ç [ã] ëÌÈì äÇðÌÀáÄéàÄéí--àÅéï îÄúÀðÇáÌÀàÄéï áÌÀëÈì òÅú ùÑÆéÌÄøÀöåÌ, àÅìÈà îÀëÇåÌÀðÄéï ãÌÇòÀúÌÈï åÀéåÉùÑÀáÄéï ùÒÀîÅçÄéí åÀèåÉáÅé ìÅá åÌîÄúÀáÌåÉãÀãÄéï: ùÑÀàÅéï äÇðÌÀáåÌàÈä ùÑåÉøÈä ìÉà îÄúÌåÉêÀ òÇöÀáåÌú åÀìÉà îÄúÌåÉêÀ òÇöÀìåÌú, àÅìÈà îÄúÌåÉêÀ ùÒÄîÀçÈä. ìÀôÄéëÌÈêÀ áÌÀðÅé äÇðÌÀáÄéàÄéí, ìÄôÀðÅéäÆí ðÅáÆì åÀúÉó åÀçÈìÄéì åÀëÄðÌåÉø, åÀäÆí îÀáÇ÷ÌÀùÑÄéí äÇðÌÀáåÌàÈä; åÀæÆä äåÌà ùÑÆðÌÆàÁîÈø "åÀäÅîÌÈä îÄúÀðÇáÌÀàÄéí" (ùîåàì à é,ä)--ëÌÀìåÉîÇø îÀäÇìÌÀëÄéï áÌÀãÆøÆêÀ äÇðÌÀáåÌàÈä òÇã ùÑÆéÌÄðÌÈáÀàåÌ, ëÌÀîåÉ ùÑÆàÇúÌÈä àåÉîÅø ôÌÀìåÉðÄé îÄúÀâÌÇãÌÅì. 8 Los profetas no profetizan en cuanto lo desean sino predisponen su discernimiento y permanecen alegres, dichosos y solitarios, ya que la profecía no es inducida ni por la tristeza ni por el ocio sino por la alegría. Por eso acompañan a los alumnos de los profetas la cítara, el tambor, la flauta y el harpa mientras éstos procuran la profecía, tal como está escrito: "y ellos requieren la profecía" (1 S. 10:5), es decir que se comportan según lo requiere la profecía hasta que profeticen, tal cual se dice “fulano está engrandeciéndose”.
è [ä] àÅìÌåÌ ùÑÀäÆí îÀáÇ÷ÌÀùÑÄéí ìÀäÄúÀðÇáÌÅà, äÆí äÇðÌÄ÷ÀøÈàÄéí áÌÀðÅé äÇðÌÀáÄéàÄéí. åÀàÇó òÇì ôÌÄé ùÑÆîÌÀëÇåÌÀðÄéï ãÌÇòÀúÌÈï, àÄôÀùÑÈø ùÑÆúÌÄùÑÀøÆä ùÑÀëÄéðÈä òÂìÅéäÆï, åÀàÄôÀùÑÈø ùÑÆìÌÉà úÄùÑÀøÆä. 9 Quienes procuran la profecía son llamados “hijos de los profetas”. Y, a pesar de que predisponen su discernimiento, puede que la Presencia Divina se pose sobre ellos y puede que no.
é [å] ëÌÈì äÇãÌÀáÈøÄéí ùÑÆàÈîÇøÀðåÌ, äÆï ãÌÆøÆêÀ äÇðÌÀáåÌàÈä ìÀëÈì äÇðÌÀáÄéàÄéí äÈøÄàùÑåÉðÄéí åÀäÈàÇçÂøåÉðÄéí--çåÌõ îÄîÌÉùÑÆä, øÇáÌÅðåÌ åÀøÄáÌÈï ùÑÆìÌÀëÈì äÇðÌÀáÄéàÄéí. åÌîÇä äÆôÀøÅùÑ éÅùÑ áÌÅéï ðÀáåÌàÇú îÉùÑÆä ìÄùÑÀàÈø ëÌÈì äÇðÌÀáÄéàÄéí--ùÑÆëÌÈì äÇðÌÀáÄéàÄéí, áÌÇçÂìåÉí àåÉ áÌÀîÇøÀàÆä; åÌîÉùÑÆä øÇáÌÅðåÌ--äåÌà òÅø åÀòåÉîÅã, ùÑÆðÌÆàÁîÈø "åÌáÀáÉà îÉùÑÆä àÆì-àÉäÆì îåÉòÅã, ìÀãÇáÌÅø àÄúÌåÉ, åÇéÌÄùÑÀîÇò àÆú-äÇ÷ÌåÉì" (áîãáø æ,ôè). 10 Todo lo antedicho se refirió al modo de profetizar de todos los profetas, tanto los primeros como los últimos. Excepto Moshé nuestro Maestro y el de todos los profetas. ¿Y cúal es la diferencia entre la profecía de Moshé y la del resto de los profetas? Que aquella de todos los profetas les llega en sueños o visión mientras que Moshé, nuestro Maestro, la percibe estando despierto y de pie, como está escrito: "Y al entrar Moshé en el Tabernáculo, a hablar con Él, oía la voz" (Nm. 7:89).
éà ëÌÈì äÇðÌÀáÄéàÄéí, òÇì éÀãÅé îÇìÀàÈêÀ; ìÀôÄéëÌÈêÀ øåÉàÄéï îÇä ùÑÀäÆï øåÉàÄéï áÌÀîÈùÑÈì åÀçÄéãÈä. åÌîÉùÑÆä øÇáÌÅðåÌ, ìÉà òÇì éÀãÅé îÇìÀàÈêÀ, ùÑÆðÌÆàÁîÈø "ôÌÆä àÆì-ôÌÆä àÂãÇáÌÆø-áÌåÉ" (áîãáø éá,ç), åÀðÆàÁîÈø "åÀãÄáÌÆø ä' àÆì-îÉùÑÆä ôÌÈðÄéí àÆì-ôÌÈðÄéí" (ùîåú ìâ,éà), åÀðÆàÁîÈø "åÌúÀîËðÇú ä', éÇáÌÄéè" (áîãáø éá,ç): ëÌÀìåÉîÇø ùÑÀàÅéï ùÑÈí îÈùÑÈì, àÅìÈà øåÉàÆä äÇãÌÈáÈø òÇì áÌÈøÀéåÉ áÌÀìÉà çÄéãÈä áÌÀìÉà îÈùÑÈì; äåÌà ùÑÆäÇúÌåÉøÈä îÀòÄéãÈä òÈìÈéå, "åÌîÇøÀàÆä åÀìÉà áÀçÄéãÉú" (ùí), ùÑÀàÅéðåÌ îÄúÀðÇáÌÅà áÌÀçÄéãÈä àÅìÈà áÌÀîÇøÀàÆä, ùÑÆøåÉàÆä äÇãÌÈáÈø òÇì áÌÈøÀéåÉ. 11 Todos los profetas la reciben por medio de un ángel, por lo cual ven lo que ven alegórica y enigmáticamente. Pero Moshé, nuestro Maestro, no la recibe por medio de un ángel, como está escrito: "Boca a boca hablaré con él" (Nm. 12:8), y también está escrito: "Y hablaba el Señor con Moshé cara a cara" (Ex. 33:11), y también está escrito: "y la apariencia de Dios contempla" (Nm. 12:8). Es decir que no se trata de alegorías sino ve la cosa tal cual es, no enigmática ni alegóricamente; dando de esto la Torá testimonio "y por visión, no enigmas" (Ídem), ya que no profetiza enigmáticamente sino según la visión que ve tal cual es.
éá ëÌÈì äÇðÌÀáÄéàÄéí, éÀøÅàÄéï åÀðÄáÀäÈìÄéï åÌîÄúÀîåÉâÀâÄéí. åÌîÉùÑÆä øÇáÌÅðåÌ, àÅéðåÌ ëÌÅï; äåÌà ùÑÆäÇëÌÈúåÌá àåÉîÅø "ëÌÇàÂùÑÆø éÀãÇáÌÅø àÄéùÑ àÆì-øÅòÅäåÌ" (ùîåú ìâ,éà): ëÌÀîåÉ ùÑÀàÅéï àÈãÈí ðÄáÀäÈì ìÄùÑÀîÉòÇ ãÌÄáÀøÅé çÂáÅøåÉ, ëÌÈêÀ äÈéÈä ëÌåÉçÇ áÌÀãÇòÀúÌåÉ ùÑÆìÌÀîÉùÑÆä øÇáÌÅðåÌ ìÀäÈáÄéï ãÌÄáÀøÅé äÇðÌÀáåÌàÈä; åÀäåÌà òåÉîÅã òÇì òÈîÀãåÉ ùÑÈìÅí. 12 Todos los profetas temen se espantan y sobrecogen, no siendo éste el caso de Moshé, nuestro Maestro, tal cual lo dice la Escritura: "tal cual le hablarí uno a su prójimo" (Ex. 33:11). Así como una persona no se espanta al escuchar a su prójimo, Moshé nuestro Maestro tenía fuerza perceptiva para comprender una profecía hallándose él parado apaciblemente.
éâ ëÌÈì äÇðÌÀáÄéàÄéí, àÅéï îÄúÀðÇáÌÀàÄéí áÌÀëÈì òÅú ùÑÆéÌÄøÀöåÌ. åÌîÉùÑÆä øÇáÌÅðåÌ, àÅéðåÌ ëÌÅï, àÅìÈà ëÌÈì æÀîÈï ùÑÆéÌÇçÀôÌÉõ, øåÌçÇ äÇ÷ÌÉãÆùÑ ìåÉáÇùÑÀúÌåÉ åÌðÀáåÌàÈä ùÑåÉøÈä òÈìÈéå; åÀàÅéðåÌ öÈøÄéêÀ ìÀëÇåÌÇï ãÌÇòÀúÌåÉ åÌìÀäÄæÀãÌÇîÌÇï ìÈäÌ, ùÑÆäÂøÅé äåÌà îÀëËåÌÈï åÌîÀæËîÌÈï åÀòåÉîÅã ëÌÀîÇìÀàÂëÅé äÇùÌÑÈøÅú. ìÀôÄéëÌÈêÀ îÄúÀðÇáÌÅà áÌÀëÈì òÅú, ùÑÆðÌÆàÁîÈø "òÄîÀãåÌ åÀàÆùÑÀîÀòÈä, îÇä-éÀöÇåÌÆä ä' ìÈëÆí" (áîãáø è,ç). 13 Los profetas no profetizan cuando quieren hacerlo, no siendo tal el caso de Moshé nuestro Maestro sino en cuanto lo desea un espíritu de santidad se le apodera y la profecía reposa en él, no siéndole necesario predisponer su discernimiento y prepararse ya que él está predispuesto y preparado como “malhakhé ha-Sharet”. Por lo cual profetiza en todo momento, como está escrito: "Esperad y oiré que ordenará el Señor acerca de vosotros" (Nm. 9:8).
éã åÌáÀæÆä äÄáÀèÄéçåÉ äÈàÅì, ùÑÆðÌÆàÁîÈø "ìÅêÀ, àÁîÉø ìÈäÆí: ùÑåÌáåÌ ìÈëÆí, ìÀàÈäÃìÅéëÆí. åÀàÇúÌÈä, ôÌÉä òÂîÉã òÄîÌÈãÄé" (ãáøéí ä,ëå-ëæ). äÇà ìÈîÇãÀúÌÈ ùÑÆëÌÈì äÇðÌÀáÄéàÄéí, ëÌÀùÑÆäÇðÌÀáåÌàÈä îÄñÀúÌÇìÌÆ÷Æú, çåÉæÀøÄéï ìÀàÈäÃìÈí, ùÑÀäåÌà öÈøÀëÌÅé äÇâÌåÌó ëÌËìÌÈï ëÌÄùÑÀàÈø äÈòÈí; ìÀôÄéëÌÈêÀ àÅéðÈï ôÌåÉøÀùÑÄéï îÄðÌÀùÑåÉúÅéäÆï. åÌîÉùÑÆä øÇáÌÅðåÌ, ìÉà çÈæÇø ìÀàÈäÃìåÉ äÈøÄàùÑåÉï; ìÀôÄéëÌÈêÀ ôÌÅøÇùÑ îÄï äÈàÄùÌÑÈä ìÀòåÉìÈí åÌîÄëÌÈì äÇãÌåÉîÆä ìÈäÌ, åÀðÄ÷ÀùÑÀøÈä ãÌÇòÀúÌåÉ áÌÀöåÌø äÈòåÉìÈîÄéí, åÀìÉà ðÄñÀúÌÇìÌÇ÷ äÇäåÉã îÅòÈìÈéå ìÀòåÉìÈí åÀ÷ÈøÇï òåÉø ôÌÈðÈéå, åÀðÄúÀ÷ÇãÌÇùÑ ëÌÇîÌÇìÀàÈëÄéí. 14 Habiéndole Dios asegurado esto, como está escrito: "¡Ve! diles, ¡regresad a vuestras tiendas! Y tú ¡quedate aquí conmigo!" (Dt. 5:26-27). De lo antedicho has aprendido que todos los profetas, cuando ya no profetizan, vuelven a sus tiendas que son las necesidades corporales comunes al resto del pueblo, por lo tanto no dejan a sus esposas. Pero Moshé, nuestro Maestro, no regresó a su primera tienda, por lo cual dejo a su esposa para siempre, así como a todo lo similar a ella, ligándose su discernimiento a la Roca Eterna y no apartándose de él la majestuosidad, y resplandeciále la piel de su rostro, habiéndose santificado cual un ángel.
èå [æ] äÇðÌÈáÄéà, àÄôÀùÑÈø ùÑÆúÌÄäÀéÆä ðÀáåÌàÈúåÉ ìÀòÇöÀîåÉ áÌÄìÀáÈã, ìÀäÇøÀçÄéá ìÄáÌåÉ åÌìÀäåÉñÄéó ãÌÇòÀúÌåÉ, òÇã ùÑÆéÌÅãÇò îÇä ùÑÆìÌÉà äÈéÈä éåÉãÅòÇ, îÅàåÉúÈï äÇãÌÀáÈøÄéí äÇâÌÀãåÉìÄéí. åÀàÄôÀùÑÈø ùÑÆéÌÀùÑËìÌÇç ìÀòÇí îÅòÇîÌÅé äÈàÈøÆõ, àåÉ ìÀàÇðÀùÑÅé òÄéø àåÉ îÇîÀìÈëÈä, ìÀáåÉðÅï àåÉúÈí åÌìÀäåÉãÄéòÈí îÇä éÇòÂùÒåÌ, àåÉ ìÄîÀðÉòÇ àåÉúÈí îÄîÌÇòÂùÒÄéí äÈøÈòÄéí ùÑÆáÌÄéãÅéäÆí; åÌëÀùÑÆîÌÀùÑÇìÌÀçÄéï àåÉúåÉ, ðåÉúÀðÄéï ìåÉ àåÉú åÌîåÉôÅú ëÌÀãÅé ùÑÆéÌÅãÀòåÌ äÈòÈí ùÑÆäÈàÅì ùÑÄìÌÀçåÉ áÌÆàÁîÆú. 15 Es posible que un profeta profetice sólo para sí mismo, para abrir su corazón y adicionarle discernimiento hasta que comprenda lo que no comprendía acerca de tales extraordinarias cosas. Es posible que sea enviado a cierto pueblo o a la gente de una ciudad o un reino para hacerles comprender e informarles acerca de lo que deben hacer o para hacerles desistir de sus malos actos; y al enviarlo le dan una señal o un prodigio para que el pueblo sepa que realmente le ha enviado Dios.
èæ åÀìÉà ëÌÈì äÈòåÉùÒÆä àåÉú åÌîåÉôÅú, îÇàÂîÄéðÄéï àåÉúåÉ ùÑÀäåÌà ðÈáÄéà: àÅìÈà àÈãÈí ùÑÆäÈéÄéðåÌ éåÉãÀòÄéï áÌåÉ îÄúÌÀçÄìÌÈúåÉ ùÑÀäåÌà øÈàåÌé ìÇðÌÀáåÌàÈä áÌÀçÈëÀîÈúåÉ åÌáÀîÇòÂùÒÈéå, ùÑÆðÌÄúÀòÇìÌÈä áÌÈäÆï òÇì ëÌÈì áÌÀðÅé âÌÄéìåÉ, åÀäÈéÈä îÀäÇìÌÅêÀ áÌÀãÇøÀëÅé äÇðÌÀáåÌàÈä åÌáÄ÷ÀãËùÌÑÈúÈäÌ åÌôÀøÄéùÑåÌúÈäÌ, åÀàÇçÇø ëÌÈêÀ áÌÈà åÀòÈùÒÈä àåÉú åÌîåÉôÅú åÀàÈîÇø ùÑÆäÈàÅì ùÑÄìÌÀçåÉ--îÄöÀåÈä ìÄùÑÀîÉòÇ îÄîÌÆðÌåÌ, ùÑÆðÌÆàÁîÈø "àÅìÈéå, úÌÄùÑÀîÈòåÌï" (ãáøéí éç,èå). 16 Sin embargo, no creeremos un profeta a todo aquel que haga una señal o un prodigio. Sino si se trata de un hombre del que sabemos de antemano que el enaltecimiento de su sabiduría y actos, que van allende lo corriente entre aquellos de su edad, le hacen digno de serlo, y él observa la santidad y el ascetismo que encaminan a la profecía; es un Precepto escucharle, como está escrito: "a él escucharéis" (Dt. 18:15).
éæ åÀàÄôÀùÑÈø ùÑÆéÌÇòÂùÒÆä àåÉú åÌîåÉôÅú åÀàÅéðåÌ ðÈáÄéà, åÀæÆä äÈàåÉú éÅùÑ ìåÉ ãÌÀáÈøÄéí áÌÀâåÉ; åÀàÇó òÇì ôÌÄé ëÅï, îÄöÀåÈä ìÄùÑÀîÉòÇ ìåÉ, äåÉàÄéì åÀàÈãÈí âÌÈãåÉì äåÌà åÀçÈëÈí åÀøÈàåÌé ìÇðÌÀáåÌàÈä, îÇòÀîÄéãÄéï àåÉúåÉ òÇì çÆæÀ÷ÈúåÉ--ùÑÆáÌÀëÌÈêÀ ðÄöÀèÇåÌÄéðåÌ: ëÌÀîåÉ ùÑÆðÌÄöÀèÇåÌÄéðåÌ ìÇçÀúÌÉêÀ äÇãÌÄéï òÇì ôÌÄé ùÑÀðÇéÄí òÅãÄéí ëÌÀùÑÅøÄéí, åÀàÇó òÇì ôÌÄé ùÑÆàÄôÀùÑÈø ùÑÆäÅòÄéãåÌ áÌÀùÑÆ÷Æø, äåÉàÄéì åÌëÀùÑÅøÄéí äÆí àÆöÀìÅðåÌ, îÇòÀîÄéãÄéï àåÉúÈï òÇì ëÌÇùÑÀøåÌúÈï. åÌáÇãÌÀáÈøÄéí äÈàÅìÌåÌ åÀëÇéÌåÉöÆà áÌÈäÆï, ðÆàÁîÈø "äÇðÌÄñÀúÌÈøÉú--ìÇä', àÁìÉäÅéðåÌ; åÀäÇðÌÄâÀìÉú ìÈðåÌ åÌìÀáÈðÅéðåÌ" (ãáøéí ëè,ëç), åÀðÆàÁîÈø "ëÌÄé äÈàÈãÈí éÄøÀàÆä ìÇòÅéðÇéÄí, åÇä' éÄøÀàÆä ìÇìÌÅáÈá" (ùîåàì à èæ,æ). 17 Y es posible que haga una señal o un prodigio no siendo un profeta, tratándose de una señal de dudoso origen; no obstante eso, nos es un Precepto obedecerle, ya que se trata de un gran hombre sabio y digno de profetizar, respetamos su status ya que así nos ha sido ordenado. Tal cual nos fue ordenado juzgar según el testimonio de dos testigos aptos, a pesar de que puede ser que hayan testificado falsamente, como son aptos a nuestro parecer, respetamos su status. Y acerca de estas cosas y otras similares está escrito: "Las cosas ocultas son del Señor, nuestro Dios; y las reveladas son nuestras y de nuestros hijos" (Dt. 29:28), y está escrito: "porque el hombre mira según sus ojos, mas el Señor mira el corazón" (1 S. 16:7).


ôÌÅøÆ÷ ç Capítulo Ocho

à îÉùÑÆä øÇáÌÅðåÌ--ìÉà äÆàÁîÄéðåÌ áÌåÉ éÄùÒÀøÈàÅì, îÄôÌÀðÅé äÈàåÉúåÉú ùÑÆòÈùÒÈä: ùÑÆäÇîÌÇàÂîÄéï òÇì ôÌÄé äÈàåÉúåÉú--éÅùÑ áÌÀìÄáÌåÉ ãÌÉôÄé, ùÑÆàÄôÀùÑÈø ùÑÆéÌÅòÈùÒÆä äÈàåÉú áÌÀìÈàè åÀëÄùÌÑåÌó. àÅìÈà ëÌÈì äÈàåÉúåÉú ùÑÆòÈùÒÈä áÌÇîÌÄãÀáÌÈø, ìÀôÄé äÇöÌÉøÆêÀ òÂùÒÈàÈï--ìÉà ìÀäÈáÄéà øÀàÈéÈä òÇì äÇðÌÀáåÌàÈä: öÈøÇêÀ ìÀäÇùÑÀ÷ÄéòÇ àÆú äÇîÌÄöÀøÄéÌÄéí, ÷ÈøÇò àÆú äÇéÌÈí åÀäÄöÀìÄéìÈí áÌåÉ. öÈøÇëÀðåÌ ìÀîÈæåÉï, äåÉøÄéã ìÈðåÌ àÆú äÇîÌÈï. öÈîÀàåÌ, áÌÈ÷Çò ìÈäÆí àÆú äÈàÆáÆï. ëÌÈôÀøåÌ áÌåÉ òÂãÇú ÷ÉøÇç, áÌÈìÀòÈä àåÉúÈí äÈàÈøÆõ. åÀëÅï, ùÑÀàÈø ëÌÈì äÈàåÉúåÉú. 1 A Moshé, nuestro Maestro, no le creyó el pueblo debido a las señales que le mostró, ya que quien cree debido a ellas es de corazón imperfecto, porque puede que se realice una señal por medio de un sortilegio o un hechizo. Sino todas las señales que hizo en el desierto, las realizó cuando fue menester, no para apuntalar la profecía. Le fue menester hundir a los egipcios, rasgó al mar y los sumergió en él. Necesitamos alimento, nos bajó el “man”. Estuvieron sedientos, les quebró la piedra. Renegó de él el séquito de Koraj, la tierra le engulló. E ídem respecto de las otras señales.
á åÌáÇîÌÆä äÆàÁîÄéðåÌ áÌåÉ, áÌÀîÇòÀîÇã äÇø ñÄéðÇé: ùÑÆòÅéðÅéðåÌ øÈàåÌ, åÀìÉà æÈø, åÀàÈæÀðÅéðåÌ ùÑÈîÀòåÌ, åÀìÉà àÇçÅø--äÈàÅùÑ åÀäÇ÷ÌåÉìåÉú åÀäÇìÌÇôÌÄéãÄéí. åÀäåÌà ðÄâÌÈùÑ àÆì äÈòÂøÈôÆì, åÀäÇ÷ÌåÉì îÀãÇáÌÅø àÅìÈéå; åÀàÈðåÌ ùÑåÉîÀòÄéí: îÉùÑÆä, îÉùÑÆä--ìÅêÀ àÁîÉø ìÈäÆí ëÌÈêÀ åÀëÌÈêÀ. åÀëÅï äåÌà àåÉîÅø "ôÌÈðÄéí áÌÀôÈðÄéí, ãÌÄáÌÆø ä' òÄîÌÈëÆí" (ãáøéí ä,ã), åÀðÆàÁîÈø "ìÉà àÆú-àÂáÉúÅéðåÌ, ëÌÈøÇú ä' àÆú-äÇáÌÀøÄéú äÇæÌÉàú" (ãáøéí ä,â). 2 Y ¿debido a qué creyeron en él? A causa del evento del monte Sinaí, ya que nuestros ojos vieron, y no extraños; y nuestros oídos oyeron, y no los de otro. El fuego, los estruendos y los rayos. Y él entró en la niebla y la voz le hablaba y nosotros Lo escuchábamos “¡Moshé! ¡Moshé! ¡Ve y diles tal y tal cosa!”. Siendo así como él lo dice: "Cara a cara habló el Señor con vosotros" (Dt. 5:4), y dijo: "No con nuestros padres hizo el Señor este pacto" (Dt. 5:3).
â åÌîÀðÇéÄï ùÑÆáÌÀîÇòÀîÇã äÇø ñÄéðÇé ìÀáÇãÌåÉ, äÄéà äÈøÀàÈéÈä ìÄðÀáåÌàÈúåÉ ùÑÀäÄéà àÁîÆú ùÑÀàÅéï áÌåÉ ãÌÉôÄé--ùÑÆðÌÆàÁîÈø "äÄðÌÅä àÈðÉëÄé áÌÈà àÅìÆéêÈ áÌÀòÇá äÆòÈðÈï, áÌÇòÂáåÌø éÄùÑÀîÇò äÈòÈí áÌÀãÇáÌÀøÄé òÄîÌÈêÀ, åÀâÇí-áÌÀêÈ éÇàÂîÄéðåÌ ìÀòåÉìÈí" (ùîåú éè,è): îÄëÌÀìÈì ùÑÆ÷ÌÉãÆí ãÌÈáÈø æÆä, ìÉà äÆàÁîÄéðåÌ áÌåÉ ðÆàÁîÈðåÌú ùÑÀäÄéà òåÉîÆãÆú ìÀòåÉìÈí, àÅìÈà ðÆàÁîÈðåÌú ùÑÆéÌÅùÑ àÇçÂøÆéäÈ äÄøÀäåÌø åÌîÇçÀùÑÈáÈä. 3 Y ¿cúal es la prueba de que el evento del monte Sinaí definió la irrefutabilidad de la veracidad de su profecía? lo escrito: "yo me allego a tí en el espesor de la nube para que el pueblo escuche cuando te hable y crean también en tí por siempre" (Ex. 19:9). Sobreentendiéndose que antes del mismo no le concedieron su eterna creencia sino una dubitativa y cuestionable.
ã [á] ðÄîÀöÀàåÌ àÅìÌåÌ ùÑÆùÌÑËìÌÇç ìÈäÆí, äÆí äÈòÅãÄéí òÇì ðÀáåÌàÈúåÉ ùÑÀäÄéà àÁîÆú, åÀàÅéðåÌ öÈøÄéêÀ ìÇòÂùÒåÉú ìÈäÆí àåÉú: ùÑÀäÆí åÀäåÌà àÆçÈã áÌÇãÌÈáÈø, ëÌÄùÑÀðÅé òÅãÄéí ùÑÆøÈàåÌ ãÌÈáÈø àÆçÈã áÌÀéÇçÇã--ùÑÆëÌÈì àÆçÈã îÅäÆí òÅã ìÇçÂáÅøåÉ ùÑÀäåÌà àåÉîÅø àÁîÆú, åÀàÅéï àÆçÈã îÅäÆí öÈøÄéêÀ ìÀäÈáÄéà øÀàÈéÈä ìÇçÂáÅøåÉ. ëÌÈêÀ îÉùÑÆä øÇáÌÅðåÌ--ëÌÈì éÄùÒÀøÈàÅì òÅãÄéí ìåÉ àÇçÇø îÇòÀîÇã äÇø ñÄéðÇé, åÀàÅéðåÌ öÈøÄéêÀ ìÇòÂùÒåÉú ìÈäÆí àåÉú. 4 Es decir que aquellos a los que les fue enviado son los testigos de la veracidad de su profecía, no siéndole menester hacer señar alguna ya que él y ellos son equivalentes al respecto; tal como lo son don testigos que vieron algo a la vez, siendo cada cual testigo de la veracidad del testimonio de su prójimo, no necesitando ninguno presentar una prueba que lo apuntale al otro. Así sucede con Moshé, nuestro Maestro, todo Israel le es testigo a partir del evento del Sinaí, siendo innecesario que se le haga una señal.
ä åÀæÆä äåÌà ùÑÆàÈîÇø ìåÉ äÇ÷ÌÈãåÉùÑ áÌÈøåÌêÀ äåÌà áÌÄúÀçÄìÌÇú ðÀáåÌàÈúåÉ, áÌÀòÅú ùÑÆðÌÈúÇï ìåÉ äÈàåÉúåÉú ìÇòÂùÒåÉúÈï áÌÀîÄöÀøÇéÄí, åÀàÈîÇø ìåÉ "åÀùÑÈîÀòåÌ, ìÀ÷ÉìÆêÈ" (ùîåú â,éç): éÈãÇò îÉùÑÆä øÇáÌÅðåÌ ùÑÆäÇîÌÇàÂîÄéï òÇì ôÌÄé äÈàåÉúåÉú, éÅùÑ áÌÀìÄáÌåÉ ãÌÉôÄé åÌîÀäÇøÀäÅø åÌîÀçÇùÌÑÅá, åÀäÈéÈä ðÄùÑÀîÈè îÄìÌÅéìÅêÀ, åÀàÈîÇø "åÀäÅï ìÉà-éÇàÂîÄéðåÌ ìÄé" (ùîåú ã,à)--òÇã ùÑÆäåÉãÄéòåÉ äÇ÷ÌÈãåÉùÑ áÌÈøåÌêÀ äåÌà, ùÑÆàÅìÌåÌ äÈàåÉúåÉú àÅéðÈï àÅìÈà òÇã ùÑÆéÌÅöÀàåÌ îÄîÌÄöÀøÇéÄí; åÀàÇçÇø ùÑÆéÌÅöÀàåÌ åÀéÇòÇîÀãåÌ òÇì äÈäÈø äÇæÌÆä, éÄñÀúÌÇìÇ÷ äÇäÄøÀäåÌø ùÑÆîÌÀäÇøÀäÂøÄéï àÇçÂøÆéêÈ, ùÑÆàÂðÄé ðåÉúÅï ìÈêÀ ëÌÈàï àåÉú ùÑÆéÌÅãÀòåÌ ùÑÆàÂðÄé ùÑÀìÇçÀúÌÄéêÈ áÌÆàÁîÆú îÄáÌÇúÌÀçÄìÌÈä, åÀìÉà éÄùÌÑÈàÅø áÌÀìÄáÌÈï äÄøÀäåÌø. åÀäåÌà ùÑÆäÇëÌÈúåÌá àåÉîÅø "åÀæÆä-ìÌÀêÈ äÈàåÉú, ëÌÄé àÈðÉëÄé ùÑÀìÇçÀúÌÄéêÈ: áÌÀäåÉöÄéàÂêÈ àÆú-äÈòÈí, îÄîÌÄöÀøÇéÄí, úÌÇòÇáÀãåÌï àÆú-äÈàÁìÉäÄéí, òÇì äÈäÈø äÇæÌÆä" (ùîåú â,éá). 5 Siendo esto lo que le asegurara el Santo, bendito Sea, al comenzar a profetizar, al proveerle las señales que haría en Egipto, al decirle: "Y oirán tu voz" (Ex. 3:18) ya que Moshé, nuestro Maestro, sabía que quien cree debido a las señales es de dubitavivo e imperfecto corazón, por lo cual escaqueaba el tener que ir diciendo: "ellos no me creerán" (Ex. 4:1). Hasta que el Santo, bendito Sea, hizo hincapié en que tales señales le servirían sólo hasta que salieran de Egipto, y después de salir y presentarse ante este monte se desvanecería toda duda que tuvieran a su respecto “ya que aquí te doy una señal irrefutable para que comprendan que Yo realmente te envié desde el principio, y no albergará ya su corazón duda alguna”. Diciéndolo así la Escritura: "y ésta te será la señal de que Yo te he enviado; al sacar al pueblo de Egipto serviréis a Dios en este monte" (Ex. 3:12).
å ðÄîÀöÅàúÈ àåÉîÅø, ùÑÆëÌÈì ðÈáÄéà ùÑÆéÌÇòÂîÉã àÇçÇø îÉùÑÆä øÇáÌÅðåÌ, àÅéï àÈðåÌ îÇàÂîÄéðÄéï áÌåÉ îÄôÌÀðÅé äÈàåÉú ìÀáÇãÌåÉ, ëÌÀãÅé ùÑÆðÌÉàîÇø àÄí éÇòÂùÒÆä àåÉú ðÄùÑÀîÇò ìåÉ ìÀëÈì îÇä ùÑÆéÌÉàîÇø; àÅìÈà îÄôÌÀðÅé äÇîÌÄöÀåÈä ùÑÆöÌÄåÌÈðåÌ îÉùÑÆä áÌÇúÌåÉøÈä, åÀàÈîÇø àÄí ðÈúÇï àåÉú, "àÅìÈéå, úÌÄùÑÀîÈòåÌï" (ãáøéí éç,èå): ëÌÀîåÉ ùÑÆöÌÄåÌÈðåÌ ìÇçÀúÌÉêÀ äÇãÌÈáÈø òÇì ôÌÄé ùÑÀðÅé òÅãÄéí, åÀàÇó òÇì ôÌÄé ùÑÀàÅéï àÈðåÌ éåÉãÀòÄéï àÄí àÁîÆú äÅòÄéãåÌ àÄí ùÑÆ÷Æø; ëÌÈêÀ îÄöÀåÈä ìÄùÑÀîÉòÇ îÄæÌÆä äÇðÌÈáÄéà, àÄí äÈàåÉú àÁîÆú àåÉ áÌÀëÄùÌÑåÌó åÀìÈàè. 6 Es decir que a todo profeta que se presente después de Moshé, nuestro Maestro, no le creemos debido a la señal únicamente, de modo que digamos “si realiza una señal escucharemos todo lo que diga” sino debido al Precepto que nos ordenó Moshé en la Torá al decirnos que de hacer una señal "a él oiréis" (Dt. 18:15). Tal como nos ordenara juzgar lo que sea según dos testigos, a pesar de no saber si su testimonio es verdadero o falso; asimismo es un Precepto escuchar a tal profeta ya sea la señal verdadera u obra de un hechizo o sortilegio.
æ [â] ìÀôÄéëÌÈêÀ àÄí òÈîÇã ðÈáÄéà åÀòÈùÒÈä àåÉúåÉú åÌîåÉôÀúÄéí âÌÀãåÉìÄéí, åÌáÄ÷ÌÇùÑ ìÀäÇëÀçÄéùÑ ðÀáåÌàÈúåÉ ùÑÆìÌÀîÉùÑÆä øÇáÌÅðåÌ--àÅéï ùÑåÉîÀòÄéï ìåÉ; åÀàÈðåÌ éåÉãÀòÄéï áÌÇéÌÅçåÌã ùÑÆàåÉúÈï äÈàåÉúåÉú áÌÀìÈàè åÀëÄùÌÑåÌó äÆï, ìÀôÄé ùÑÆðÌÀáåÌàÇú îÉùÑÆä øÇáÌÅðåÌ àÅéðÈäÌ òÇì ôÌÄé äÈàåÉúåÉú ëÌÀãÅé ùÑÆðÌÇòÂøÉêÀ àåÉúåÉú æÆä ìÀàåÉúåÉú æÆä, àÅìÈà áÌÀòÅéðÅéðåÌ øÀàÄéðåÌäÈ åÌáÀàÈæÀðÅéðåÌ ùÑÀîÇòÀðåÌäÈ, ëÌÀîåÉ ùÑÆùÌÑÈîÇò äåÌà. 7 Por lo tanto, si se presenta un profeta y hace grandiosas señales y maravillas procurando rebatir la profecía de Moshé, nuestro Maestro, no le escucharemos, percatándonos de que tales señales son hechizos y sortilegios, ya que la profecía de Moshé, nuestro Maestro, no depende de señales para que comparemos las del uno con las del otro sino con nuestros ojos la vimos y con nuestros oídos la oímos, como él la oyó.
ç äÇà ìÀîÇä äÇãÌÈáÈø ãÌåÉîÆä: ìÀòÅãÄéí ùÑÆäÅòÄéãåÌ ìÀàÈãÈí òÇì ãÌÈáÈø ùÑÆøÈàÈä áÌÀòÅéðÈéå, ùÑÀàÅéðåÌ ëÌÀîåÉ ùÑÆøÈàÈä--ùÑÀàÅéðåÌ ùÑåÉîÅòÇ ìÈäÆï, àÅìÈà éåÉãÅòÇ áÌÇåÌÇãÌÇàé ùÑÀäÆï òÅãÅé ùÑÆ÷Æø. 8 ¿A qué se asemeja tal situación? A la de testigos que testimoniaron que lo que un hombre vió con sus ojos “no es tal cual lo viera”; haciéndo tal hombre caso omiso de lo que afirman ya que sabe con veracidad que son testigos falsos.
è ìÀôÄéëÌÈêÀ àÈîÀøÈä úÌåÉøÈä ùÑÀàÄí áÌÈà äÈàåÉú åÀäÇîÌåÉôÅú, "ìÉà úÄùÑÀîÇò, àÆì-ãÌÄáÀøÅé äÇðÌÈáÄéà äÇäåÌà" (ãáøéí éâ,ã): ùÑÆäÂøÅé æÆä áÌÈà àÅìÆéêÈ áÌÀàåÉú åÌîåÉôÅú, ìÀäÇëÀçÄéùÑ îÇä ùÑÆøÈàÄéúÈ áÌÀòÅéðÆéêÈ; åÀäåÉàÄéì åÀàÅéï àÈðåÌ îÇàÂîÄéðÄéï áÌÀîåÉôÅú, àÅìÈà îÄôÌÀðÅé äÇîÌÄöÀåÈä ùÑÆöÌÄåÌÈðåÌ îÉùÑÆä, äÅéàÇêÀ ðÀ÷ÇáÌÇì îÅàåÉú æÆä ùÑÆáÌÈà ìÀäÇëÀçÄéùÑ ðÀáåÌàÈúåÉ ùÑÆìÌÀîÉùÑÆä, ùÑÆøÈàÄéðåÌ åÀùÑÆùÌÑÈîÇòÀðåÌ. 9 Por lo tanto dijo la Torá que si se produce tal señal o maravilla "No escucharás lo que dijera tal profeta" (Dt. 13:4). Ya que éste se te acerca haciendo una señal y una maravilla para negar aquello que viste con tus ojos; y considerando que no acreditamos la maravilla sino debido al Precepto que nos ordenara Moshé, ¿cómo aceptaremos la señal de éste que viene a negar la profecía de Moshé que vimos y escuchamos?.


ôÌÅøÆ÷ è Capítulo Nueve

à ãÌÈáÈø áÌÈøåÌø åÌîÀôÉøÈùÑ áÌÇúÌåÉøÈä, ùÑÀäÄéà îÄöÀåÈä òåÉîÆãÆú ìÀòåÉìÈí åÌìÀòåÉìÀîÅé òåÉìÈîÄéí: àÅéï ìÈäÌ ìÉà ùÑÄðÌåÌé, åÀìÉà âÌÅøÈòåÉï åÀìÉà úÌåÉñÆôÆú, ùÑÆðÌÆàÁîÈø "àÅú ëÌÈì-äÇãÌÈáÈø, àÂùÑÆø àÈðÉëÄé îÀöÇåÌÆä àÆúÀëÆí--àÉúåÉ úÄùÑÀîÀøåÌ, ìÇòÂùÒåÉú: ìÉà-úÉñÅó òÈìÈéå, åÀìÉà úÄâÀøÇò îÄîÌÆðÌåÌ" (ãáøéí éâ,à); åÀðÆàÁîÈø "åÀäÇðÌÄâÀìÉú ìÈðåÌ åÌìÀáÈðÅéðåÌ, òÇã-òåÉìÈí--ìÇòÂùÒåÉú, àÆú-ëÌÈì-ãÌÄáÀøÅé äÇúÌåÉøÈä äÇæÌÉàú" (ãáøéí ëè,ëç). äÇà ìÈîÇãÀúÌÈ ùÑÆëÌÈì ãÌÄáÀøÅé úÌåÉøÈä, îÀöËåÌÄéï àÈðåÌ ìÇòÂùÒåÉúÈï òÇã òåÉìÈí; åÀëÅï äåÌà àåÉîÅø "çË÷ÌÇú òåÉìÈí ìÀãÉøÉúÅéëÆí" (åé÷øà â,éæ; åòåã ùáòä î÷åîåú), åÀðÆàÁîÈø "ìÉà áÇùÌÑÈîÇéÄí, äÄéà" (ãáøéí ì,éá). äÇà ìÈîÇãÀúÌÈ ùÑÀàÅéï ðÈáÄéà øÇùÌÑÈàé ìÀçÇãÌÇùÑ ãÌÈáÈø, îÅòÇúÌÈä. 1 Es algo claro y explicito en la Torá que su cumplimiento nos incumbe eternamente, no siéndole factibles ni cambio ni disminución ni añadidura alguna, como está escrito: "Cuidaréis de cumplir con todo lo que os ordeno: no añadirás a ello ni disminuirás de ello" (Dt. 13:1); y asimismo está escrito: " y las reveladas son nuestras y de nuestros hijos por siempre para que cumplamos todas las palabras de esta Ley" (Dt. 29:28). De lo antedicho has aprendido que se nos ordena cumplir con todo lo referido a la Torá por siempre; y asimismo dice Él: "Ley eterna para vuestras generaciones" (Lv. 3:17; E ídem en cuatro versículos más), y está escrito: "No está ella en el cielo" (Dt. 30:12). De lo antedicho has aprendido que ya a ningún profeta se le permite renovar nada.
á ìÀôÄéëÌÈêÀ àÄí éÇòÂîÉã àÄéùÑ, áÌÅéï îÄéÌÄùÒÀøÈàÅì áÌÅéï îÄï äÈàËîÌåÉú, åÀéÇòÂùÒÆä àåÉú åÌîåÉôÅú åÀéÉàîÇø ùÑÆä' ùÑÀìÈçåÉ ìÀäåÉñÄéó îÄöÀåÈä, àåÉ ìÄâÀøÉòÇ îÄöÀåÈä, àåÉ ìÀôÈøÇùÑ áÌÀîÄöÀåÈä îÄï äÇîÌÄöÀååÉú ôÌÅøåÌùÑ ùÑÆìÌÉà ùÑÈîÇòÀðåÌ îÄîÌÉùÑÆä, àåÉ ùÑÆàÈîÇø ùÑÆàåÉúÈï äÇîÌÄöÀååÉú ùÑÆðÌÄöÀèÇåÌåÌ áÌÈäÆï éÄùÒÀøÈàÅì àÅéðÈï ìÀòåÉìÈí åÌìÀãåÉøÅé ãÌåÉøåÉú àÅìÈà îÄöÀååÉú ìÀôÄé æÀîÈï äÈéåÌ--äÂøÅé æÆä ðÀáÄéà ùÑÆ÷Æø, ùÑÆäÂøÅé áÌÈà ìÀäÇëÀçÄéùÑ ðÀáåÌàÈúåÉ ùÑÆìÌÀîÉùÑÆä; åÌîÄéúÈúåÉ áÌÀçÈðÅ÷, òÇì ùÑÆäÅæÄéã ìÀãÇáÌÇø áÌÀùÑÅí ä' àÂùÑÆø ìÉà öÄåÌÈäåÌ, ùÑÀäåÌà áÌÈøåÌêÀ ùÑÀîåÉ öÄåÌÈä ìÀîÉùÑÆä ùÑÆäÇîÌÄöÀåÈä äÇæÌÉàú "ìÈðåÌ åÌìÀáÈðÅéðåÌ, òÇã-òåÉìÈí" (ãáøéí ëè,ëç), åÀ"ìÉà àÄéùÑ àÅì åÄéëÇæÌÅá" (áîãáø ëâ,éè). 2 Por lo tanto si se presentara una persona, ya sea de Israel o de otro pueblo, y realizara una señal o una maravilla afirmando que Dios le encomendó agregar o invalidar un Precepto o explicar uno de ellos según una explicación que no escuchamos de Moshé, o afirmara que aquellos Preceptos que le fueran ordenados a Israel no son eternamente válidos sino fueron temporales. Se trata de un falso profeta ya que pretende negar la profecía de Moshé, ejecutándosele por estrangulamiento por haber pretendido hablar en nombre de Dios, cosa que Él no le ordenara, ya que Él, bendito sea Su Nombre, le ordenó a Moshé que esta Ordenanza es "nuestra y de nuestros hijos por siempre" (Dt. 29:28) y "Dios no es un hombre, para que mienta" (Nm. 23:19).
â [á] àÄí ëÌÅï, ìÈîÌÈä ðÆàÁîÈø áÌÇúÌåÉøÈä "ðÈáÄéà àÈ÷Äéí ìÈäÆí îÄ÷ÌÆøÆá àÂçÅéäÆí" (ãáøéí éç,éç)--ìÉà ìÇòÂùÒåÉú ãÌÈú äåÌà áÌÈà, àÅìÈà ìÀöÇåÌåÉú òÇì ãÌÄáÀøÅé äÇúÌåÉøÈä, åÌìÀäÇæÀäÄéø äÈòÈí ùÑÆìÌÉà éÇòÇáÀøåÌ òÈìÆéäÈ, ëÌÀîåÉ ùÑÆàÈîÇø äÈàÇçÂøåÉï ùÑÆáÌÈäÆí "æÄëÀøåÌ, úÌåÉøÇú îÉùÑÆä òÇáÀãÌÄé" (îìàëé â,ëá). 3 Si es así ¿por qué está escrito en la Torá: "Les erigiré un profeta de entre sus hermanos" (Dt. 18:18)? porque no viene para hacer una Ley sino para ordenarnos acerca de la Torá y para prevenir que el pueblo la transgreda, tal cual lo dijera el último de ellos: "Recordad la Ley de mi siervo Moshé" (Ml. 3:22).
ã åÀëÅï àÄí öÄåÌÈðåÌ áÌÀãÄáÀøÅé äÈøÀùÑåÌú, ëÌÀâåÉï ìÀëåÌ ìÀîÈ÷åÉí ôÌÀìåÉðÄé àåÉ àÇì úÌÅìÀëåÌ, òÂùÒåÌ îÄìÀçÈîÈä äÇéÌåÉí àåÉ àÇì úÌÇòÂùÒåÌ, áÌÀðåÌ çåÉîÈä æåÉ àåÉ àÇì úÌÄáÀðåÌäÈ--îÄöÀåÈä ìÄùÑÀîÉòÇ ìåÉ; åÀäÈòåÉáÅø òÇì ãÌÀáÈøÈéå--çÇéÌÈá îÄéúÈä áÌÄéãÅé ùÑÈîÇéÄí, ùÑÆðÌÆàÁîÈø "åÀäÈéÈä, äÈàÄéùÑ àÂùÑÆø ìÉà-éÄùÑÀîÇò àÆì-ãÌÀáÈøÇé, àÂùÑÆø éÀãÇáÌÅø, áÌÄùÑÀîÄé--àÈðÉëÄé, àÆãÀøÉùÑ îÅòÄîÌåÉ" (ãáøéí éç,éè). [â] åÀëÅï ðÈáÄéà ùÑÆòÈáÇø òÇì ãÌÄáÀøÅé òÇöÀîåÉ, åÀäÇëÌåÉáÅùÑ ðÀáåÌàÈúåÉ--çÇéÌÈá îÄéúÈä áÌÄéãÅé ùÑÈîÇéÄí; åÌáÄùÑÀìÈùÑÀúÌÈï ðÆàÁîÈø "àÈðÉëÄé, àÆãÀøÉùÑ îÅòÄîÌåÉ". 4 Asimismo, si nos ordenara hacer algo voluntario, como por ejemplo “¡id a tal lugar!” o “¡no vayáis!”, “¡batallad hoy!” o “¡no batalléis!”, “¡construid tal muralla!” o “¡no la construlláis!”, es un Precepto obedecerle, siendo quien no lo hiciere pasible de “muerte en manos del Cielo”, como está escrito: "Mas de haber alguien que no obedeciera aquello que dijera en Mi Nombre, yo le residenciaré" (Dt. 18:19). Asimismo, tanto un profeta que transgrede sus propias palabras como aquel que oculta su profecía son pasibles de “muerte en manos del Cielo”, estando acerca de los tres escrito: "yo le residenciaré" (Dt. 18:19).
ä åÀëÅï àÄí éÉàîÇø ìÈðåÌ äÇðÌÈáÄéà ùÑÆðÌåÉãÇò ìÈðåÌ ùÑÀäåÌà ðÈáÄéà, ìÇòÂáÉø òÇì àÇçÇú îÄëÌÈì îÄöÀååÉú äÈàÂîåÌøåÉú áÌÇúÌåÉøÈä àåÉ òÇì îÄöÀååÉú äÇøÀáÌÅä, áÌÅéï ÷ÇìÌåÉú áÌÅéï çÂîåÌøåÉú, ìÀôÄé ùÑÈòÈä--îÄöÀåÈä ìÄùÑÀîÉòÇ ìåÉ. åÀëÅï ìÈîÇãÀðåÌ îÅçÂëÈîÄéí äÈøÄàùÑåÉðÄéí, îÄôÌÄé äÇùÌÑÀîåÌòÈä: áÌÇëÌÉì, àÄí éÉàîÇø ìÈêÀ ðÈáÄéà òÂáÉø òÇì ãÌÄáÀøÅé úÌåÉøÈä, ëÌÀàÅìÄéÌÈäåÌ áÌÀäÇø äÇëÌÇøÀîÆì, ùÑÀîÇò ìåÉ--çåÌõ îÅòÂáåÉãÈä æÈøÈä. åÀäåÌà, ùÑÆéÌÄäÀéÆä äÇãÌÈáÈø ìÀôÄé ùÑÈòÈä--ëÌÀâåÉï àÅìÄéÌÈäåÌ áÌÀäÇø äÇëÌÇøÀîÆì, ùÑÆäÄ÷ÀøÄéá òåÉìÈä áÌÇçåÌõ, åÄéøåÌùÑÈìÇéÄí ðÄáÀçÂøÈä, åÀäÇîÌÇ÷ÀøÄéá áÌÇçåÌõ çÇéÌÈá ëÌÈøÅú. åÌîÄôÌÀðÅé ùÑÀäåÌà ðÈáÄéà, îÄöÀåÈä ìÄùÑÀîÉòÇ ìåÉ; åÀâÇí áÌÀæÆä ðÆàÁîÈø "àÅìÈéå, úÌÄùÑÀîÈòåÌï" (ãáøéí éç,èå). 5 Asimismo, si el profeta, que sabemos que lo es, nos ordenara transgredir cualquier Precepto mencionado por la Torá o transgredir muchos, ya sean leves o graves, temporalmente; nos es un Precepto obedecerle. Y así lo aprendimos de los Sabios de la antigüedad por “shemu`a”: “en todo caso en que te ordenara el profeta transgredir la Torá, como Eliahu en el monte Karmel, “!obedécele¡”, salvo en lo referente a la idolatría”. Siempre y cuando sea temporal como en el caso de Eliahu en el monte Karmel cuando ofreció una `Olá afuera, habiendo sida escogida Jerusalem, y siendo quien ofrece afuera pasible de “karet”. Pero tratándose de un profeta nos es un Precepto obedecerle, habiéndose también dicho al respecto: "a él oiréis" (Dt. 18:15).
å åÀàÄìÌåÌ ùÑÈàÂìåÌ àÆú àÅìÄéÌÈäåÌ åÀàÈîÀøåÌ ìåÉ, ðÇòÀ÷Éø îÇä ùÑÆëÌÈúåÌá áÌÇúÌåÉøÈä "ôÌÆï-úÌÇòÂìÆä òÉìÉúÆéêÈ, áÌÀëÈì-îÈ÷åÉí, àÂùÑÆø úÌÄøÀàÆä" (ãáøéí éá,éâ)--äÈéÈä àåÉîÅø ìÉà, àÅìÈà äÇîÌÇ÷ÀøÄéá áÌÇçåÌõ ìÀòåÉìÈí çÇéÌÈá ëÌÈøÅú, ëÌÀîåÉ ùÑÆöÌÄåÌÈä îÉùÑÆä; àÂáÈì àÂðÄé äÇéÌåÉí àÇ÷ÀøÄéá áÌÇçåÌõ áÌÄãÀáÇø ä', ëÌÀãÅé ìÀäÇëÀçÄéùÑ ðÀáÄéàÅé äÇáÌÇòÇì. 6 Y de haberle preguntado a Eliahu ¿desecharemos lo escrito en la Torá: "no sea que ofrezcas tus ofrendas en todo lugar que vieras" (Dt. 12:13)? habría respondido !“no” sino quien ofrenda afuera es siempre pasible de “karet” tal cual lo ordenara Moshé, sin embargo yo ofrendo hoy afuera según la palabra de Dios, para rebatir a los profetas del Ba`al¡.
æ åÀòÇì äÇãÌÆøÆêÀ äÇæÌÉàú, àÄí öÄåÌåÌ ëÌÈì äÇðÌÀáÄéàÄéí ìÇòÂáÉø ìÀôÄé ùÑÈòÈä, îÄöÀåÈä ìÄùÑÀîÉòÇ ìÈäÆí; åÀàÄí àÈîÀøåÌ ùÑÆäÇãÌÈáÈø ðÆòÀ÷Çø ìÀòåÉìÈí--îÄéúÈúÈï áÌÀçÈðÅ÷, ùÑÆäÇúÌåÉøÈä àÈîÀøÈä "ìÈðåÌ åÌìÀáÈðÅéðåÌ, òÇã-òåÉìÈí" (ãáøéí ëè,ëç). [ã] åÀëÅï àÄí òÈ÷Çø ãÌÈáÈø îÄãÌÀáÈøÄéí ùÑÆìÌÈîÇãÀðåÌ îÄôÌÄé äÇùÌÑÀîåÌòÈä, àåÉ ùÑÆàÈîÇø áÌÀãÄéï îÄãÌÄéðÅé úÌåÉøÈä ùÑÆä' öÄåÌÈä ìåÉ ùÑÆäÇãÌÄéï ëÌÈêÀ äåÌà åÇäÂìÈëÈä ëÌÀãÄáÀøÅé ôÌÀìåÉðÄé--äÂøÅé æÆä ðÀáÄéà ùÑÆ÷Æø, åÀéÅçÈðÅ÷ àÇó òÇì ôÌÄé ùÑÆòÈùÒÈä àåÉú: ùÑÆäÂøÅé áÌÈà ìÀäÇëÀçÄéùÑ úÌåÉøÈä ùÑÆàÈîÀøÈä "ìÉà áÇùÌÑÈîÇéÄí, äÄéà" (ãáøéí ì,éá). àÂáÈì ìÀôÄé ùÑÈòÈä, ùÑåÉîÀòÄéï ìåÉ áÌÇëÌÉì. 7 Y, conforme a lo dicho, si ordenaran todos los profetas transgredir temporalmente, es un Precepto obedecerles, pero si dijeran que tal cosa ha caducado moriran estrangulados ya que la Torá ha dicho: "son nuestras y de nuestros hijos por siempre" (Dt. 29:28). Asimismo, si desechara alguna de las cosas que aprendimos por “shemu`a” o dijera acerca de alguno de los Dinim de la Torá que Dios le ha ordenado cumplirlo de tal modo y que la Halakhá es la dictaminada por fulano, se trata de un falso profeta y será estrangulado a pesar de haber presentado una señal ya que contradice a la Torá que dijo: "No está ella en el cielo" (Dt. 30:12). Pero, si es temporal su orden, le obedeceremos en todo.
ç [ä] áÌÇîÌÆä ãÌÀáÈøÄéí àÂîåÌøÄéí, áÌÄùÑÀàÈø îÄöÀååÉú; àÂáÈì áÌÇòÂáåÉãÈä æÈøÈä--àÅéï ùÑåÉîÀòÄéï ìåÉ, åÀàÇôÄìÌåÌ ìÀôÄé ùÑÈòÈä. åÀàÇôÄìÌåÌ òÈùÒÈä àåÉúåÉú åÌîåÉôÀúÄéí âÌÀãåÉìÄéí, åÀàÈîÇø ùÑÆä' öÄåÌÈäåÌ ùÑÆúÌÇòÂáÉã òÂáåÉãÈä æÈøÈä äÇéÌåÉí áÌÄìÀáÈã, àåÉ áÌÀùÑÈòÈä æåÉ áÌÄìÀáÈã--äÂøÅé æÆä ãÌÄáÌÇø ñÈøÈä òÇì ä'; åÀòÇì æÆä öÄåÌÈä äÇëÌÈúåÌá åÀàÈîÇø "åÌáÈà äÈàåÉú åÀäÇîÌåÉôÅú . . . ìÉà úÄùÑÀîÇò . . . ëÌÄé ãÄáÌÆø-ñÈøÈä òÇì-ä' àÁìÉäÅéëÆí" (ãáøéí éâ,â-å): ùÑÆäÂøÅé æÆä áÌÈà ìÀäÇëÀçÄéùÑ ðÀáåÌàÈúåÉ ùÑÆìÌÀîÉùÑÆä. åÌìÀôÄéëÌÈêÀ ðÅãÇò áÌÇåÌÇãÌÇàé ùÑÀäåÌà ðÀáÄéà ùÑÆ÷Æø, åÀëÈì ùÑÆòÈùÒÈä áÌÀìÈàè åÀëÄùÌÑåÌó òÈùÒÈä; åÀéÅçÈðÅ÷. 8 ¿A qué casos se hace referencia? a los que atañen al resto de los Preceptos a excepción de la idolatría ya que en tal caso no se le obedece, ni tan solo temporalmente. E inclusive si hiciera señales y maravillas grandiosas y dijera que Dios le ha ordenado que idolatre tan solo ese día o a esa hora; ha blasfemado respecto de Dios, habiéndo ordenado la Escritura al respecto al decir: "y se produjese la señal o el prodigio...no le obedecerás...ya que blasfemó del Señor, vuestro Dios" (Dt. 13:3-6). Ya que éste ha venido a refutar la profecía de Moshé sabremos, indudablemente, que es un falso profeta que ha hecho todo por medio de sortilegio y hechizo y se le estrangulará.


ôÌÅøÆ÷ é Capítulo Diez

à ëÌÈì ðÈáÄéà ùÑÆéÌÇòÂîÉã ìÈðåÌ åÀéÉàîÇø ùÑÆä' ùÑÀìÈçåÉ, àÅéðåÌ öÈøÄéêÀ ìÇòÂùÒåÉú àåÉú ëÌÀàÆçÈã îÅàåÉúåÉú îÉùÑÆä øÇáÌÅðåÌ àåÉ ëÌÀàåÉúåÉú àÅìÄéÌÈäåÌ åÆàÁìÄéùÑÈò, ùÑÆéÌÅùÑ áÌÈäÆï ùÑÄðÌåÌé îÄðÀäÈâåÉ ùÑÆìÌÈòåÉìÈí; àÅìÈà äÈàåÉú ùÑÆìÌåÉ ùÑÆéÌÉàîÇø ãÌÀáÈøÄéí äÈòÂúÄéãÄéï ìÄäÀéåÉú áÌÈòåÉìÈí, åÀéÅàÈîÀðåÌ ãÌÀáÈøÈéå, ùÑÆðÌÆàÁîÈø "åÀëÄé úÉàîÇø, áÌÄìÀáÈáÆêÈ: àÅéëÈä ðÅãÇò àÆú-äÇãÌÈáÈø . . ." (ãáøéí éç,ëà). 1 Todo profeta que se nos presente y nos diga que Dios le ha enviado no necesita hacer una señal como las de Moshé, nuestro Maestro, ni como las de Eliahu y Elish`a cuyas características son sobrenaturales sino su señal será la predicción de eventos que ocurrirán en el mundo, verificándose así sus palabras, como está escrito: "Y si te preguntaras ¿cómo reconoceremos aquello que...?" (Dt. 18:21)
á ìÀôÄéëÌÈêÀ ëÌÀùÑÆéÌÈáåÉà àÈãÈí äÈøÈàåÌé ìÇðÌÀáåÌàÈä áÌÀîÇìÀàÂëåÌú ä', åÀìÉà éÈáåÉà ìÀäåÉñÄéó åÀìÉà ìÄâÀøÉòÇ, àÅìÈà ìÇòÂáÉã àÆú ä' áÌÀîÄöÀååÉú äÇúÌåÉøÈä--àÅéï àåÉîÀøÄéï ìåÉ ÷ÀøÇò ìÈðåÌ àÆú äÇéÌÈí àåÉ äÇçÂéÅä îÅú åÀëÇéÌåÉöÆà áÌÀàÅìÌåÌ, åÀàÇçÇø ëÌÈêÀ ðÇàÂîÄéï áÌÈêÀ. àÅìÈà àåÉîÀøÄéï ìåÉ, àÄí ðÈáÄéà àÇúÌÈä, àÁîÉø ìÈðåÌ ãÌÀáÈøÄéí äÈòÂúÄéãÄéï ìÄäÀéåÉú; åÀäåÌà àåÉîÅø, åÀàÈðåÌ îÀçÇëÌÄéí ìåÉ ìÄøÀàåÉú äÂéÈáåÉàåÌ ãÌÀáÈøÈéå: àÄí ìÉà éÈáåÉàåÌ, åÀàÇôÄìÌåÌ ðÈôÇì ãÌÈáÈø àÆçÈã ÷ÈèÈï--áÌÀéÈãåÌòÇ ùÑÀäåÌà ðÀáÄéà ùÑÆ÷Æø. 2 Por lo tanto cuando venga un hombre apto para profetizar como enviado de Dios, y no venga ni a agregar ni a invalidar sino a servir a Dios según los Preceptos de la Torá; no se le exige ¡pártenos el mar! o ¡revívenos al muerto! o algo por el estilo, para aceptar creerle, sino le dicen “si eres un profeta ¡predícenos el futuro!”, y él lo hace y nosotros esperamos a que se cumplan sus palabras, y si no se cumpliera incluso un pequeño detalle sabremos que es un falso profeta.
â åÀàÄí áÌÈàåÌ ãÌÀáÈøÈéå ëÌËìÌÈí, éÄäÀéÆä áÌÀòÅéðÅéðåÌ ðÆàÁîÈï. [á] åÌáåÉãÀ÷Äéï àåÉúåÉ ôÌÀòÈîÄéí äÇøÀáÌÅä. àÄí ðÄîÀöÀàåÌ ãÌÀáÈøÈéå ëÌËìÌÈí ðÆàÁîÈðÄéï, äÂøÅé æÆä ðÀáÄéà àÁîÆú, ëÌÀîåÉ ùÑÆðÌÆàÁîÈø áÌÄùÑÀîåÌàÅì, "åÇéÌÅãÇò, ëÌÈì-éÄùÒÀøÈàÅì, îÄãÌÈï, åÀòÇã-áÌÀàÅø ùÑÈáÇò: ëÌÄé ðÆàÁîÈï ùÑÀîåÌàÅì, ìÀðÈáÄéà ìÇä'" (ùîåàì à â,ë). 3 Y de cumplirse todo lo que dijera será, a nuestros ojos, digno de crédito. Pero se le prueba muchas veces y de realizarse todas sus palabras, se trata de un verdadero profeta, como está escrito respecto de Shemuel: "Y supo todo Israel, desde Dan hasta Beer Shev`a, que ha sido acreditado que Shemuel es un profeta del Señor" (1 S. 3:20).
ã [â] åÇäÂìåÉà äÇîÌÀòåÉðÀðÄéí åÀäÇ÷ÌåÉñÀîÄéí àåÉîÀøÄéï îÇä òÂúÄéã ìÄäÀéåÉú, åÌîÇä äÆôÀøÅùÑ áÌÅéï äÇðÌÈáÄéà åÌáÅéðÈí--àÅìÈà ùÑÆäÇîÌÀòåÉðÀðÄéí åÀäÇ÷ÌåÉñÀîÄéí åÀëÇéÌåÉöÆà áÌÈäÆï, îÄ÷ÀöÇú ãÌÄáÀøÅéäÆï îÄúÀ÷ÇéÌÀîÄéï åÌîÄ÷ÀöÈúÈï àÅéï îÄúÀ÷ÇéÌÀîÄéï: ëÌÀòÄðÀéÈï ùÑÆðÌÆàÁîÈø "éÇòÇîÀãåÌ-ðÈà åÀéåÉùÑÄéòËêÀ äÉáÀøÅé ùÑÈîÇéÄí, äÇçÉæÄéí áÌÇëÌåÉëÈáÄéí, îåÉãÄòÄéí ìÆçÃãÈùÑÄéí, îÅàÂùÑÆø éÈáÉàåÌ òÈìÈéÄêÀ" (éùòéäå îæ,éâ)--"îÅàÂùÑÆø", åÀìÉà ëÌÈì àÂùÑÆø. åÀàÄôÀùÑÈø ùÑÆìÌÉà éÄúÀ÷ÇéÌÇí îÄãÌÄáÀøÅéäÆí ëÌÀìåÌí, àÅìÈà éÄèÀòåÌ áÌÇëÌÉì, ëÌÀòÄðÀéÈï ùÑÆðÌÆàÁîÈø "îÅôÅø àÉúåÉú áÌÇãÌÄéí, åÀ÷ÉñÀîÄéí éÀäåÉìÅì" (éùòéäå îã,ëä). 4 ¿Acaso los astrólogos y los encantadores no preven el futuro? ¿qué diferencia hay, entonces, entre ellos y el profeta? el hecho de que algunas de las predicciones de los astrólogos y los encantadores se cumplen mientras otras no; tal cual está escrito: "¡que se paren, por favor, y te salven los contempladores del cielo! los que observan a las estrellas, informando mensualmente acerca de lo que te ocurrirá" (Is. 47:13) “acerca de lo que” no “todo lo que”. Puede ser que ninguna de sus predicciones se cumpla sino que yerren en todas, tal cual está escrito: "Que frustra las señales de los mentirosos y enloquecerá a los adivinos" (Is. 44:25)
ä àÂáÈì äÇðÌÈáÄéà--ëÌÈì ãÌÀáÈøÈéå ÷ÇéÌÈîÄéï, ùÑÆðÌÆàÁîÈø "ëÌÄé ìÉà éÄôÌÉì îÄãÌÀáÇø ä' àÇøÀöÈä" (îìëéí á é,é). åÀëÅï äåÌà àåÉîÅø "äÇðÌÈáÄéà àÂùÑÆø-àÄúÌåÉ çÂìåÉí, éÀñÇôÌÅø çÂìåÉí, åÇàÂùÑÆø ãÌÀáÈøÄé àÄúÌåÉ, éÀãÇáÌÅø ãÌÀáÈøÄé àÁîÆú: îÇä-ìÇúÌÆáÆï àÆú-äÇáÌÈø, ðÀàËí-ä'" (éøîéäå ëâ,ëç)--ëÌÀìåÉîÇø ùÑÆãÌÄáÀøÅé äÇ÷ÌåÉñÀîÄéí åÀäÇçÂìåÉîåÉú ëÌÀúÆáÆï ùÑÆðÌÄúÀòÈøÇá áÌåÉ îÀòÇè áÌÈø, åÌãÀáÇø ä' ëÌÇáÌÈø ùÑÀàÅéï áÌåÉ úÌÆáÆï ëÌÀìÈì. 5 En cuanto al profeta, todas sus palabras se cumplen, como está escrito: "que no caerá de la palabra del Señor a tierra" (1 R. 10:10) y asimismo dice Él: "El profeta que tuviera un sueño contará un sueño y aquel del cual fuera Mi palabra, dirá mi verdadera palabra. ¿le corresponde acaso a la paja estar con el trigo?, es la disertación del Señor" (Jr. 23:28), es decir que las palabras de los encantadores y los sueños son como paja con la que se mezcló un poco de trigo, mientras que la palabra de Dios es como trigo carente de paja alguna.
å åÌáÇãÌÈáÈø äÇæÌÆä äÄáÀèÄéçÇ äÇëÌÈúåÌá åÀàÈîÇø, ùÑÆàåÉúÈï äÇãÌÀáÈøÄéí ùÑÆîÌåÉãÄéòÄéï äÇîÌÀòåÉðÀðÄéí åÀäÇ÷ÌåÉñÀîÄéí ìÈàËîÌåÉú åÌîÀëÇæÌÀáÄéï--äÇðÌÈáÄéà éåÉãÄéòÇ ìÈëÆí ãÌÄáÀøÅé äÈàÁîÆú, åÀàÅéï àÇúÌÆí öÀøÄéëÄéï ìÄîÀòåÉðÅï åÀ÷åÉñÅí åÀëÇéÌåÉöÆà áÌåÉ: ùÑÆðÌÆàÁîÈø "ìÉà-éÄîÌÈöÅà áÀêÈ, îÇòÂáÄéø áÌÀðåÉ-åÌáÄúÌåÉ áÌÈàÅùÑ . . . ëÌÄé äÇâÌåÉéÄí äÈàÅìÌÆä . . . ðÈáÄéà îÄ÷ÌÄøÀáÌÀêÈ îÅàÇçÆéêÈ . . ." (ãáøéí éç,é-èå). 6 Y al respecto nos aseguró la Escritura al decir que, contrariamente al modo en que los hechizeros y astrólogos informan engañosamente a los pueblos, “el profeta os informará cosas verdaderas, no necesitando vosotros ni astrólogos ni hechizeros ni nada por el estilo”, como está escrito: "no se hallará en tí quien pase a su hijo o a su hija por el fuego...ya que esos pueblos ...un profeta de entre los tuyos, de entre tus hermanos..." (Dt. 18:10-15)
æ äÇà ìÈîÇãÀúÌÈ ùÑÀàÅéï äÇðÌÈáÄéà òåÉîÅã ìÈðåÌ, àÅìÈà ìÀäåÉãÄéòÅðåÌ ãÌÀáÈøÄéí äÈòÂúÄéãÄéí ìÄäÀéåÉú áÌÈòåÉìÈí, îÄùÌÒÉáÇò åÀøÈòÈá îÄìÀçÈîÈä åÀùÑÈìåÉí åÀëÇéÌåÉöÆà áÌÈäÆï; åÀàÇôÄìÌåÌ öÈøÀëÌÅé éÈçÄéã îåÉãÄéòÇ ìåÉ, ëÌÀùÑÈàåÌì ùÑÆàÈáÀãÈä ìåÉ àÂáÅãÈä åÀäÈìÇêÀ ìÇðÌÈáÄéà ìÀäåÉãÄéòåÉ îÀ÷åÉîÈäÌ. åÀëÇéÌåÉöÆà áÌÀàÅìÌåÌ äÇãÌÀáÈøÄéí, äåÌà ùÑÆéÌÉàîÇø äÇðÌÈáÄéà--ìÉà ùÑÆéÌÇòÂùÒÆä ãÌÈú àÇçÆøÆú, àåÉ éåÉñÄéó îÄöÀåÈä àåÉ éÄâÀøÈò. 7 De lo antedicho has aprendido que no se nos presenta un profeta sino para informarnos acerca de cosas que acontecerán en el futuro, como la abundancia, la hambruna, la guerra y la paz, y cosas por el estilo; e incluso a un individuo le informa de algo, como en el caso de Shaul a quien se le había perdido algo y se dirigió al profeta quien le informó acerca de su paradero. Siendo éste el tipo de cosas que dirá el profeta; no haciendo otra Ley ni agregando ni invalidando ningún Precepto.
ç [ã] ãÌÄáÀøÅé äÇôÌËøÀòÈðåÌú ùÑÆäÇðÌÈáÄéà àåÉîÅø, ëÌÀâåÉï ùÑÆéÌÉàîÇø ôÌÀìåÉðÄé éÈîåÌú àåÉ ùÑÈðÈä ôÌÀìåÉðÄéú ùÑÀðÇú øÈòÈá àåÉ îÄìÀçÈîÈä åÀëÇéÌåÉöÆà áÌÄãÀáÈøÄéí àÅìÌåÌ--àÄí ìÉà òÈîÀãåÌ ãÌÀáÈøÈéå, àÅéï áÌÀæÆä äÇëÀçÈùÑÈä ìÄðÀáåÌàÈúåÉ; åÀàÅéï àåÉîÀøÄéï äÄðÌÅä ãÌÈáÈø ãÌÄáÌÇøÀúÌÈ åÀìÉà áÈà: ùÑÆäÇ÷ÌÈãåÉùÑ áÌÈøåÌêÀ äåÌà "àÆøÆêÀ àÇôÌÇéÄí åÀøÇá-çÆñÆã, åÀðÄçÈí òÇì-äÈøÈòÈä" (éåàì á,éâ; éåðä ã,á); åÀàÄôÀùÑÈø ùÑÆòÈùÒåÌ úÌÀùÑåÌáÈä åÀðÄñÀìÈç ìÈäÆí ëÌÀàÇðÀùÑÅé ðÄéðÀåÅä, àåÉ ùÑÆúÌÈìÈä ìÈäÆí ëÌÀçÄæÀ÷ÄéÌÈä. 8 En cuanto a los anuncios de desgracias del profeta, como el anuncio de la muerte de fulano o que cierto año será de hambruna o de guerra o cosas por el estilo, que no se cumplieran, tal cosa no invalidará su profecía; no debiéndosele reclamar “¡has dicho algo y no se ha cumplido!” ya que el Santo, bendito Sea, es "paciente y bondadoso y se apiada antes que hacer el mal" (Jl. 2:13; Jon. 4:2), siendo posible que se arrepintieran y hayan sido perdonados como los habitantes de Ninevé o que se les dejara pendiente como a Jizquiá.
è àÂáÈì àÄí äÄáÀèÄéçÇ òÇì èåÉáÈä åÀàÈîÇø ùÑÆéÌÄäÀéÆä ëÌÈêÀ åÀëÌÈêÀ, åÀìÉà áÈàÈä äÇèÌåÉáÈä ùÑÆàÈîÇø--áÌÀéÈãåÌòÇ ùÑÀäåÌà ðÀáÄéà ùÑÆ÷Æø: ùÑÆëÌÈì ãÌÀáÇø èåÉáÈä ùÑÆéÌÄâÀæÉø äÈàÅì, àÇôÄìÌåÌ òÇì úÌÀðÈàé--àÅéðåÌ çåÉæÅø. äÇà ìÈîÇãÀúÌÈ, ùÑÆáÌÀãÄáÀøÅé äÇèÌåÉáÈä áÌÄìÀáÈã éÄáÌÈçÅï äÇðÌÈáÄéà. 9 Pero si asegura la advenidad de una bonanza, diciendo que acontecerá tal y cual cosa, y no sucede lo que anunciara; advertiráse que se trata de un falso profeta. Ya que al decretar Dios una bonanza, aunque la condicionare, no la incumple. De lo antedicho has aprendido que sólo tomando en cuenta las bonanzas se verificará al profeta.
é äåÌà ùÑÆéÌÄøÀîÀéÈäåÌ àåÉîÅø áÌÄúÀùÑåÌáÈúåÉ ìÇçÂðÇðÀéÈä áÌÆï òÇæÌåÌø, ëÌÀùÑÆäÈéÈä éÄøÀîÀéÈä îÄúÀðÇáÌÅà ìÀøÈòÈä åÇçÂðÇðÀéÈä ìÀèåÉáÈä. àÈîÇø ìåÉ çÂðÇðÀéÈä, àÄí ìÉà éÇòÇîÀãåÌ ãÌÀáÈøÇé, àÅéï áÌÀæÆä øÀàÈéÈä ùÑÆàÂðÄé ðÀáÄéà ùÑÆ÷Æø; àÂáÈì àÄí ìÉà éÇòÇîÀãåÌ ãÌÀáÈøÆéêÈ, éÄåÌÈãÇò ùÑÆàÇúÌÈä ðÀáÄéà ùÑÆ÷Æø: ùÑÆðÌÆàÁîÈø "àÇêÀ-ùÑÀîÇò-ðÈà àÆú äÇãÌÈáÈø äÇæÌÆä" (øàä éøîéäå ëç,æ). 10 A esto se refiere Irmihau en su replica a Jananiá ben Azur, cuando Irmiá profetizaba una calamidad y Jananiá una bonanza; díjole ¡Jananiá si no se cumplen mis palabras eso no demostrará que soy un falso profeta, pero si no se cumplen las tuyas se sabrá que eres un falso profeta!, como está escrito: "Sin embargo, escucha, por favor, esto" (Vea Jr. 28:7).
éà [ä] ðÈáÄéà ùÑÆäÅòÄéã ìåÉ ðÈáÄéà àÇçÅø ùÑÀäåÌà ðÈáÄéà--äÂøÅé æÆä áÌÀçÆæÀ÷Çú ðÈáÄéà, åÀàÅéï æÆä äÇùÌÑÅðÄé öÈøÄéêÀ çÂ÷ÄéøÈä: ùÑÆäÂøÅé îÉùÑÆä øÇáÌÅðåÌ äÅòÄéã ìÄéäåÉùÑåÌòÇ, åÀäÆàÁîÄéðåÌ áÌåÉ ëÌÈì éÄùÒÀøÈàÅì ÷ÉãÆí ùÑÆéÌÇòÂùÒÆä àåÉú. åÀëÅï ìÀãåÉøåÉú. 11 Habiendo un profeta testimoniado acerca de otro que el mismo lo es, considérasele profeta no necesitando examinársele. Tal como Moshé, nuestro Maestro, testimonió acerca de Iehoshu`a y le creyó todo Israel, incluso antes de que hiciera señal alguna. Y así será para toda generación.
éá ðÈáÄéà ùÑÆðÌåÉãÀòÈä ðÀáåÌàÈúåÉ åÀäÈàÃîÀðåÌ ãÌÀáÈøÈéå ôÌÇòÇí àÇçÇø ôÌÇòÇí, àåÉ ùÑÆäÅòÄéã ìåÉ ðÈáÄéà, åÀäÈéÈä äåÉìÅêÀ áÌÀãÇøÀëÅé äÇðÌÀáåÌàÈä--àÈñåÌø ìÇçÀùÑÉá àÇçÂøÈéå åÌìÀäÇøÀäÇø áÌÄðÀáåÌàÈúåÉ, ùÑÆîÌÆà àÅéðÈäÌ àÁîÆú. åÀàÈñåÌø ìÀðÇñÌåÉúåÉ éåÉúÅø îÄãÌÇé, åÀìÉà ðÄäÀéÆä äåÉìÀëÄéí åÌîÀðÇñÌÄéí ìÀòåÉìÈí: ùÑÆðÌÆàÁîÈø "ìÉà úÀðÇñÌåÌ, àÆú-ä' àÁìÉäÅéëÆí, ëÌÇàÂùÑÆø ðÄñÌÄéúÆí, áÌÇîÌÇñÌÈä" (ãáøéí å,èæ), ùÑÆàÈîÀøåÌ "äÂéÅùÑ ä' áÌÀ÷ÄøÀáÌÅðåÌ" (ùîåú éæ,æ). àÅìÈà îÅàÇçÇø ùÑÆðÌåÉãÇò ùÑÆæÌÆä ðÈáÄéà, éÇàÂîÄéðåÌ åÀéÅãÀòåÌ ëÌÄé ä' áÌÀ÷ÄøÀáÌÈí; åÀìÉà éÀäÇøÀäÂøåÌ åÀìÉà éÇçÀùÑÀáåÌ àÇçÂøÈéå, ëÌÀòÄðÀéÈï ùÑÆðÌÆàÁîÈø "åÀéÈãÀòåÌ, ëÌÄé ðÈáÄéà äÈéÈä áÀúåÉëÈí" (éçæ÷àì á,ä; éçæ÷àì ìâ,ìâ). 12 Si se nos ha dado a conocer un profeta y se han comprobado sus palabras una y otra vez, y fuera su actitud la de un profeta, nos está prohibido desconfiar de él y dudar de su profecía pensando que quizás no sea fidedigna. Y nos está prohibido ponerle a prueba en demasía, vedándosenos por siempre tal conducta. Como está escrito: "No probaréis al Señor, vuestro Dios, como le probastéis en Masá" (Dt. 6:16) ya que dijeron "¿está, pues, el Señor entre nosotros?" (Ex. 17:7). Sino una vez que sepan que ese es un profeta, confiarán en él y reconocerán que Dios está con ellos; y no dudarán ni desconfiarán de él, tal como está escrito: "y sabrán que hubo un profeta entre ellos" (Ez. 2:5; Ez. 33:33). .

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