à îÇùÒÀëÌÄéì, ìÀàÈñÈó: ìÈîÈä àÁìÉäÄéí, æÈðÇçÀúÌÈ ìÈðÆöÇç; éÆòÀùÑÇï àÇôÌÀêÈ, áÌÀöÉàï îÇøÀòÄéúÆêÈ.
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1 ¿POR qué, oh Dios, nos has desechado para siempre? ¿Por qué ha humeado tu furor contra las ovejas de tu dehesa?
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á æÀëÉø òÂãÈúÀêÈ, ÷ÈðÄéúÈ ÷ÌÆãÆí-- âÌÈàÇìÀúÌÈ, ùÑÅáÆè ðÇçÂìÈúÆêÈ; äÇø-öÄéÌåÉï, æÆä ùÑÈëÇðÀúÌÈ áÌåÉ.
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2 Acuérdate de tu congregación, que adquiriste de antiguo, Cuando redimiste la vara de tu heredad; Este monte de Sión, donde has habitado.
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â äÈøÄéîÈä ôÀòÈîÆéêÈ, ìÀîÇùÌÑËàåÉú ðÆöÇç; ëÌÈì-äÅøÇò àåÉéÅá áÌÇ÷ÌÉãÆùÑ.
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3 Levanta tus pies á los asolamientos eternos: A todo enemigo que ha hecho mal en el santuario.
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ã ùÑÈàÂâåÌ öÉøÀøÆéêÈ, áÌÀ÷ÆøÆá îåÉòÂãÆêÈ; ùÒÈîåÌ àåÉúÉúÈí àÉúåÉú.
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4 Tus enemigos han bramado en medio de tus sinagogas: Han puesto sus divisas por señas.
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ä éÄåÌÈãÇò, ëÌÀîÅáÄéà ìÀîÈòÀìÈä; áÌÄñÀáÈêÀ-òÅõ, ÷ÇøÀãÌËîÌåÉú.
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5 Cualquiera se hacía famoso según que había levantado El hacha sobre los gruesos maderos.
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å åòú (åÀòÇúÌÈä), ôÌÄúÌåÌçÆéäÈ éÌÈçÇã-- áÌÀëÇùÌÑÄéì åÀëÅéìÇôÌåÉú, éÇäÂìÉîåÌï.
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6 Y ahora con hachas y martillos Han quebrado todas sus entalladuras.
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æ ùÑÄìÀçåÌ áÈàÅùÑ, îÄ÷ÀãÌÈùÑÆêÈ; ìÈàÈøÆõ, çÄìÌÀìåÌ îÄùÑÀëÌÇï-ùÑÀîÆêÈ.
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7 Han puesto á fuego tus santuarios, Han profanado el tabernáculo de tu nombre echándolo á tierra.
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ç àÈîÀøåÌ áÀìÄáÌÈí, ðÄéðÈí éÈçÇã; ùÒÈøÀôåÌ ëÈì-îåÉòÂãÅé-àÅì áÌÈàÈøÆõ.
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8 Dijeron en su corazón: Destruyámoslos de una vez; Han quemado todas las sinagogas de Dios en el tierra.
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è àåÉúÉúÅéðåÌ, ìÉà øÈàÄéðåÌ: àÅéï-òåÉã ðÈáÄéà; åÀìÉà-àÄúÌÈðåÌ, éÉãÅòÇ òÇã-îÈä.
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9 No vemos ya nuestras señales: No hay más profeta; Ni con nosotros hay quien sepa hasta cuándo.
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é òÇã-îÈúÇé àÁìÉäÄéí, éÀçÈøÆó öÈø; éÀðÈàÅõ àåÉéÅá ùÑÄîÀêÈ ìÈðÆöÇç.
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10 ¿Hasta cuándo, oh Dios, el angustiador nos afrentará? ¿Ha de blasfemar el enemigo perpetuamente tu nombre?
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éà ìÈîÌÈä úÈùÑÄéá éÈãÀêÈ, åÄéîÄéðÆêÈ; îÄ÷ÌÆøÆá çå÷ê (çÅé÷ÀêÈ) ëÇìÌÅä.
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11 ¿Por qué retraes tu mano, y tu diestra? ¿Por qué la escondes dentro de tu seno?
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éá åÅàìÉäÄéí, îÇìÀëÌÄé îÄ÷ÌÆãÆí; ôÌÉòÅì éÀùÑåÌòåÉú, áÌÀ÷ÆøÆá äÈàÈøÆõ.
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12 Empero Dios es mi rey ya de antiguo; El que obra saludes en medio de la tierra.
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éâ àÇúÌÈä ôåÉøÇøÀúÌÈ áÀòÈæÌÀêÈ éÈí; ùÑÄáÌÇøÀúÌÈ øÈàùÑÅé úÇðÌÄéðÄéí, òÇì-äÇîÌÈéÄí.
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13 Tú hendiste la mar con tu fortaleza: Quebrantaste cabezas de ballenas en las aguas.
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éã àÇúÌÈä øÄöÌÇöÀúÌÈ, øÈàùÑÅé ìÄåÀéÈúÈï; úÌÄúÌÀðÆðÌåÌ îÇàÂëÈì, ìÀòÈí ìÀöÄéÌÄéí.
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14 Tú magullaste las cabezas del leviathán; Dístelo por comida al pueblo de los desiertos.
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èå àÇúÌÈä áÈ÷ÇòÀúÌÈ, îÇòÀéÈï åÈðÈçÇì; àÇúÌÈä äåÉáÇùÑÀúÌÈ, ðÇäÂøåÉú àÅéúÈï.
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15 Tú abriste fuente y río; Tú secaste ríos impetuosos.
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èæ ìÀêÈ éåÉí, àÇó-ìÀêÈ ìÈéÀìÈä; àÇúÌÈä äÂëÄéðåÉúÈ, îÈàåÉø åÈùÑÈîÆùÑ.
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16 Tuyo es el día, tuya también es la noche: Tú aparejaste la luna y el sol.
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éæ àÇúÌÈä äÄöÌÇáÀúÌÈ, ëÌÈì-âÌÀáåÌìåÉú àÈøÆõ; ÷ÇéÄõ åÈçÉøÆó, àÇúÌÈä éÀöÇøÀúÌÈí.
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17 Tú estableciste todos los términos de la tierra: El verano y el invierno tú los formaste.
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éç æÀëÈø-æÉàú--àåÉéÅá, çÅøÅó éÀäåÈä; åÀòÇí ðÈáÈì, ðÄàÂöåÌ ùÑÀîÆêÈ.
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18 Acuerdáte de esto: que el enemigo ha dicho afrentas á Jehová, Y que el pueblo insensato ha blasfemado tu nombre.
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éè àÇì-úÌÄúÌÅï ìÀçÇéÌÇú, ðÆôÆùÑ úÌåÉøÆêÈ; çÇéÌÇú òÂðÄéÌÆéêÈ, àÇì-úÌÄùÑÀëÌÇç ìÈðÆöÇç.
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19 No entregues á las bestias el alma de tu tórtola: Y no olvides para siempre la congregación de tus afligidos.
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ë äÇáÌÅè ìÇáÌÀøÄéú: ëÌÄé îÈìÀàåÌ îÇçÂùÑÇëÌÅé-àÆøÆõ, ðÀàåÉú çÈîÈñ.
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20 Mira al pacto: Porque las tenebrosidades de la tierra llenas están de habitaciones de violencia.
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ëà àÇì-éÈùÑÉá ãÌÇêÀ ðÄëÀìÈí; òÈðÄé åÀàÆáÀéåÉï, éÀäÇìÀìåÌ ùÑÀîÆêÈ.
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21 No vuelva avergonzado el abatido: El afligido y el menesteroso alabarán tu nombre.
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ëá ÷åÌîÈä àÁìÉäÄéí, øÄéáÈä øÄéáÆêÈ; æÀëÉø çÆøÀôÌÈúÀêÈ îÄðÌÄé-ðÈáÈì, ëÌÈì-äÇéÌåÉí.
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22 Levántate, oh Dios, aboga tu causa: Acuérdate de cómo el insensato te injuria cada día.
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ëâ àÇì-úÌÄùÑÀëÌÇç, ÷åÉì öÉøÀøÆéêÈ; ùÑÀàåÉï ÷ÈîÆéêÈ, òÉìÆä úÈîÄéã.
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23 No olvides las voces de tus enemigos: El alboroto de los que se levantan contra ti sube continuamente.
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